Para-Donar: Una crítica
feminista del intercambio, Parte 1


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Para-Donar

Una crítica feminista del intercambio, Parte 2

Por Genevieve Vaughan, 2002

Estamos trabajando en la traducción de los otros capitulos. Los pondremos para que usted los lea lo más pronto posible. Muchas gracias.

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Para Donar

Genevieve Vaughan

Esta obra ha sido publicada por su autor a través del servicio de autopublicación de EDITORIAL PLANETA, S.A.U. para su distribución y puesta a disposición del público bajo la marca editorial Universo de Letras por lo que el autor asume toda la responsabilidad por los contenidos incluidos en la misma.

No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del autor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal).

© Genevieve Vaughan, 2019

Diseño de la cubierta: Equipo de diseño de Universo de Letras Imagen de cubierta: ©Shutterstock.com

www.universodeletras.com Primera edición: 2019

ISBN: 9788417435080

ISBN eBook: 9788417435752

Dedicatoria

Autor

Prólogo por Ana María Gómez Vélez

Prólogo por
Ana María Gómez Vélez

Para Donar escrito por Ganevieve Vaughan es una obra muy interesante. Enfoca la filosofía de El Regalo y demuestra su existencia en el mundo. Con una teoría bien sustentada y una manera didáctica para aplicar.

La autora en Para Donar, con una escritura concisa, va guiando a quien lee por todos sus capítulos explicando y sustentando toda la teoría de El Regalo que puede llevar a un cambio de paradigmas en este mundo que solo piensa en consumir y está tan a la merced de la cultura dominante del patriarcado.

Estoy segura que será una lectura de consulta en todas las universidades y lugares donde se lleve a cabo estudios de diversa índole sobre el decolonialismo, los estudios de géneros, y la economía en todos sus órdenes. Las mujeres lo tendremos de libro de cabecera. Se pueden hacer muchas mesas de discusión, foros, conferencia y variadas actividades alrededor de su lectura concienzuda.

Su bibliografía es ya un compendio muy acertado que guía a las personas que quieran trabajar el tema de El Regalo como una forma de vida. Las ilustraciones son pertinentes.

Desde ya le auguro mucho éxito y también creo que puede hacerse una versión ampliada o publicar un segundo tomo ya que la autora explica que dejó mucha parte del libro sin publicar, por razones de tiempo y espacio. Agradezco la oportunidad que me brindaron de hacer parte de este proyecto.

Un abrazo y todo mi respeto a Genevieve Vaughan.

Prólogo por Ángela Cuevas de Dolmetsch

Prólogo por
Ángela Cuevas de Dolmetsch

Era el año 2001 , cuando me llegó en un sobre cerrado una extraña invitación, era para participar en el Primer Seminario de las Mujeres Sabias en Loten Noruega, en la Universidad Feminista. Allá donde en el verano no anochece en medio de los campos de heno. Era encontrarse con mujeres no escogidas al azar, mujeres que cambiarían el mundo. Una de ellas era Genevieve Vaugham. Tenía una teoría de un profundo contenido filosófico en algunos apartes Marxista, pues rechazaba la economía del intercambio del mundo capitalista «Tu me das y yo te pago» «todo tiene un precio». La economía del regalo viene con el ser humano al momento de nacer, el niño necesita alimentarse para sobrevivir la madre la amamanta sin necesidad de ninguna retribución salvo la sonrisa de satisfacción, la madre cuida a su bebé y nadie le paga por hacerlo. La economía del regalo se basa en los regalos que encontramos a diario en la naturaleza, el aire, el agua de lluvia que hace producir nuestros cultivos, el sol que nos calienta, los paisajes y todo aquello que recibimos constantemente sin necesidad de pagar.

Introducción

Introducción

El libro que usted tiene en sus manos es un regalo de la autora a quien está leyendo, de una mujer individual al Movimiento de Mujeres (y para los hombres de conciencia) de todas partes.

En cierto sentido, se podría decir que cualquier trabajo de teoría feminista encaja en esta categoría. Pero lo que Genevieve Vaughan nos ha dado es algo único —un trabajo tan apasionado en el sentimiento como reflexivo en el análisis. Un trabajo en el que la investigación escrupulosa y la erudición resuenan en sincronía con, y no en oposición a —los mejores impulsos del corazón humano.

Esta insistencia en desafiar a la mente y al mismo tiempo enternecer el espíritu no es fácil en un mundo de ‘o u o’. Se requiere una sana audacia para apenas intentar ambas cosas. Gen Vaughan señala correctamente cómo las feministas ya se atreven a considerar que «todo sistema académico es sospechoso» y va más allá, alentándonos a arriesgarnos a recobrar nuestra «ingenuidad» para animarnos a cuestionarlo todo. Pero no se equivoquen, por ingenuidad no se refiere a un sentimentalismo o a un romanticismo que nuble la mente, aunque ella con frescura permite que el altruismo salga del closet y se aventure por las calles. Yo encuentro sus teorías «ingenuas» altamente sofisticadas en el mejor sentido: trabajadas inteligentemente, éticas, pragmáticas, factibles en lo intercultural, y aplicables, tanto en las relaciones íntimas, como en las políticas globales. En otras palabras, eficazmente transformadoras.

Diferentes lectores encontrarán aquí diferentes regalos. Los semiólogos, los lingüistas, los economistas, los politólogos, se encontrarán con un desafió intelectual feminista radical poco frecuente en sus campos enrarecidos. Pero no es necesario saber de semiótica o de otras disciplinas para apreciar este libro.

Los activistas encontrarán un análisis político accesible que se puede aplicar tanto al dinero como a la masculación, a la anorexia, a los armamentos, o a la arquitectura –una teoría con implicaciones, tanto para los sistemas cerrados, como para los sistemas cósmicos.

Los lectores masculinos encontrarán una teoría que no culpa de manera simplista al hombre, y que sin embargo, no vacila en examinar detenidamente el patriarcado y en insistir en la responsabilidad moral individual como también en un cambio sistémico.

En general, los lectores pensantes, aburridos tanto de las modas pedantes como de los clichés del parloteo popular, encontrarán en estas páginas un acercamiento que desacomoda alegremente muchos de esos conceptos, como el desconstruccionismo, el posmodernismo, la beneficencia, y la codependencia (para citar solamente algunos).

Como poeta amante del lenguaje, encuentro un verdadero placer en el ingenio y en el juego de palabras (que deberían deleitar a los aficionados de Mary Daly). Aquí hay constructos —como «reciprocidad obligada», por ejemplo— que se convertirán, anticipo, en frases verbales que marcarán un hito, comparables con los «derechos de reproducción», «violación por un conocido» o la memorable «heterosexualidad obligatoria» de Adrienne Rich. Como feminista, me deleito en los «relámpagos de conciencia» que se encuentran por todo el libro —y son tantos que muchas de estas joyas son arrojadas despreocupadamente en notas al pie de página. Como internacionalista estoy agradecida profundamente por la sensibilidad intercultural de Vaughan, quien toma sus ejemplos de todas partes del mundo. Como escritora de ficción, he disfrutado de la evaluación creativa que hace de los cuentos de hadas, los mitos, los arquetipos, y los estereotipos. Como politóloga, admiro su coraje de recuperar los «valores» de la derecha. Como persona interesada en la metafísica, estoy fascinada por las implicaciones del Paradigma del Regalo —desde las últimas investigaciones acerca del lado izquierdo y derecho del cerebro hasta visiones alternativas de la existencia misma. Y como militante política, aprecio y admiro la manera en que la vida de Gen Vaughan es un ejemplo de su teoría hecha práctica. De hecho, ha estado tan ocupada durante tantos años apoyando y participando en la energía global feminista, que le ha sido muy difícil sentarse a terminar este libro.

Ahora su trabajo puede encontrar su público, y deseo que sea muy numeroso. Porque este libro no sólo le hará pensar, sino que le persuadirá de que hay esperanza, al hacernos recordar la capacidad humana de transformarse. Y esto le hará sentirse extrañamente feliz —aun cuando esté rodeada, como usted lo está, por el espíritu intensamente egoísta y letalmente explotador del patriarcado. Le ofrecerá un tercer camino, un pensamiento que desafía el statu quo que plantea alternativas insosteniblemente bifurcadas —egoísmo o desinterés, por ejemplo. Esta posibilidad, a su vez, le hará sentir su propio poder, no poder sobre, sino poder para. Si usted ha sido madre, reconocerá ese poder: el poder de dar —ya sea dar a luz, o la nutrición, o el tiempo, los cuidados y la atención. Si alguna vez ha estado enamorada, reconocerá ese poder de regocijo, abundancia, alegría efusiva (Julieta: «cuanto más te doy, más tengo, porque ambos son infinitos»), la celebración de la cotidianidad milagrosa.

Sin importar cómo usted se acerque a este libro, encontrará la posibilidad en usted misma y en la sociedad de ser más sabios. La transformación de ambos depende de todos nosotros. Estas páginas son parte de un mapa que se va construyendo en el camino; este libro es una herramienta para la tarea.

Un regalo, por cierto.

Robin Morgan

Gracias

Gracias

Agradezco a Susan Bright por su comprensión y su edición clarificadora, que han hecho la tarea del lector más fácil como también la mía. Agradezco a Liliana Wilson por su bello trabajo artístico y por su espíritu, su disposición a dar su tiempo y su creatividad.

Mi gratitud más grande es para Robin Morgan, quien por muchos años me ha animado desde su corazón feminista revolucionario y desinteresado, y que muchas veces ha leído y comentado varias versiones de los manuscritos.

Agradezco especialmente a mis hijas Amelia, Beatrice, y Emma Rossi-Landi, quienes me han escuchado continuamente, y me han animado y apoyado durante todos los años que estuve escribiendo este libro.

Agradezco a mi hermano Ben Vaughan; él me ha dado mucho apoyo material, y sin conocer para nada mis ideas acerca del tema, nos proporciona un maravilloso ejemplo de padre que brinda cuidados a sus hijos.

Agradezco a mis padres y a mis abuelos que me proveyeron de los recursos del intercambio que pude usar para dar.

Agradezco a todas las mujeres de la Fundación para una Sociedad Compasiva y de las Feministas para una Sociedad Compasiva que han tenido que tolerarme mientras escribía mi libro. Agradezco su herman-dad femenina y su apoyo. También les agradezco por su compromiso por paz para todos a través de los valores de mujeres, y por su liderazgo inspirado en el feminismo. Agradazco a San Juanita Alcala, Yana Bland, Rose Corrales, Patricia Cuney, Barbara Franco, Sally Jaques, María Limon, Sue Mc Nichol, Maha Nour, Shamaan Ochaum, Aina Olomo, Erin Rogers, Ángeles Romero, Susan Lee Solar, Freida Werden, Debbie Wiegarten y Ruthe Winegarten por hacer las correcciones al texto y por las sugerencias y revisiones del manuscrito. Algunas personas leyeron y comentaron versiones iniciales del libro, entre ellas: Letitia Blalock, Cam Magor y Dolly Mathis, por lo que les agradezco. Agradezco a Margaret Nunley por darme tiempo libre para escribir. Le estoy especialmente agradecida al Plain View Press por su compromiso con el feminismo y por su organización innovadora. Margo La Gattuta valientemente administró la inmensa tarea de la edición técnica, por lo que le agradezco. También agradezco a Terry Sherrell de Morgan Printing por sus expertas correcciones.

Valoro a todas las personas que están tratando de lograr un mundo mejor a través de regalar tiempo, ideas, dinero, imaginación, buena voluntad, y un duro trabajo, porque ellas harán posible un cambio de paradigma.

Especialmente valoro a quien lee por abrir su mente a este libro y por usar sus contenidos. Sin su atención, el regalo continuaría sin darse.

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He sido muy afortunada en las cosas que la vida me ha llevado a hacer. Por ejemplo, en 1963 me casé con un profesor de filosofía italiano. Me mudé a Italia y ahí pude participar de varios movimientos intelectuales. En 1964 un grupo de profesores de Boloña que querían iniciar una publicación filosófica solicitaron a mi esposo que aplicara el análisis de Marx sobre la mercancía y el dinero al lenguaje. El problema y la forma en que comenzó me fascinaron. Empecé a pensar sobre ello y no he dejado de hacerlo desde entonces. Aunque la publicación no llegó a concretarse, mi exesposo escribió sobre las relaciones entre lenguaje e intercambio. No estaba de acuerdo con él pero me llevó mucho tiempo comprender porqué. Por fin, cuando pasé dos años en Estados Unidos entre 1975 y 1976, pude dedicarme a pensar el problema. Entre 1977 y 1978 escribí un par de ensayos académicos que fueron publicados en los 80. Figuran citados en la bibliografía, e invito a quien lee y que tenga inclinación por lo académico, a que los lea. Pude ocuparme allí de algunos temas con más profundidad que en este libro. Por ejemplo, en «Saussure y Vigotsky vía Marx» discuto el concepto de Saussure de valor lingüístico en relación a la analogía que hace con el intercambio, corrigiendo las diferencias que Marx vería en su idea de valor de intercambio. En «Comunicación e intercambio» introduzco la idea de necesidad comunicativa, e identifico al intercambio como comunicación aberrante, y analizo el dinero como lenguaje de ‘una sola palabra’. En 1978 me divorcié y comencé a asistir a un grupo de toma de conciencia feminista. Muchas de las mujeres trabajaban en la Organización de Alimento y Agricultura de las Naciones Unidas (FAO), cuya sede quedaba cerca de mi casa en Roma. Venían mujeres de muchos lados a hablarnos de temas que abarcaban desde las protestas en Greenham Commons hasta los ‘bebés gelatina’, afectados por la radioactividad en las islas del Pacífico. Mujeres y desarrollo eran cuestiones que también estaban en primera línea de análisis. Muchas integrantes del grupo asistieron a la Conferencia de la Década para Mujeres de las Naciones Unidas en Copenhague, y cuando volvieron nos contaron lo que había ocurrido.

En aquel momento se estaba dando una interesante discusión filosófica en el Movimiento Feminista Italiano. Participé de algunos cursos en el Centro Cultural Virginia Woolf, una universidad independiente de mujeres iniciada por la filósofa feminista Alessandra Bochetti. Durante esa época comencé a darme cuenta de que el trabajo gratuito de la mujer en el hogar era el gran elemento invisible que podría ser la base para una nueva filosofía. Había estado dando muchos regalos en mi propia vida, como esposa y criando a mis hijas. Comencé a ver que mis valores y los de la mayoría de las mujeres diferían de los valores y prioridades de la mayor parte de los hombres que había conocido, ya fueran académicos o burócratas, obreros o activistas. Se me ocurrió que la labor gratuita de las mujeres podría entenderse como la base económica para una superestructura alternativa, un sistema de ideas y valores diferentes a los valores e ideas patriarcales predominantes.

En 1983 volví a Estados Unidos para intentar poner en práctica los valores del regalar en ámbitos fuera del hogar. El último capítulo trata sobre ese intento, que continúa aún. Esta práctica, que estaba relacionada con mi situación, no me dejaba mucho espacio para hacer el trabajo teórico. (La práctica del regalar llega a consumir gran cantidad de tiempo, como lo hace la actividad de maternaje). Participé en muchos movimientos de mujeres y discutía la idea de la ‘economía del regalo’ con todas. Una de ellas, Sonia Johnson, lo usó en su libro Wildfire, citándome. Creo que su tratamiento del tema quedó encerrado en medio de las contradicciones entre el ego y el otro, y no podía conducir hacia el tipo de cambio social en todo lo que yo considero que es necesario. Creo que comencé a trabajar en este libro en 1988, no a tiempo completo por supuesto, y sin las ventajas o desventajas de lo académico. Se hizo muy largo y luego muy corto. El archivo que guarda esta versión figura como ‘libro corto’. He tratado de incluir la mayor parte de las ideas en el texto y en las notas al pie, pero muchas tuvieron que ser dejadas de lado.

Durante el tiempo que vivimos en Italia percibimos las corrientes que provenían de Francia, donde muchos pensadores se ocupaban de temas como comunicación, economía, semiótica y psicoanálisis. La escuela de Jacques Lacan había abierto el camino, y antropólogos como Claude Lévi-Strauss y Maurice Godelier ampliaron las investigaciones iniciadas por Marcel Mauss y Émile Durkheim. Georges Bataille, Michel Foucault y Jacques Derrida investigaban el lenguaje, la cultura y el inconsciente. El más interesante de esos pensadores, en mi opinión, era Jean Joseph Goux, quien aplicó el análisis marxista de la mercancía y el dinero a varias estructuras sociales. (Entre otras razones porque mi entendimiento de Marx era diferente). Las pensadoras feministas Luce Irigaray y Julia Kristeva lidiaban con el difícil contexto patriarcal en el que debían operar, y a veces llegaban a Italia para buscar apoyo entre las filósofas italianas. El Instituto de Verano de Semiótica, en Urbino, funcionaba como un excelente caldo de cultivo intelectual. Allí muchos de los especialistas en semiótica franceses e italianos, y (en aquellos tiempos) los ante-posmodernistas, como también algunos de Estados Unidos y de Europa del Este, se reunían para presentar sus teorías a los fieles. Ahí pude escuchar a Jean Baudrillard y a Jean-Francois Lyotard, y también a Umberto Eco, Massimo Bonfantini, Augusto Ponzio, Luis Prieto, mi ex marido Ferruccio Rossi-Landi y a muchos otros. Para el último Instituto de Verano al que asistí escribí un ensayo sobre el cuidado y la comunicación, pero como no hice los trámites burocráticos para ser incluida en la lista, se lo presenté sólo a un pequeño grupo que se reunió con ese propósito. También pertenecí al Centro Romano de Semiótica y asistí a muchas presentaciones y charlas de conferencistas locales e internacionales.

Cuando me mudé nuevamente a Estados Unidos en 1983 me encontré con el libro de Lewis Hydes El regalo, la imaginación y la vida erótica de la propiedad. Si bien era alentador ver una descripción honrosa del regalar, pensé que la falta de una teoría sobre el lenguaje como un dar regalos limitaba el alcance del libro a la crítica literaria (que, de todas maneras, se ocupó demasiado de los desvaríos antisemitas de Ezra Pound). Ya había leído en la universidad el libro de Bronislaw Malinowsky Argonautas del Pacífico Occidental, y más tarde el Ensayo sobre el don, de Marcel Mauss. En estos libros leí sobre el potlach practicado por las tribus nativas del noroeste del Pacífico, de Estados Unidos, y desde entonces he discutido estas donaciones no sólo con antropólogos sino con gente para la que constituyen un modo tradicional de economía. Libros como el de Jean Baker Miller —Hacia una nueva psicología de mujeres—, el de Nancy Chodorow —La reproducción del maternaje—, el de Carol Gilligan —En una voz diferente—, y más tarde el de Sara Ruddick —Pensamiento maternal— me mostraron cómo las mujeres en Estados Unidos se estaban ocupando de sus diferencias con el patriarcado. Ya en Italia había un movimiento grande entre las feministas que se ocupaban de la diferencia sexual de una manera positiva.

La crítica posmoderna del ‘faloegocentrismo’ suscita muchos temas importantes. No obstante, creo que el reconocimiento de la importancia fundamental del regalar puede ser un antídoto al faloegocentrismo en un plano de realidad (con repercusiones importantes en el plano psicológico y el verbal). Espero que mi uso del modelo del experimento de Vigotsky en la formación de conceptos pueda aclarar como llega a existir el patriarcado, como los hombres son ‘logoficados’ y las mujeres ‘reificadas’. La ventaja del modelo de Vigotsky es que presenta la formación de conceptos como un proceso dinámico con etapas, y no es un cuadro estático de semejanzas y diferencias.

Transfiere al plano de la psicología cognitiva una temática que ha sido importante para la filosofía desde el problema uno-muchos de Aristóteles hasta las preguntas de Derrida acerca de la ejemplaridad. Veo este problema como un síntoma de siglos de concepciones patriarcales incorrectas.

Vigotsky creía que los niños solo podían formar conceptos en la pubertad. Si la estructura del concepto plantea un enigma a la sociedad, como propongo, altera el contexto en el que nacen niños de ambos géneros, haciendo que les sea difícil a los niños comprender sus propios procesos cognitivos, por lo menos hasta que los ejerciten a otro nivel en la pubertad. Esta consideración me lleva a una teoría del conocimiento que solo mencionaré, y que llamaré Nel blu dipinto di blu (‘En lo azul, pintado de azul’) de la canción Volare de Domenico Modugno. Creo que cuando estamos haciendo algo en nuestras vidas es más probable que veamos cosas semejantes en el mundo que nos rodea. Por ejemplo, fue durante el auge del capitalismo que se desarrolló la teoría evolucionista de la ‘supervivencia del más apto’. Con esto no quiero insinuar que no sea ‘verdad’, sólo que tal vez no hubiese sido visto para nada si la gente no hubiera estado actuando de una manera similar en un nivel diferente. Quizá ha sido importanteen filosofía porque los hombres han estado encarnando la relación uno-muchos en su vida y luego la proyectan en la sociedad. Vigotsky no hubiera estado menos libre de esto que cualquier otro. Además, por varias razones ligadas a la práctica del intercambio, que discuto en este libro, tampoco estamos reconociendo el regalar que muchos de nosotros ya practicamos. Espero que este libro permita que hombres y mujeres no sólo practiquen el dar regalos sino también que vean que ya lo están haciendo en gran medida. Espero que reconozcan que ya están ‘pintados de azul’ y vean el azul del cielo que los rodea.

Creo que mucho del antiautoritarismo de mujeres y hombres puede entenderse como una actitud antipatriarcal correcta. El deseo de poner el corazón por encima de la cabeza o la emoción por encima de la razón es una especie de traducción de la necesidad de poner el paradigma del regalo por encima del paradigma del intercambio. Deberíamos hacerlo no sólo por razones sentimentales (que también tienen que ver con el dar regalos), sino por razones prácticas que tienen que ver con la supervivencia de la vida sobre el planeta. He escrito Per-donar para comprender al patriarcado, para que nosotros, mujeres y hombres, podamos hacer los cambios profundos y de largo alcance necesarios.

Mientras escribía el libro, en cierto punto pensé si no se me acusaría de envidia del pene y de una actitud castradora. Sin embargo, la Diosa quiso que justo en ese momento recibiera una llamada de una amiga de Alemania que me habló de las mujeres en la ex Yugoslavia, y una llamada local de una amiga que es hija de una violación, que estaba trabajando sobre esa problemática. En Bosnia, dijeron, nacieron 18.000 mil bebés como producto de violaciones; muchos de ellos fueron abandonados. ¡Qué historias horrorosas! Después de colgar, al retomar la escritura lloré y grité por la pena, la frustración y la rabia. Dijeron que, a veces, a los hombres se los había forzado a violar para permanecer en el ejército. Violaron y mataron a las madres delante de las hijas, que también fueron violadas. Se extirpaban los bebés del vientre materno y se ponían fetos de perras en su lugar. Podríamos alegar que esto sucedió sólo en la ex Yugoslavia y ubicarlo en un contexto que no pertenece a Estados Unidos, pero he escuchado muchas historias similares de diferentes partes del mundo. Y en 1991, cuando Estados Unidos inició la guerra contra Irak recibimos información de que en los campamentos de la Infantería de Marina los hombres cantaban este estribillo: «Violen a las mujeres, maten a los niños, es lo único que se puede hacer...». Lo siento, hermanos míos. Aquellos de ustedes que desertarían y arriesgarían la muerte para evitar esto... quizá no se aplique a ustedes. Deseo que por el bien de todos nosotros no sea así. Pero ¿se dan cuenta de cuánto dolor e inconmensurable horror provoca este ‘viaje’ de ustedes, o de ellos? Dejen que los hombres que leen esto aprendan a dar dándome la libertad de acción de seguir adelante y contar las cosas como son. Si me ignoran están favoreciendo ese comportamiento. Y lo mismo para ustedes, madres que quieren proteger a sus hijos de recibir un golpe a su autoestima. Protejan a sus hijos no de mí, de la verdad, sino de la sociedad que los convierte en vampiros y devoradores de muertos, y a su instrumento de amor en un instrumento de odio. Protéjanlos de las imágenes fálicas y de las resonancias que las convalidan desde la sociedad en su conjunto, que llevan a pensar que soy ‘poco realista’ y que hacen que les permitan ingresar al ejército o convertirse en fabricantes de armas o explotadores o capitalistas. Todos los violadores y los torturadores tenían madre. ¿Qué puedo decir? ¿Que lo siento porque veo esto con tanta claridad? Lo siento por todas nosotras. Pero si lo vemos podemos detenerlo. Cualquier cosa que podamos hacer para cambiar la situación debe ser considerada. Por favor, lea este libro sabiendo que ésa es su intención.

Disculpas

Disculpas

Pido que se me per-done por el largo tiempo que me tomó sacar estas ideas a la luz. Traté de hacerlo antes, pero no lo logré.

Pido per-dón por todo aquello que pueda ser inadecuado o impreciso en este libro. Como defensa sólo puedo ofrecer esta consideración: una vez que se deja de tomar seriamente a los proveedores del paradigma dominante, es muy difícil recordar con exactitud lo que dicen.

Pido per-dón a aquellas amigas que se sorprendan por mis ideas. Un paradigma está todo conectado y necesita ser explicado de una sola vez. A pesar de que he expresado mis opiniones, a menudo me he encontrado con una falta de comprensión, porque el contexto más amplio de opiniones es invisible. Por esa razón no siempre expuse mi punto de vista (pero sí traté de practicarlo).

Querido lector, si mi análisis en contra del patriarcado le hace sentirse incómodo, quiero poner en claro que creo que toda forma de vida es sagrada y milagrosa, y eso significa que su vida también lo es. El problema es una lógica y un sistema, un paradigma de dominio que se auto-confirma, y un paradigma dominante; no el hombre o la mujer individual. Escuchen la explicación de William Blake en su poema ‘Londres’ en Cantos de experiencia:

«In every cry of every Man,
in every Infant ́s cry for fear,
in every voice, in every ban,
the ming-forg ́d manades I hear».

En cada grito humano
en el llanto de miedo de cada infante
en cada voz, en cada prohibición,
escucho las cadenas forjadas por la mente.

Creo que las cadenas no sólo se forjan en la mente, sino también en lo material, a través de un bucle retroalimentador. Tal vez no podamos romper las cadenas, porque eso requeriría la violencia que confirma la dominación patriarcal. Sin embargo, podríamos abrirlas. En este libro trato de encontrar una llave tan pequeña que pueda calzar dentro de la mente. Por favor tómela y úsela.

«El lenguaje es tan viejo como la conciencia,
el lenguaje es conciencia práctica
que existe para otros hombres también (sic)
y tan sólo por esa razón realmente existe
para mí personalmente también..».

Karl Marx

«¿A quién sirve el Grial?» La Folie Perceval, 1330 A.D.

Introducción a la edición en español

Introducción
a la edición en español

En los 21 años desde la publicación en Inglés de este libro, la situación mundial se ha deteriorado dramáticamente. El medio ambiente se está degradando mucho más rápido de lo que se suponía. Tenemos solamente 12 años para hacer los cambios necesarios a la vida cotidiana como lo ha manifestado el Panel Intergovernamental se las Naciones Unidas sobre cambio climático. Algunos pronostican hasta una extinción masiva de las especies dentro un año y medio1. El mercado patriarcal capitalista es un mecanismo demente, que quita a los pobres y da a los ricos, mientras que volatiliza los dones de los muchos, los desperdicia en guerras devastadoras, reduce civilizaciones antiguas a escombros, mata y mutila a millones, lo que hace que los sobrevivientes arriesguen sus vidas al escapar a los países que se niegan a aceptarlos. La industria de la muerte se ha multiplicado. Las estadísticas varían según la forma en que se recopilan. Algunos 2dicen que cada año se gastan $ 1.7 trillones en armamentos. Por otra parte, el mundo gastó $13.6 trillones en la guerra solo en el 20153. Esto puede compararse con los $ 780 mil millones en 1997, como se muestra en la tabla al final de este libro, que revela cómo la mayoría de las necesidades de todas las personas en la Tierra podrían haber sido cubiertas por menos de una cuarta parte del gasto militar de ese momento. No es mi competencia actualizar las cifras, pero el lector puede ver fácilmente que la economía del cuidado está siendo aniquilada y puesta en peligro por la economía de guerra biopática, hoy más que nunca.

El giro hacia el neoliberalismo y el terremoto económico del 2008, que se «resolvió» al convertirlo en una ventaja para los que lo causaron (bancos, otras instituciones financieras, corporaciones e individuos) tanto en los Estados Unidos como a nivel mundial, ha sacudido y con razón, la fe de los muchos en el capitalismo. Esto ha dado lugar a una búsqueda de nuevas formas de economía. Mientras que los neoliberales cuentan con un «crecimiento» sin límite, muchos otros se están volcando hacia el «decrecimiento».

A pesar de todo esto yo veo un rayo de esperanza y es que ahora hay un interés generalizado en la economía del regalo, aunque a menudo no se le da ese nombre y no se establece la conexión con la maternidad y la mujer. Este punto ciego no me sorprende ya que los profundos patrones maternos no han sido reconocidos durante milenios en la cultura patriarcal, aunque ahora es urgente que este reconocimiento comience de nuevo. Infortunadamente, el feminismo académico en Europa y Estados Unidos ha eliminado en gran medida la maternidad como un tema central para las mujeres. Dos de los esfuerzos que contrarrestan esta tendencia son l «Estudios Matriarcales Modernos» fundado en Europa por la filósofa alemana Heide Goettner-Abendroth y «Feminismo Matricentrico» y la iniciativa más reciente en varias décadas de Andrea O’Reilly que organizó e investigó sobre la maternidad en la Universidad de York en Toronto, Canadá. Estoy convencido de que la economía del regalo se deriva de la economía materna temprana, de donaciones gratuitas entre madres e hijos y de los patrones interactivos establecidos durante ese tiempo. Estos son los patrones del matriarcado antiguo y moderno (no una imagen de espejo del patriarcado) y de una economía no aceptada del regalo matri-centrico que coexiste y contrasta con el patriarcado / capitalismo actual. En realidad, esta economía del regalo alimenta el mercado y es dominada, denigrada e invisibilizada por él. Los patrones del regalo materno no se entienden como tales, sino que se consideran inclinaciones morales o comportamientos poco realistas o «primitivos».

Por lo tanto, son invisibles como la estructura subyacente de lo que se consideran las «facultades humanas superiores», como el lenguaje e incluso la razón misma. Trato este importante problema en el presente libro, pero exploro sus aspectos aún más detalladamente en mi libro más reciente, «El regalo en el Corazón del Lenguaje, la Fuente Materna del Significado» (Mimesis, 2015).

Si vemos el pensamiento capitalista patriarcal como un solo sector (manipulado) del pensamiento humano, nosotros (mujeres y hombres) podemos identificarlo como la causa de nuestros problemas y encontrar una manera de pensar y actuar de manera diferente, una forma que ya tenemos dentro de nosotros como hijos de nuestra madre. Es decir, la economía del regalo materno nos da una perspectiva profunda desde la cual podemos aislar conceptualmente el mercado del intercambio y el patriarcado y verlos juntos como la estructura parasitaria negativa que son. Al volver a concebirnos como una especie intensa maternal , podemos renunciar a las especies suicidas y la destrucción del planeta.

Los recientes desarrollos en la psicología infantil4 y la neurobiología «interpersonal»5 proporcionan una incursión en los efectos de la relación madre-hijo en la epigénesis de las conexiones neuronales, mostrando cómo la crianza se convierte en naturaleza desde nuestros primeros momentos. Los patrones de estas conexiones se establecen en aquellos años durante los cuales el niño humano depende completamente de los regalos de otros y, por lo tanto, necesariamente vive en la economía libre. La economía del intercambio quid pro quo comienza a imponérseles a los niños solo después de los primeros 3 años porque es solo entonces, después de que aprenden el idioma, que comienzan a entenderlo. Todos los seres humanos heredan el legado común de la economía del regalo, que es requerida por la biología de los niños pero que se proporciona socialmente. Algunas culturas integran estos patrones básicos en sus formas de satisfacer las necesidades, mientras que en otras, como la nuestra, los patrones básicos son alterados por el patrón de intercambio, que eventualmente permite que el mercado se convierta en un parásito de la economía del regalo. Una situación interesante y paradójica es que ahora se está creando con el auge de la tecnología que elimina el trabajo humano. Los robots, los autos que se conducen y los drones tienen el potencial de hacer obsoleto el trabajo humano. Como la gente teme por la pérdida de sus puestos de trabajo en el mercado, es obvio para mí que una economía matriarcal del regalo es la solución disponible. ¿Cómo podemos llegar ahí? Debemos salir y alejarnos del mercado al que hemos estado vinculados. Curiosamente, ya sea que las necesidades y los deseos materiales se reduzcan por «decrecimiento» o se reduzcan porque están satisfechos con la alta tecnología, la respuesta es paradójicamente la misma: una economía del regalo fomentará la cooperación y la ética del cuidado de todos, creando comunidades y relaciones individuales. . También podríamos retroceder gradualmente hacia proyectos de regalos parciales: bancos de tiempo, eco aldeas, cooperativas, proyectos de permacultura, redes y nuevas comunidades, así como proyectos de donaciones en línea como Wikipedia. Al hacer esto, sería importante reconocer que la economía del regalo materno es la plantilla y el objetivo final viable. La alternativa negativa a estas soluciones es mantener la explotación de muchos por pocos, desarrollando técnicas cada vez más «inteligentes»6 que permiten que unos pocos (corporaciones y sus individuos) continúen saqueando los regalos de todos y de la Naturaleza, si el entorno es adecuado. No se destruye primero, hasta que la estructura más pesada se destruye a sí misma, llevándose consigo a miles de millones de personas inocentes. Cambiar el paradigma hacia la economía del regalo ahora en este momento crucial abrirá el camino hacia una economía de regalos matricéntricos y permitirá que surja la «superestructura» colectiva de la «base» del regalo. Así, como ya estoy tratando de hacerlo en este libro, al revisar las superestructuras ideológicas para incluir la base de regalos que ya existen, nos indica la dirección que debemos tomar para la supervivencia de todos aquí en la Madre Tierra. Ya lo estamos haciendo, tenemos la capacitación para ello, dada por el lenguaje, dada por la razón, dada por nuestras madres. Depende de nosotros entregar este regalo al futuro.

Quiero aprovechar esta ocasión para agradecerle a Angela Cuevas, cuya invaluable ayuda y apoyo incondicional han hecho posible esta edición en español. El experimento social de la Eco-aldea Nashira en Colombia, que ella inició, es un brillante ejemplo de cómo poner en práctica la economía de regalos dirigida por mujeres y los valores matriarcales inclusivos en la realidad actual. Un sincero agradecimiento también a Liliana Wilson por su paciencia para ayudar a revisar la traducción durante muchos años. Gracias también a todas las mujeres de la red Internacional «Feminists for a Gift Economy» que son mis hermanas en esta lucha por que el Mundo de la Madre si es posible.

Austin, Texas, junio 2018


Notas al pie

1. https://guymcpherson.com/climate-chaos/climate-change-summary-and-update/(accessed June 3,2018) Vuelva a la nota al pie del texto.↩

2. https://www.sipri.org/media/press-release/2018/global-military-spending-remains-high-17-trillion (accessed June 3, 2018) Vuelva a la nota al pie del texto.↩

3. https://www.washingtonpost.com/news/worldviews/wp/2016/06/09/ the-world-lost-more-than-13-trillion-last-year-because-of-war/?noredirect=on&utm_term=.6180f00e4bcd (accessed June 3 2018) Vuelva a la nota al pie del texto.↩

4. Por ejemplo el volumen colectivo edito de Stein Braten con articulos de Braten mismo, Colwyn Trevarthen, Andrew Meltzoff y muchos otros, On Being Moved From Mirror Neurons to Empathy,Amsterdam: John Benjamins (2007) Vuelva a la nota al pie del texto.↩

5. Ver tambien Schore, Allan, Affect Regulation and the Origin of the Self: The Neurobiology of Emotional Development. New York, Routledge (2016 [1994]). Affect Regulation and the Repair of the Self . New York, WW Norton (2003). Y tambien Siegel, Daniel M.D. The Developing Mind, Second Edition, New York, The Guilford Press (2012). Vuelva a la nota al pie del texto.↩

6. Por ejemplo, mercantilizando cosas que antes eran gratis, como el agua y las semillas fértiles, o utilizando el Internet para recopilar información personal, lo que ha dado como resultado la mercantilización del usuario (cuyas opciones anteriormente eran al menos nominalmente gratuitas). Algunos hacen la occurencia «Si es gratis, usted es el producto que se vende» (a los anunciantes). Vuelva a la nota al pie del texto.↩

Capítulo 1 ¿Dónde comenzar?

Capítulo 1 ¿Dónde comenzar?

Tanto el capitalismo como el comunismo son patriarcales. La filosofía del cambio social, más amplia y profunda que estos, es el feminismo. Yo creo que el feminismo es una filosofía colectiva, un corpus de pensamiento y de acciones basado en los valores de las mujeres del mundo entero, que en la actualidad se manifiesta en la conciencia de todos. El patriarcado ha contagiado a mujeres y a hombres a lo largo de los siglos, distorsionando nuestra visión del mundo y deformando nuestras prácticas socioeconómicas. La agenda del feminismo tiene el objetivo de liberar a todos —mujeres, niños y hombres— del patriarcado, sin destruir a los seres humanos, que son sus portadores, y al planeta Tierra, donde viven.

Ubicarse fuera del patriarcado a las mujeres les permite colocarse en una situación similar a la de los antiguos filósofos presocráticos, que estaban pensando antes del comienzo de la cultura socrática patriarcal. Si rechazamos los patrones de pensamiento que han emproblemado y plagado la cultura europea, se abre ante nosotros un inmenso terreno inexplorado. Es necesario reconectarnos con nuestra inocencia, con los corazones que no han hecho la guerra, que nos han empujado a cuidar a los niños y a los ancianos, a pesar de grandes dificultades en vez de abusar de ellos. Necesitamos rechazar el punto de vista patriarcal del mundo y empezar de nuevo —mirando en forma ingenua a través de nuestros propios ojos.

Cuando pongamos en duda aquello que nos enseñaron, encontraremos la verdad, pero nuestra habilidad para reconocerla ha sido anestesiada, sumergida profundamente en los estratos de la historia de los individuos, de las culturas y de las especies. Es el despertar de la perspectiva formulada colectivamente por las mujeres lo que prueba que la especie humana no fué una equivocación de la Madre Naturaleza. Al adoptarla, las mujeres, y los hombres que las siguen, podrán revertir la destrucción de los seres humanos y del planeta.

Para rechazar el pensamiento patriarcal es necesario distinguir entre este y un pensamiento alternativo. Las disciplinas académicas tienden a expandirse formando mundos a los cuales contribuyen miles de investigadores y pensadores internacionales. A pesar de los muchos‘avances’, validan una visión del mundo y una realidad en las que el abuso y la dominación son endémicos a muchos niveles. Hay una falla relativamente simple y fatal que socava el pensamiento ‘primermundista’, incluido el pensamiento académico. Iniciamos las investigaciones después de la ocurrencia de esta falla por lo que desde ya estamos bajo su influencia. El punto de vista ingenuo nos permite comenzar al principio, antes de esta falla. Los académicos suelen montarse sobre el pasado en un lugar después de la falla, pero así esta no se puede identificar. Sin duda, ésta parece constituir la realidad. Es al principio que podemos esperar encontrar la alternativa.

Por circunstancias de la vida, he podido volcar mi mirada ingenua sobre un área académica de gran importancia en el siglo XX: el estudio del lenguaje y de otros sistemas de signos. Cualquiera que sean sus otros logros, la lingüística, la semiótica y la filosofía del lenguaje han señalado la importancia fundamental del lenguaje para el carácter y la condición del ser humano. Si el lenguaje es tan importante, entonces el estudio del lenguaje —de la lingüística y de la semiótica— constituye un buen punto de partida para investigar el pensamiento patriarcal.

La comunicación a través del lenguaje se considera, actualmente por los académicos, como una actividad separada e independiente gobernada por reglas. Según algunos lingüistas, el hecho de que todas las comunidades humanas utilicen el lenguaje constituye una prueba de que éste se transmite, en gran parte, no culturalmente sino genéticamente. Las reglas de la sintaxis e incluso hasta ciertos elementos del vocabulario aparecen para ellos como parte del hardware que se transmite de generación en generación. A mí me parece que estas dotes genéticas predeterminarían nuestro comportamiento lingüístico, de manera semejante en que «la biología es destino». En este sentido el lenguaje se asemejaría al género, cuyas características fueron consideradas durante siglos como características transmitidas biológicamente y, por lo tanto, eternas e incuestionables, sobre todo por el género ‘genéticamente inferior’.

Si consideramos el lenguaje como un regalo del ADN y no como una herencia cultural, lo colocamos en un área que está mas allá de la intervención humana. En cambio, si concebimos el lenguaje como un don social, que debe ser aprendido por la totalidad cuerpo-mente joven en desarrollo, variará en este sentido nuestra idea del carácter del ser humano. Lo aprendido queda sujeto a una revisión colectiva, sus mecanismos pueden ser investigados y las consecuencias pueden ser alteradas.

Por extraño que a mí me parezca, las consideraciones sobre la transmisión genética del lenguaje son tomadas en serio y repercuten en otras disciplinas. Se crea un ambiente donde ciertas ideas encajan y prosperan porque son valoradas como permitidas y respetables, mientras se desacreditan sus alternativas. El llamado ‘mercado libre’ de las ideas, como el mercado libre del comercio, suele promover el beneficio de unos pocos (¿acaso de los genéticamente superiores?), aunque se presenta como si fuera bueno para todos.

Cada vez que hablamos de la condicion humana, debemos someter nuestro discurso a, por lo menos, dos pruebas: «¿Qué hay para mí en el plano material?» y segundo, «¿Qué hay para mí en el plano psicológico?». La crítica de la ideología ha mostrado que sistemas completos de pensamiento han servido para el dominio de unos grupos sobre otros. Se debe sospechar de todas las disciplinas académicas. Los conjuntos de ideas que nos han sido enseñadas como verdades irrefutables respaldan los sistemas políticos y económicos de los que forman parte.

Afortunadamente, he estado fuera del mundo académico y no dependo de él para mi bienestar material. Por eso he conservado mi ingenuidad. Deseo un cambio social radical; como madre, quiero que mis hijos y los hijos de todas la madres gocen de un futuro sano, cuerdo y libre de la psicosis colectiva del patriarcado. Mi retribución psicológica sería contribuir efectivamente a forjar ese futuro.

Espero probar que hay una explicación feminista del lenguaje, y que nuestro pensamiento se puede re-enmarcar, en gran parte, como un derivado de prácticas que se basan en la mujer. Bajo las abstracciones de la lingüística y la semiótica, existe un paradigma completamente diferente al que es posible acceder. Algunas feministas, justamente desoladas por el dominio masculino del lenguaje, han optado por escribir y hablar poéticamente como alternativa. Algunas incluso han escogido permanecer en silencio para substraerse del discurso patriarcal. Sugiero que, encontrando y adoptando concientemente el paradigma escondido, podemos empezar a liberar del control patriarcal tanto al lenguaje como a la práctica social.

Pese a interminables discusiones, los filósofos no han podido contestar la siguiente pregunta, «¿Cómo se ‘enganchan’ las palabras con el mundo?». Esta pregunta es el fin de un hilo enredado en la maraña de la filosofía patriarcal y, por lo tanto, constituye un buen lugar para iniciar una investigación ingenua. Todas las respuestas a este interrogante están influidas por la postura patriarcal de los filósofos, en su mayoría hombres, que han pensado al respecto. Sus puntos de vista se desarrollaron a partir de la negación del modelo femenino, y han servido para apoyar las jerarquías patriarcales a lo largo de los siglos.7 No pretendo refutar una por una las teorías actuales o pasadas del lenguaje, pues haría de este libro una tarea académica infinita, realizada precisamente en el territorio de aquellos a quienes quiero desafiar. Simplemente propondré una teoría alternativa.

Plantearé algunas preguntas que necesitan respuesta. Es necesario saber cómo ‘significan’ las palabras, las frases y los discursos. ¿Cómo se relacionan entre sí y con el mundo? ¿Cuál es la importancia del lenguaje para la naturaleza del ser humano como individuo y como especie? ¿Por qué es importante para nosotros saber esto? Dado que se considera que el lenguaje juega un rol vital para nuestra evolución como seres humanos el responder a estas preguntas en terminos de un sistema abstracto, nos hace identificar nuestra humanidad con nuestra capacidad para el pensamiento abstracto, con la consecuencia de que aquellos que tienen un pensamiento más abstracto son considerados más humanos que los otros.

A las mujeres se les ha asignado por estereotipo el campo de la ‘emoción’, mientras que los hombres se han apropiado del área de la ‘razón’. Si creemos que el lenguaje es un sistema abstracto que tiene la capacidad de hacernos humanos, la ‘superioridad’ del hombre parecería estar justificada por su presunta capacidad para la abstracción. Las teorías del lenguaje respaldan teorías o al menos creencias populares de género.

En otro nivel de complejidad, si se considera la sintaxis como un conjunto de reglas, ésta también atribuye a los seres humanos el caracter de ser gobernados por reglas. De este modo se otorga validez a nuestros sistemas legales, y los hace parecer como naturales porque como la sintaxis también son coleciones de reglas y requieren actividades gobernadas por reglas. Lo que ocurre en la academia, en cuanto al lenguaje, puede repercutir ampliamente en el resto del mundo. Las teorías económicas académicas tienen efectos importantes en la manera en que los bienes se producen y se distribuyen en todas partes. Aun cuando los efectos no son directos, los supuestos que cimientan estas disciplinas influyen en el comportamiento individual y grupal en muchos áreas de la vida.

Cambiar los supuestos básicos tendría un efecto multiplicador, porque estos son la motivación y la justificacion de las políticas y de los comportamientos, en la misma forma en que la existencia del complejo militar e industrial es la motivación y justificación de la política exterior de Estados Unidos.

Co-creación del patriarcado

En Estados Unidos, el movimiento de la Nueva Era suele hablar de la co-creación de la ‘realidad’. Se dice que con nuestros pensamientos podemos provocar que ciertas cosas ocurran y otras no. Intentaré demostrar que estamos creando colectivamente una realidad patriarcal, que actualmente es biopática (es decir, dañina para la vida), y mi propuesta es que desmantelemos esta realidad. Nuestros valores y las interpretaciones autodeterminantes de la vida que hacemos a causa de ellos, crean una ilusión dañina que nos lleva a actuar y a organizar la sociedad de una manera perjudicial. Este es un sentido en que nuestros pensamientos sí provocan lo que sucede. Si entendemos lo que estamos haciendo, la realidad patriarcal puede ser cambiada. Primero, debemos tener el coraje de cambiar los supuestos básicos, que sirven como mecanismos de seguridad, para evitar que ocurran cambios sistemáticos profundos.

Si bien la dominación masculina existe en muchas culturas (o en casi todas), quiero dirigir mi atención hacia la dominación del hombre blanco. Muchos patrones de dominación y de sumisión se han unido para crear un patrón de dominación característico de ese grupo, a todos los niveles.8 Con esto no quiero decir que todo hombre blanco sea dominante, o que sólo los hombres blancos dominan, sino que los patrones de sexo, raza y clase se combinan perfectamente para permitir y promover que los hombres blancos dominen en diferentes áreas de la vida. Los patrones de dominación se propagan a sí mismos, y también propagan los valores en que se basan.

En la historia de Europa, el crecimiento del capitalismo y de la tecnología, la matanza de las brujas, la invasión de las Américas, el genocidio de los indígenas, la esclavización de los africanos, el Holocausto nazi, todos, son momentos extremos de una cultura donde el sexo, la raza y la clase trabajan juntos como un mecanismo gigante para privilegiar a unos y explotar a muchos otros. Desafortunadamente, este mecanismo fija la pauta y convalida comportamientos similares en otras culturas. Dictadores del mundo entero suben las escaleras erigidas ante ellos por sus hermanos europeos, perpetrando horrores.

En la actualidad, los hombre blancos son los proveedores más exitosos del patriarcado. Mediante mecanismos como el mercado libre, ellos continúan dominando la economía global. Por lo tanto, es responsabilidad de sus cuidadores, especialmente de las mujeres blancas —en alianza con las mujeres y hombres de color y con los hombres blancos—,volverse en contra del patriarcado y desmantelarlo desde adentro. Debemos dejar de recompensensar las conductas y los sistemas biopáticos. Las mujeres y los hombres con valores del cuidado no deben alimentar al patriarcado.

El capitalismo le ha dado ventajas a muchas mujeres especialmente a las mujeres blancas. Es así como nos ha permitido alcanzar unas posiciones estructurales que antes estaban reservadas a los hombres. Formar parte de la fuerza de trabajo y educarse para ocupar puestos de autoridad ha permitido a muchas mujeres adquirir una voz —la habilidad de hablar y de definir las situaciones— un logro difícil para las mujeres que sólo tienen acceso a los roles tradicionales dentro de la familia, donde los hombres poseen toda la autoridad.

Muchas mujeres están usando su libertad para hablar en contra del sistema que las ha ‘liberado’ respecto a sus muchos defectos que las afectan directamente como: los bajos salarios, la falta de centros para el cuidado de los niños y el sistema que privilegia permanentemente al hombre. También condenan la explotación de sus hermanas y de los hijos de sus hermanas en el llamado ‘Tercer Mundo’, tanto en Estados Unidos como en el exterior, el enorme despilfarro de recursos destinados al negocio de las armas y a la guerra y la devastación endémica del medio ambiente.

Pienso que las mujeres dentro del capitalismo están en una posición particularmente favorable para percibir la verdad detrás de las ventajas aparentes; porque aún nos educan para criar a nuestros hijos y al mismo tiempo nos alientan para que escalemos los peldaños económicos. La contradicción entre los valores que acompañan a estos dos mandatos nos impulsan a dirigir nuestra atención hacia las profundas contradicciones del sistema mismo.

Las terapias y las drogas de todo tipo tienden a tratar de ‘ajustarnos’, a obligarnos a concentrarnos en nosotras mismas, como la causa de nuestro malestar. Sin embargo, muchas feministas han comenzado a mirar hacia afuera, en contra del sistema biopático. No estamos utilizando los métodos violentos del sistema, estamos buscando otras maneras de provocar cambios desde adentro.

Creo que todavía no hemos tenido éxito, porque no nos damos cuenta de que tenemos una perspectiva común con las mujeres en todos lados y de que los problemas que estamos enfrentando son sistemáticos. Revelando los eslabones entre los diferentes aspectos del patriarcado, y descubriendo y asegurando nuestros valores comunes y alternativos, las mujeres podemos comenzar a desmantelar el patriarcado, recrear la realidad y guiar a todos desde el borde del desastre hacia la paz.

El paradigma del regalo

Hay un paradigma fundamental, con efectos extendidos y lejanos, que nos afecta a todos pero que no notamos. Resulta extraño que en los tiempos de los viajes espaciales, de la computación y de la ingeniería genética, algo verdaderamente importante pueda ser ignorado. Deberíamos recordar el concepto del ‘elefante en la sala’ de que se habla en Alcohólicos Anónimos. La gente que niega el alcoholismo del otro, no lo menciona. Para mantener el statu quo vuelca su atención hacia otras cosas.

Creo que hay una gran parte de la vida que es negada e ignorada. A diferencia del alcoholismo, es la forma de ser saludable y normal, pero estamos dirigiendo la atención hacia otro lado para mantener una falsa realidad: el statu quo patriarcal. A esta parte de la vida que no se ve, la denomino ‘El paradigma del regalo’. Es una manera de construir e interpretar la realidad que se deriva de la practica del cuidado de la madre y que, por lo tanto, se basa en la mujer (por lo menos, mientras sea la mujer la que cuida al niño la mayor parte del tiempo).

El paradigma del regalo enfatiza la importancia de dar para satisfacer la necesidad del otro. Está orientado por la necesidad y no por las ganancias. El satisfacer gratuitamente las necesidades del otro —el nutrir o cuidar al otro, es a menudo descontado y suele parecer invisible o vacío de información en nuestra sociedad, porque se basa en lo cualitativo y no en lo cuantitativo. Sin embargo, el satisfacer las necesidades crea un vínculo entre los que dan y los que reciben. Reconocer la necesidad del otro y actuar para satisfacerla convence al que da de la existencia del otro. Análogamente, recibir del otro algo que satisface una necesidad prueba la existencia del otro para el que recibe.

Las necesidades cambian y son reemplazadas por otras nuevas, según la manera en que éstas se satisfacen, se desarrollan los gustos y nacen nuevas necesidades. A medida que crecen, los niños requieren independencia y las madres también pueden satisfacer esa necesidad al negarse a satisfacer otras necesidades de los niños.

En oposición al regalar existe el intercambio, que es dar para recibir. Aquí el cálculo y las medidas son necesarias, como también lo es establecer una ecuación entre los productos. En el intercambio hay un movimiento lógico orientado por el ego y no por la necesidad del otro. Quien da usa la satisfacción de la necesidad del otro como un medio para satisfacer sus propias necesidades. Irónicamente, lo que llamamos ‘economía’ se basa en el intercambio, mientras que el regalar se circunscribe al ámbito del hogar, pese a que el término ‘economía’ significa originalmente ‘cuidado de la casa’. En el capitalismo, el paradigma del intercambio reina sin ser cuestionado, y constituye el pilar principal de la realidad patriarcal.

Incluso muchos de aquellos que quieren desafiar al capitalismo sólo proponen una economía sin dinero, una economía de trueque, que desde luego se basa en el intercambio. Creo que ellos colocan mal la línea divisoria entre los paradigmas haciendo al dinero el factor responsable en vez del intercambio, entonces ellos no pueden ver la alternativa que ofrece el dar unilateralmente. Ayudando mantener el statu quo y la economía del intercambio hay un concepto de la naturaleza humana como egoísta y competitiva, cualidades que son requeridas y aumentadas por el capitalismo. Las cualidades requeridas y aumentadas por el cuidado de la madre son, la orientación hacia el otro, la amabilidad y la creatividad. A pesar de que son imprescindibles para criar a los niños, es muy difícil cumplir con estas cualidades, incluso exigiendo el autosacrificio, ya que una de las consecuencias de la economía del intercambio es la escasez para la mayoría. Estas cualidades no son consideradas como parte de la ‘naturaleza humana’, ni como parte de la realidad.

Creo que el paradigma del regalo está siempre presente en nuestras vidas, pero estamos acostumbrados a no verlo. El intercambio, con su requerimiento de medidas, es mucho más visible. Sin embargo, aún cuando saludamos al prójimo y le decimos «¿Cómo está usted?», le estamos preguntando «¿Cuáles son sus necesidades?» ‘Co-muni-cación’ implica darnos regalos (del latín munus —regalo). Es como formamos la ‘co-muni-dad’.

Al satisfacer las necesidades de los niños que dependen de ellas, las madres forman los cuerpos de aquellos que viviendo juntos constituyen la comunidad. Ellas también cuidan y mantienen las herramientas, las casas y los lugares donde se producen las interacciones comunitarias. Nos comunicamos entre nosotros a través de nuestros regalos de bienes, a través de la co-muni-cación. Cada regalo lleva consigo algo del proceso del pensamiento y de los valores del que da y afirma el valor del que recibe. De hecho, los bienes y servicios que se otorgan de manera gratuita para satisfacer las necesidades dan valor por implicación a quien los recibe.

Intercambio

El intercambio a diferencia se refleja a sí mismo. Requiere que la atención esté concentrada en la equivalencia de los productos y el valor que se le podría haber dado al otro retorne al que dá, como satisfacción de sus propias necesidades. En el intercambio la satisfaccion de la necesidad del otro es solo un instrumento para satisfacer nuestras propias necesidades. Cuando todo el mundo hace esto, la co-muni-cación se altera y sólo tiene éxito al crear un grupo de egos aislados, sin vínculos, independientes, y no una co-muni-dad.

En sus aislamientos, estos egos tienden a desarrollar necesidades artificiales para el cuidado y los vínculos, y utilizan el dominio para procurarse el sentido de comunidad y de identidad que les falta, forzando a otros a cuidarlos. Utilizan todo, desde la violencia personal hasta la manipulación de los sistemas abstractos, para lograr la satisfacción de sus necesidades, satisfacción que no se está recibiendo al no participar directamente en las interacciones del donar y el recibir.

De hecho, nuestra sociedad está hambrienta de regalos gratuitos y de los vínculos creados por ellos. Nuestra compasión está bloqueada y parece que sólo podemos sobrevivir negándonos a dar y a recibir. Aún más el no dar está matando a aquellos que podrían dar. Igual que el no recibir está matando a aquellos que tienen necesidades materiales. Para mantener esta situación aberrante, es preciso establecer leyes y pagar a las fuerzas armadas para que las apoyen.

Se destinan enormes cantidades de dinero para alimentar el sistema judicial, el gobierno, la policia y las fuerzas armadas. Estos gastos provocan escacez y la escacez hace que sea muy dificil el dar unilateralmente y por lo tanto el intercambio se convierte en un mecanismo necesario para poder sobrevivir.

Los sistemas legales abstractos y las organizaciones jerárquicas, tales como el gobierno y las fuerzas armadas, son sistemas de reparto de regalos que se apropian de las necesidades de los muchos en la comunidad, y se destinan a satisfacer las necesidades de grupos especiales de intercambio, que han sido socializados con un ego hambriento de ‘tener más’.

Si bien podemos estar agradecidos con aquellos que intercambian (los empresarios) por la creación de empleos, debemos recordar que los puestos de trabajo permiten que el empresario obtenga lo que Karl Marx denominaba ‘plusvalor’ —y que nosotros podríamos llamar regalo de tiempo de mano de obra entregado por el trabajador. Para poder sobrevivir, el trabajador o trabajadora debe también recibir muchos regalos de sus cuidadores. Los regalos son distribuidos de acuerdo con una jerarquía, de abajo hacia arriba, de los pobres hacia los ricos, de los que regalan a los que intercambian, aunque pareciera que el flujo va en la otra dirección.

La dinámica del intercambio ha parecido tan natural que no requeriría ser investigada. Sin embargo, el intercambio es en efecto artificial, pues deriva de un mal uso de la co-municación. Si comprendemos que el intercambio no es natural y que no es uno de los pilares de la realidad, nos daremos cuenta de que estos criterios para valorarnos a nosotras mismas no dependen de cómo participemos en el intercambio. De hecho, para muchas mujeres el propósito de nuestra liberación consiste en lograr que se nos permita participar más plenamente en la sociedad. En Estados Unidos, esta sociedad es un patriarcado capitalista. Las mujeres nos sentimos incómodas con esta situación porque nuestros valores son diferentes y muchas veces esto impide que seamos exitosas. La solución a nuestros problemas no consiste en cambiar para adaptarnos al esquema patriarcal sino en cambiar el esquema para que este se adapte a los valores de la mujer. Y dicho cambio requiere que afirmemos que estos valores son más viables que los valores del patriarcado. Debemos entender y criticar profundamente el patriarcado para poder darnos cuenta de que ya tenemos la alternativa en nuestras manos.

En vez de reclamar el respeto (del lat. respectus: re-de nuevo, spectus-mirar) de aquellos que han prosperado en este sistema, tenemos que tomar una posición fuera de este sistema. Además, la palabra ‘re-speto’quiere decir mirar de nuevo, evaluar y ser igual que, es decir, con conceptos basados en el intercambio, que son importantes únicamente cuando el cuidar todavía no se considera la norma.

En la medida en que modifiquemos nuestro enfoque para validar el paradigma del regalo y señalar los defectos del paradigma del intercambio, podremos observar como muchas cosas cambian su apariencia: el capitalismo patriarcal, que parecía ser la fuente de todo bien, se revelará como un sistema parasitario donde los de arriba son alimentados con regalos por sus ‘anfitriones’, que están más abajo. Las ganancias son regalos entregados gratuitamente a los que intercambian por los otros participantes en el mercado y por aquellos que los alimentan. La escasez es necesaria para el funcionamiento del sistema de intercambio y no es solamente el resultado desafortunado de una insuficiencia humana o de calamidades naturales.


Notas al pie

7. Observando la superficie del lenguaje, me pregunto el significado psicológico que los filósofos y los lingüistas asignan especialmente a aquellos términos que tienen que ver con «regalar» y que necesitan tener un don genético, o términos económicos como «deben» y «no deben». Éstas son claves para las agendas ocultas del patriarcado psicosocial. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

8. No pretendo cubrir todas las diferentes formas de patriarchía que ocurren en diferentes culturas: estoy usando patriarchía Euro-Americana como un ejemplo para comparar e identificar sus características y diferencias con otras patriarchías. Vea el capítulo 5 para entender este tipo de raciocinio. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

Capítulo 2 - El lenguaje y el dar

Capítulo 2 El lenguaje y el dar

Dado que utilizamos el lenguaje durante nuestra vida diaria, y gran parte de nuestro pensamiento ocurre en el lenguaje, es obvio que tendría un gran efecto en nosotros —no sólo como un proceso o un instrumento, sino también como un modelo. Además, el lenguaje tiene el poder de surgir de los otros, de los muchos. Es una conexión profunda con las otras personas de la sociedad, es una parte importante de nuestra socialización en la niñez. El hecho de que todas las sociedades humanas posean un lenguaje no implica que el lenguaje tenga una base genética. Hay otro aspecto que todas las sociedades comparten: el cuidado hecho por las madres. Esta constante social no depende tanto de la naturaleza biológica de las madres como de la naturaleza biológica de los niños, quienes nacen completamente dependientes. Si nadie se encarga de satisfacer sus necesidades, ellos sufrirán y morirán. Además, la satisfacción de esas necesidades se produce fuera del intercambio, porque los infantes no pueden devolver el equivalente de lo que reciben.

Por lo tanto, quienes cuidan de los infantes están forzados a ejercer un altruismo funcional. La sociedad a menudo interpreta las capacidades biológicas de la madre —tales como el embarazo, el alumbramiento y la lactancia —para asignarle a la mujer el rol de madre y de cuidadora. Las niñas son educadas con los valores que les permitirán actuar en maneras orientadas hacia el otro que son necesarias para cumplir este rol.

Si vemos la co-municación como el cuidado material o el dar gratuito que forma la co-munidad, podemos observar que el cuidado que la mujer brinda es la base de la co-mun-idad del núcleo familiar. La familia nuclear, especialmente la relación entre la madre y los niños, es apenas un vestigio de la comunidad basada en el dar general que podría haber existido en tiempos pasados o que podría llegar a existir en el futuro. El aislamiento entre las islas de comunidad hace que el modelo del regalo sea débil, mientras que la escasez en la que nos vemos obligados a vivir dificulta el dar, ya que muchas veces el dar en estas condiciones exige el autosacrificio y, por lo tanto, resulta poco realista para muchos.

Si bien la escasez hace difícil el cuidado material, hay una cosa de que disponemos en abundancia ilimitada y para la cual casi todos nosotros poseemos los ‘medios de producción’. Disponemos de una provisión ilimitada de lenguaje, que nos permite producir frases siempre nuevas. Nuestro vocabulario es finito, pero sus combinaciones son infinitas.,9 Recibimos y damos palabras o frases gratis de otros y a otros sin tener que pagar. El lenguaje funciona como un tipo de economía del regalo. No la reconocemos como tal porque no le otorgamos validez al regalar en nuestras vidas económicas, y de hecho sólo reconocemos la existencia específica del cuidado en la relación madre-hijo. Por eso no se nos ocurre utilizar el regalar como un punto de comparación para entender el lenguaje. Con el lenguaje creamos los vínculos humanos que hemos dejado de crear a través de la co-municación material. El lenguaje nos brinda la experiencia de cuidarnos en abundancia, que ya no tenemos —o que aún no hemos obtenido— en el plano material.

Muchas de las palabras que usamos para conversar están relacionadas con «regalo»: atribuir una propiedad, dar un significado o un mensaje, transmitir información. El lenguaje, el medio de expresión de la comunidad, ha hablado de sí mismo, pero nosotros no le hemos prestado atención porque hemos estado escuchando al patriarcado. El lenguaje no decía lo que nosotros esperábamos. Lo hemos interpretado como una metáfora postal—como un paquete o codificador de la información que se envía, se abre y luego se decodifica. Pienso que la metáfora postal es una manera de esconder el regalo dentro del envoltorio.

Esta idea me ha hecho pensar que si el lenguaje es lo que permitió la evolución de los seres humanos, quizás es el aspecto del regalar en abundancia lo que hizo la diferencia y no el sistema abstracto. Si pudiéramos reinstalar una co-munidad donde se regalara en abundancia, podríamos desarrollarnos de nuevo, como pretenden los partidarios de la Nueva Era y muchos otros. De hecho, creo que la propia economía del intercambio es la que impide nuestra evolución.

Según la lógica de la maternidad, el que cuida debe poner atención a las necesidades del otro. La recompensa para este comportamiento es el bienestar del otro. Hay muchas clases de necesidades y a veces es muy dif ícil comprenderlas y satisfacerlas. El dar y el recibir de manera continuada genera expectativas y recompensas, permite el conocimiento del otro y de los bienes que satisfacen las necesidades, crea el compromiso de seguir cuidando y la expectativa de esta continuidad, construyendo una relación. Cada participante se modifica de alguna manera por la experiencia.

Aún cuando los bienes materiales no estén disponibles o no se usen, puede surgir la necesidad de vincularse con la otra persona. Llamo necesidad comunicativa a esta necesidad de vincularse, de establecer una relación. Las palabras son objetos sociales verbales que han sido diseñados para satisfacer las necesidades comunicativas. Dado que utilizamos las palabras para satisfacer las necesidades comunicativas respecto de algo, podemos considerar las palabras como regalos. La madre primero cuida a su niño o niña con bienes y servicios, y luego lo cuida y nutre con palabras. El niño, a su vez, es capaz en efecto de participar en el tomar turnos con su madre dándole regalos comunicativos antes de brindar regalos materiales.10

Las palabras como regalos

Surge la pregunta ahora acerca de la materialidad del regalo verbal. Si bien podemos identificar una palabra como una unidad de sonido que se repite y que comparte esta característica con las demás palabras, sólo se la puede usar para satisfacer las necesidades comunicativas y no para satisfacer directamente las necesidades materiales. La palabra ‘pan’ no satisface la necesidad de comer. Sin embargo, las necesidades comunicativas pueden a veces ser utiles indirectamente para satisfacer las necesidades materiales. Por ejemplo, la frase ‘Hay pan en la alacena’ puede interpretarse como un servicio que ayuda a alguien a satisfacer su necesidad material de pan. El decir la palabra ‘¡pan!’ como una petición satisface la necesidad del oyente que el hablante sepa lo que aquel necesita. Podríamos considerar el léxico como una colección de regalos que satisfacen las diferentes necesidades comunicativas. Cada palabra es una secuencia de fonemas, un programa de comportamientos vocales, que puede ser identificado por la necesidad o las necesidades comunicativas que satisface.

El hervir un huevo es una secuencia de comportamientos relacionados con diversos objetos materiales que satisfacen la necesidad de comer un huevo cocido. Pronunciar la palabra ‘huevo’ es una serie de comportamientos vocales que satisface una necesidad comunicativa, estableciendo una relación con otros respecto a un huevo o huevos. La capacidad de brindar información deriva de la especificación de una experiencia a través del uso de las palabras-regalos, porque la relación que se establece entre nosotros no es sólo con las palabras en sí mismas, sino también con cosas en otros niveles de realidad. La capacidad de recibir información basándose en el uso de las palabras da un valor a esas palabras por la satisfacción de necesidades materiales y también por la satisfacción de necesidades comunicativas.

Preguntarse si las palabras-regalos son bienes o servicios es como preguntarse si la luz está constituida por partículas o por ondas. Los tipos de necesidades comunicativas que las palabras-regalos satisfacen han proliferado para hacer uso de ellas así como en nuestro planeta el ojo y la corteza visual han evolucionado para hacer uso de la luz. Es útil considerar la materialidad de las palabras como algo entre los bienes y los servicios, porque los regalos del plano no verbal que ellas re-presentan pueden ser de diversos grados de materialidad.

Desde el amor hasta el color verde, desde la luna hasta el capitalismo, toda clase de cosas no verbales son re-presentadas por cosas verbales creando la co-muni-cación verbal y la formación de co-muni-dades lingüísticas y, a veces, materiales.11 Así como el dar y el recibir bienes materiale constituye los cuerpos físicos de los miembros de una comunidad, el dar y recibir objetos verbales contribuye a la formación de sujetos sociales con identidades psicológicas.

Relaciones

El dar y recibir palabras-regalos organizadas en frases y discursos crea una relación humana entre las personas respecto a las cosas en el mundo. La necesidad comunicativa es la necesidad de relacionarse con el otro respecto a algo. No podemos obligar a la otra persona a relacionarse con algo. Sin embargo podemos interpretar su falta de relación como la necesidad de un medio para lograr esa relación, y podemos satisfacer esa necesidad con una palabra-regalo. La necesidad surge de las circunstancias en que la gente se encuentra para hablar de algo. Una persona da a otra palabras-regalo que re-presentan dan de nuevo) las partes del mundo pertinentes. Somos seres sociales y el lenguaje nos permite incluir a los otros en experimentar el mundo con nosotros.

Si digo ‘Mire el atardecer’, estoy satisfaciendo la necesidad del oyente de saber que está atardeciendo y que yo creo que es algo que merece ser visto. Al proveer a esa persona esas palabras (que ya conoce) en el presente, satisfago su necesidad de una relación momentánea conmigo y con el atardecer, que es la misma necesidad que yo tengo de relacionarme con esa persona y con el atardecer. Se supone que yo estoy percibiendo el atardecer, de modo que la motivación de mi hablar es incluir a la otra persona en mi experiencia, satisfaciendo lo que yo entiendo como su necesidad de ser incluida en esta relación. La sociedad en general nos ha provisto de la palabra ‘atardecer’ como una palabra-regalo que puede utilizarse para satisfacer las necesidades vinculadas con los atardeceres.

La recepción creativa de quien escucha esas palabras-regalos la sitúa en una relación humana inclusiva conmigo, y al mismo tiempo dirige su atención hacia el atardecer de manera que podemos incluirnos el uno a la otra no sólo respecto a las palabras pero al relacionarnos en formas similares a través de nuestra atención a una experiencia no verbal compartida. La relación con la experiencia no verbal es tambien en cierto sentido un regalo, que llamamos usualmente información. Mirar con otro un atardecer puede ser una experiencia positiva para los dos participantes, y como tal satisface una necesidad experimencial estética pero también hay informaciones que parecen decididamente negativas.

Por ejemplo, la frase ‘Yo te odio’ crea una relación común entre nosotros respecto a mi emoción negativa hacia ti. Esta emoción no es ciertamente un regalo para ti, pero es útil que tú sepas lo que yo siento, por lo tanto mi frase se puede ver como un regalo o servicio, aunque sea negativa. Creo que tanto en la vida como en el lenguaje, hay muchos niveles de regalos que están ocultos, porque no los miramos. Podemos decirnos cosas positivas y podemos nutrirnos de esa manera, pero aun cuando decimos cosas negativas o neutras, quien escucha tiene muchas maneras de recibir lo que se le ha dado transformándolos en regalos a través de su creatividad.

La frase de Karl Marx citada en el frontispicio de este libro, «el lenguaje es la conciencia práctica, la conciencia real, que existe también para los otros hombres [sic] y que, por tanto, comienza a existir también para mí mismo;» identifica una lógica de la orientación hacia el otro como la lógica de la comunicación. Esto conduce a la segunda pregunta del Grial, «¿A quién sirve el Grial?» o en términos más simples «¿Para quién es?». Esta pregunta, siempre pertinente al regalar, a menudo permanece sin preguntarse y sin responderse en nuestra sociedad basada en la ganancia.

Procesos generales y particulares

Un aspecto de la comunicación a través del lenguaje que imita el rango de posibles experiencias del momento a un presente compartido, que desde luego puede también incluir la mención de otros lugares y tiempos, a menudo nos proporciona un tema o el hilo de un cuento alrededor del cual podemos organizar nuestro comportamiento y volver juntos a visitar e interpretar nuestra experiencia. El hilo del cuento y los temas de nuestra conversación son regalos de un terreno común, en el que crecen nuestras diversas subjetividades.

Creo que el lenguaje opera combinando cosas constantes y generales de manera contingente y particular. Podemos identificar las cosas constantes y generales al extraerlas del flujo de la conversación en el nombrar y en el definir. Su generalidad queda en evidencia cuando se aíslan en esta manera. En la frase ‘Los perros, animales de cuatro patas, menean la cola y ladran’, esta frase nos permite considerar a los perros y la palabra ‘perros’ en su generalidad. Sin embargo, es el uso de las palabras por las muchas en innumerables combinaciones en frases particulares lo que les da su generalidad. Las palabras son el producto común de la colectividad pero también son necesidades comunicativas generales.

Cuando cualquier cosa se vuelve relevante y valiosa para los muchos, a tal punto que las personas necesitan relacionarse entre ellos respecto a esta, surge una palabra para llenar esa necesidad. Si la necesidad para la relación inclusiva es solamente contingente y pasajera, llenamos esa necesidad creando una frase, combinando palabras que satisfacen las necesidades con respecto a los aspectos constantes de la cosa o del tema en cuestión. Una necesidad comunicativa contingente y pasajera puede surgir a partir de cualquier experiencia.

En la frase ‘Después de la tormenta el sol hizo que las gotas de agua brillaran’, una necesidad comunicativa contingente para relacionarse con otros considerando una situación particular transitoria se satisface al combinar palabras que a su vez pueden ser usadas en otras partes, en otras frases con respeto a otras situaciones contingentes. Los elementos de estas situaciones son relevantes repetidamente para la sociedad de los que se comunican verbalmente, de tal manera que una necesidad común surge del regalo verbal que les puede ser otorgado y una palabra constante surge para satisfacer esa necesidad.12 En la homonimia, una misma palabra puede ser usada para satisfacer necesidades respecto de distintas cosas y en la sinonimia, una cosa se puede relacionar con diferentes palabras.

Las necesidades se construyen unas encima de otras, y las necesidades comunicativas pueden surgir con respecto a contextos verbales y no verbales. Si la situación que da origen a la necesidad comunicativa contingente es compleja, podemos armar un discurso combinando frases que usamos para satisfacer una variedad de necesidades comunicativas contingentes con respecto a esa situación. Las frases trabajan en conjunto en los discursos para presentar un tópico en común, y para satisfacer las distintas necesidades comunicativas que surgen al respecto.

La lógica del regalo es la lógica es la del UR

Algunos filósofos y lingüistas a veces han explicado el lenguaje en función de estructuras lógicas subyacentes, tales como lenguajes más simples —lo que no explicaría cómo trabaja el lenguaje en sí mismo— u otras estructuras y procesos elementales. Uno de estos procesos era el de causa y efecto. Se creía que era posible reducir la estructura sujeto-verbo-objeto a una estructura subyacente de causa y efecto. Un ejemplo a menudo usado es la frase ‘Juan mató a María’ a la cual se le dio una «traducción» en terminos de causa y efecto: ‘Juan le causó la muerte a María’. Me horroriza la hostilidad hacia la mujer (probablemente inconsciente) que solemos encontrar en los ejemplos de los lingüistas. Tal vez se deba a la culpa que sienten por negar el paradigma materno (¿María?) como explicación del lenguaje. Pero muchos lingüistas concluyeron que no era apropiado reducir el lenguaje al proceso de causa y efecto, tal vez porque no brinda información suficiente. En efecto, no conlleva las consecuencias de la relación humana como las que implica el regalar.

Sostengo que el regalar es el proceso lógico al que debe reducirse el lenguaje. No sólo las palabras pueden ser vistas como regalos que satisfacen necesidades, sino también la estructura sintáctica sujeto, predicado, objeto puede ser visto como derivada de el que da, el regalo (o servicio), y el que recibe. Por ejemplo, en la frase ‘La niña golpeó la bola’, ‘la niña’ es la que da, ‘golpeó’ es el regalo (o servicio) y ‘la bola’ es la que recibe. La ‘traducción’ sería entonces ‘La niña le dió un golpe a la bola’.

La intencionalidad del dar se encuentra en muchas acciones humanas y en la intencionalidad del hablar. Un sentido de movimiento y consumación que transmite una frase transitiva simple es similar al movimiento y consumación que se producen cuando se da un regalo. En efecto, regalar es un acto transitivo, es el movimiento de algo desde un lugar o una persona hacia otro lugar u otra persona. En la frase en voz pasiva ‘La bola fue golpeada por la niña’ se coloca el énfasis en el que recibe y no en el que da el regalo.

El cuidado de la madre es el proceso social necesario en el principio de la vida, y es también el momento en que ocurre el aprendizaje del lenguaje. El cuidado es un universal cultural, requerido por la biología —no de los adultos pero sí de los infantes. Para cada una de las diferentes culturas, la maternidad puede aparecer como parte de la naturaleza de las cosas, pero para las madres la necesidad de cuidar es social y su logro es intencional. La capacidad de la madre de lactar es una ventaja biológica que hace del cuidado algo más conveniente, pero las mujeres deben hacer el cuidado en un contexto cultural dentro de los parámetros sociales. En la maternidad hay una transferencia intencional de bienes y servicios desde un adulto hacia un niño, desde la que da hacia el que recibe.

Esta experiencia es fundamental para los infantes, ya que su vida depende de ella. También es importante y formativo para los que cuidan, porque toma muchísimo tiempo. No debe sorprendernos que la mitad de la humanidad sea educada desde su nacimiento para el cuidado materno, porque éste requiere de mucha atención y compromiso. Un libro reciente, The Language Instinct de Steven Pinker,13 atribuye nuestra capacidad lingüística a un don genético. De la misma manera, hasta hace muy poco tiempo, la maternidad era considerada instintiva. En ambos casos, la lógica del regalo está escondida por la negación.

La situación del cuidado es más fundamental que la condición de la objetividad. La experiencia de los regalos gratuitos dados por la madre y recibidos por el niño es más básica para el ser humano que el conocimiento de la relación causa-efecto. La madre es la que da—su cuidado es el regalo o servicio—y el niño es quien recibe. Este proceso se desarrolla mientras el niño aprende el lenguaje en alineamiento con una estructura sintáctica de sujeto (el que da), predicado (el regalo) y objeto (el que recibe).14

Si las palabras son regalos verbales que satisfacen las necesidades comunicativas sociales constantes, en la estructura de un discurso interpersonal, el que habla es el que da, las palabras y las frases son los regalos, y el que escucha es quien los recibe. Las frases son combinaciones de palabras que satisfacen las necesidades comunicativas contingentes.No es muy arriesgado pensar que el proceso de combinación de palabras pueda regirse, también, por la lógica del regalo.

La hipótesis de que el lenguaje se basa en el dar y recibir nos permite observar los múltiples niveles en los que pueden presentarse, y explicar los aspectos aparentemente misteriosos del lenguaje como elementos del proceso del dar en cualquier nivel. Primero, hay el nivel de co-muni-cación material —la madre le da regalos o servicios al niño. Segundo, hay una co-muni-cación verbal —la madre le habla al niño.15 Tercero, las palabras son regalos sociales: cada una satisface las necesidades comunicativas constantes. Cuarto, las palabras se combinan en frases que satisfacen las necesidades comunicativas contingentes. Quinto, el mensaje y el tópico pueden considerarse regalos, cuando satisfacemos la necesidad de saber algo o de hablar de algo. Sexto, en el nivel de la sintaxis (dentro de la frase), la relación sujeto-predicado-objetoretrasa la relación entre el que da, el regalo y el que recibe.

Es importante ver esto como a una relación sintáctica que ocurre en el nivel de las palabras mismas, porque en el nivel de las cosas que las palabras re-presentan los regalos pueden ser negativos, como en «El niño le pegó a la niña» o en «Juan mató a María» (traducción: «Juan le dió muerte a María»). En el nivel de la comunicación material, tal violencia es contradictoria y dañina, pues causa mas necesidades dolorosas en vez de satisfacer necesidades. No obstante, al nivel de la estructura de la frase, el proceso del regalo puede funcionar independientemente del nivel de la experiencia. Entonces, las frases «La niña golpeó la bola», «Mamá hizo un pastel», o «Juan mató a María», tienen la misma estructura de donante, regalo y receptor aunque en el nivel de la realidad, son eventos muy diferentes.

Al nivel sintáctico podemos mirar a las relaciones entre adjetivos y sustantivos, adverbios y verbos como relaciones entre regalos y receptores. En la frase ‘El perro blanco corrió rápidamente hacia el portón’, ‘blanco’ se le da a ‘perro’, ‘rápidamente’ a ‘correr’. Los filósofos sostenían que blanco era una ‘propiedad’ de perro y que rápidamente era una ‘propiedad’ de su correr. Blanco se puede llamar una ‘propiedad’ porque... le es dado al perro permitiendo que la palabra ‘blanco’ modifique la palabra ‘perro’, uniéndolos como regalo y receptor transpuestos para satisfacer una necesidad contingente comunicativa que surge de un perro de ese color.

Los lingüistas suelen usar modelos matemáticos, algebraicos o científicos, en lugar de un modelo de vida —pues todavía dicen que las palabras ‘llenan las hendiduras’ de las otras palabras en una frase. Podríamos considerar las ‘hendiduras’ como necesidades, y las palabras como regalos que las satisfacen. Si una palabra sólo puede relacionarse con una clase específica de otras palabras (por ejemplo, el artículo determinado ‘el’ acompaña únicamente a sustantivos), es una clase de regalo que sólo puede darse a cierta clase de receptor. Solamente esa clase de receptor tiene una necesidad (‘hendidura’) para ese regalo. Algunas palabras y grupos de palabras tienen que unirse a otras determinadas; ellas solas no pueden dar sus regalos, pero sirven o son servidas por otros grupos.

Por ejemplo, ‘al portón’ tiene que servir; no es autosuficiente. No es en sí una transacción de dar, ni siquiera un donante, pero un regalo a un regalo. Si se forman vínculos entre el receptor y el regalo, tal vez podamos atribuir el mismo proceso a nuestras palabras. ‘Blanco’ le es dado a ‘perro’ por el que habla por el momento, satisfaciendo así la necesidad comunicativa que surge en torno a un perro blanco. ‘Perro’ recibe el regalo ‘blanco’ y se une a este por el momento.

La transparencia y el ceder

Los regalos se dan en el nivel verbal que interpretan la realidad al re-presentarla en términos de regalar, pero verdaderamente son transparentes a la experiencia. Por ejemplo, los regalos verbales de esta frase son transparentes para el ser blanco del perro, (tenía ese color) poniendolo en primer plano como parte de la experiencia o del tema que los interlocutores pueden compartir.16 La transparencia de la estructura del regalo nos recuerda otra característica del regalar: el que regala se hace a un lado, y cede para darle valor al que recibe. Por lo tanto, podemos fijarnos que sólo el contenido de lo que decimos es un regalo, como cuando transmitimos alguna información, y ésta es entendida y usada por quien la escucha. No nos damos cuenta de que la manera en que decimos algo es un proceso de regalo que se da a muchos niveles.

En el nivel de la ‘realidad’, las cosas que podrían haber sido regalos en la co-muni-cación dan lugar a las palabras-regalo que toman su lugar. Esas cosas se hacen a un lado graciosamente, y permiten que las palabras pasen a primer plano. De hecho, la falta de competitividad de las cosas nos hace olvidar que muchos de ellos jamás podrían haber sido efectivamente transferidos de una persona a otra. Las ideas abstractas, los objetos materiales enormes, las criaturas fantásticas, los estados subjetivos, se hacen a un lado con ecuanimidad igual permitiendo que sus lugares sean tomados y dando valor a las palabras que los toman.

En otro nivel, se puede decir que las emociones que acompañan nuestro discurso o el mero hecho de hablar con los otros cuida a esos otros creando vínculos. Sin embargo, por lo general no reconocemos las estructuras del regalo en el lenguaje, porque ellas también se hacen a un lado, al otorgarle valor a lo dicho y al que escucha, el receptor de los regalos verbales. Otra razón por la que no percibimos las estructuras del regalo es porque son diferentes de las estructuras de la definición-intercambio, y porque sus niveles no se han formado de la misma manera. Las estructuras de la definición-intercambio se apoderan de las estructuras del regalo, del mismo modo en que se construyen instalaciones militares sobre manantiales sagrados de mujeres.

La capacidad interpretativa del regalar ha sido negada y dominada al ver la interpretación como un tipo de ‘penetración’ por la mente. Las frases como ‘la manera en que las palabras se enganchan con el mundo’ o ‘llenar las hendiduras’ sugieren metáforas de la sexualidad masculina. En cambio, desde la perspectiva feminista basada en la maternidad, la relación entre el mundo y las palabras consiste en una relación entre regalos en diferentes niveles, donde la realidad misma es un regalo, desde la percepción de los sentidos hasta experiencia de lo dado. El mundo se hace accesible para los seres humanos a través de los regalos del lenguaje en los múltiples niveles, resultando en la transmisión de mensajes, ideas e información, y en la legación de la cultura. De hecho desde este punto de vista, podríamos llamar a nuestra especie homo donans y no homo sapiens. El dar y el recibir son anteriores a —y necesarios para— nuestra manera humana de conocer. Son la base de una ‘gramática’ universal no sólo del lenguaje sino de la vida.

Transitividad

También podemos observar la estructura del regalo en el nivel de la transitividad lógica. El silogismo, sobre el cual la diciplina de la lógica fué fundada como «Si ‘A’ entonces ‘B’ y ‘B’ entonces ‘C’, implica que ‘A’ entonces ‘C’», puede ser visto como transposición de la transitividad del regalo: «Si ‘A’ da a ‘B’ y ‘B’ da a ‘C’ entonces ‘A’ da a ‘C’». Así tanto la lógica como el lenguaje derivarían de la maternidad y no de la capacidad de abstracción. Los conectores lógicos (artículos, preposiciones, partes del discurso, prefijos, sufijos) alteran los tipos de regalo que las palabras son, por el hecho que son dadas a ellas y se ligan de vez en cuando de diferentes maneras. Las respuestas acerca de las preguntas ¿cómo?, ¿dónde?, ¿cuándo?, etc., satisfacen necesidades comunicativas que surgen alrededor de la capacidad misma de dar y recibir.

Cuando la experiencia que se describe no es una transacción de regalo completa, no obstante podemos usar la estructura del regalo para transmitir el mensaje al que escucha: ‘El perro blanco corrió rapidamente hacia el portón’ es ‘intransitiva’. El perro sólo se da en forma ostensiva; presenta (da) el comportamiento para que nosotros lo percibamos. La información adicional que se da con ‘hacia el portón’ aumenta el carácter útil de la frase pues señala hacia dónde se dirigía el comportamiento de correr. ‘Hacia el portón’ le da una ubicación a ‘corrió’ y lo hace así más específico.

El patriarcado ha asignado ‘actividad y creatividad’ al hombre y ‘pasividad y receptividad’ a la mujer, porque ha sido ciego a la creatividad del regalar y el recibir. Tanto el regalar como el recibir son creativos. El uso de lo que se nos ha dado es necesario para que lo recibido sea un regalo. Si no lo usamos, es inútil, no tiene vida. El hecho de que la capacidad de recibir sea tan importante como la capacidad de dar se manifiesta en nuestra capacidad de transformar las frases activas en pasivas, y viceversa. Más aún, el que recibe en un determinado momento, puede ser en el que regala en el proximo cuando pasa el regalo a otras manos: ‘La niña golpeó la bola que golpeó la ventana’.

Quien habla podría ser considerado el que recibe una experiencia, que le transmite nuevamente al que escucha. Quizás el que habla podría ser considerado como el término medio en una transacción del regalo. ‘A da a B, B da a C’. El que habla (B) al describir un evento pasa a otro (C) el regalo que la vida o «la realidad A le ha dado» (A). El da un regalo que también involucra su creatividad receptiva: y ya ha seleccionado algunos de los rasgos de su experiencia que son más importantes que otros. Su re-presentación da valor a los elementos que ha seleccionado.

El que escucha enfatiza algunos de los elementos que se le han dado y colabora activamente en la creación del producto que recibe. El estereotipo de género y la importancia que la sociedad otorga al intercambio hacen parecer que hay una gran parte de la actividad humana (masculina) que no es regalo, que no está dirigida a la necesidad. Si volvemos a colocar el paradigma del regalo en su lugar central, entre los registros interpretativos a través del cual nos dirigimos al mundo veremos que gran parte de la actividad humana se orienta a la satisfacción de las necesidades en algún nivel. Consecuentemente el lenguaje aparece no como una concatenación mecánica de actividades (verbales), sino como una colección de regalos y de maneras de dar y recibir, alineados con las necesidades comunicativas que surgen de la experiencia y que proliferan en muchos niveles, dado que hay medios abundantes para su satisfacción.


Notas al pie

9. Muchas de las palabras que usamos para conversar están relacionadas con «regalo»: atribuir una propiedad, dar un significado o un mensaje, transmitir información. El lenguaje, el medio de expresión de la comunidad, ha hablado de sí mismo, pero nosotros no le hemos prestado atención porque hemos estado escuchando al patriarcado. El lenguaje no decía lo que nosotros esperábamos. Lo hemos interpretado como una metáfora postal—como un paquete o codificador de la información que se envía, se abre y luego se decodifica. Pienso que la metáfora postal es una manera de esconder el regalo dentro del envoltorio. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

10. Vemos al mundo a través de la lente del intercambio, por lo que podríamos interpretar este tomar de turno como una forma de intercambio. La motivación de tomar turnos no implica una reciprocidad forzada, sino compartir, alternar el dar y recibir, y comunicación. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

11. Según el Oxford English Dictionary, la palabra «thing» («cosa» en inglés) deriva de una antigua palabra noruega que significa «corte», lo que, en mi opinión, implica el juicio colectivo acerca del valor de algunos artículos culturales. Considero que tanto las palabras como los objetos no verbales son de distintas clases y presentan diversos grados de materialidad, según el juicio colectivo acerca del valor de dichos objetos. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

12. Cabe considerar que las palabras que dan cabida a expresiones idiomáticas ocurren entre la constancia de la palabra y la contingencia de la frase. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

13. Steven Pinker, The Language Instinct, Penguin Books, Londres, 1994. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

14.El hecho de que varíe la forma de expresar estas funciones en los diferentes lenguajes y en el orden de las palabras y la sintaxis, no invalida la hipótesis de que dar y recibir son estructuras de comportamiento de las cuales derivan esas funciones. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

15. Hay una gran cantidad de comunicación que no es verbal y que ocupa un espectro entre la maternidad material y el lenguaje. Sin embargo, es el extremo más abstracto del espectro, que el lenguaje debe ser entendido primero, para luego poder ver bajo esta luz la comunicación que no es verbal. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

16. De esta manera, la frase «la mujer enferma» atribuye la enfermedad a una mujer según una estructura de regalo, creando un tema del que se puede hablar; sin embargo, la enfermedad es un regalo que no se quiere compartir. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

Capítulo 3 - Reciprocidad

Capítulo 3: Reciprocidad

La lógica del dar y la lógica del intercambio son contradictorias entre sí, pero una es construída sobre la otra. El intercambio es un regalo doble, forzado, donde el que recibe debe dar a quien le da el equivalente de lo que ha recibido. El producto de una persona toma el lugar del producto de la otra. Creo que este requisito de equivalencia y toma de lugar son derivativos del nombrar donde el regalo verbal toma el lugar del regalo no verbal y de la definición donde algunos regalos verbales toman el lugar de otros regalos verbales. En el intercambio que opera en el plano material, un ‘regalo’ devuelto ocupa el lugar de mi regalo, y puede parecer servir como lo haría un sustituto-regalo verbal para crear un vínculo afectivo entre quienes lo intercambian.

Sin embargo, el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones, y adquirir el ‘regalo’ equivalente que se nos devuelve se convierte en la única motivación del ‘regalo’ original. Al transformar el proceso de regalar en un intercambio igual, borra la orientación hacia el otro de los dos que intercambian, haciendo su igualdad solo la igualdad de sus propios intereses. El intercambio se convierte en un molde magnético alrededor del cual la sociedad se organiza. Nuestro pensamiento gravita hacia él, otorgándole un gran crédito, tal vez por la similitud con el nombrar y la definición (los procesos lingüísticos de los cuales se deriva y que seguimos usando). El regalar continúa constante pero invisible, y no se generaliza como modelo que es validado al tener seguidores conscientes. De hecho, el paradigma del regalo cede, no compite con el paradigma del intercambio. De ese modo, hay una situación donde el paradigma del regalo le otorga valor y muchos regalos al intercambio.

El intercambio se refleja a sí mismo y, por lo tanto, se auto-valoriza. Tiene una forma simétrica, y el requisito de equivalencia entre los productos cambia de manera radical el foco sobre la necesidad del otro. Porque el intercambio se basa y promueve los intereses de quienes intercambian; hay una equivalencia no sólo entre los productos sino también entre las motivaciones de las dos personas involucradas.

Como en instancias de igualdad, estas instancias son entonces iguales entre sí y así comienza el efecto del ‘salón de los espejos’, que es de nuevo igual a este mismo efecto que se repite en todos los momentos de intercambio, por ejemplo todos los que ocurren en el mercado. El proceso de sustitución y equivalencia en el lenguaje, resuena con y confirma los procesos derivativos del mercado, dando al ‘salón de los espejos’ muchos reflejos abstractos.

La necesidad abstracta de ecuaciones que se establece por el proceso de intercambio en función del (auto) interés de quienes intercambian, adquiere una independencia, un tipo de vida propia. Cualquier cosa que se pueda sustituir por un equivalente aparece como un valor (un valor de intercambio), sea dirigida o no a satisfacer la necesidad del otro. Creo que el excesivo énfasis en la ecuación, mientras se ignora el regalar, es la fuente de la idea de que muchas de las actividades humanas no son dirigidas por las necesidades. Las necesidades abstractas de los procesos de intercambio no se consideran necesidades, sino parte de ‘como son las cosas’. Sin embargo, empieza a ser más importante satisfacer estas necesidades que las necesidades que pudiese tener el ser humano, entonces el proceso de intercambio le quita el lugar al regalar, apareciendo como fuente de los valores ‘humanos’. Por esa razón, tenemos la categoría inhumana y cruel ‘de demanda efectiva’ que impulsa al mercado.

Por que el intercambio requiere de una ecuación, que es igual a otras ecuaciones en el mercado y en otros ámbitos, este conlleva en sí una especie de metanivel17 autoconstruido, que le permite propagarse a sí mismo y permanecer en el primer plano. Al mismo tiempo, el regalar (que sólo requiere de un imitador que sirva como modelo) es empujado hacia el fondo y se lo hace invisible, aunque se lo sigue usando de muchas maneras. De hecho, el intercambio está empotrado de una manera parasitaria en un proceso más amplio de regalar, que actualmente le da al proceso de intercambio, permitiéndole así que continue prevaleciendo. El intercambio en sí se convierte en ‘el otro’ del proceso del regalar.

La generalidad del regalar es capturada por el ser practicada al intercambio, y luego es redefinida como algo inferior o como un intercambio fracasado. El regalar entonces aparece como un caso especial de intercambio incompleto, que tiene solamente un lado y que no puede existir por sí solo. Actualmente la lógica y la práctica del intercambio son parasitarios de la lógica y de la práctica del regalo. Los regalos recibidos permiten dominar la vida y la visión del mundo de los que practican el intercambio y de los que practican el regalar.

Hay un flujo de regalos hacia arriba, en contra de la gravedad, que van hacia las posiciones superiores de las jerarquías patriarcales y se alejan de las necesidades. Se llama ‘reproducción social’ a la presencia de muchas de estas jerarquías del regalo-intercambio, que se apoyan mutuamente por su similitud o por sus servicios. El salón de espejos crea profusas imágenes de las mismas estructuras—y en ese sentido se asemeja al lenguaje—pero estamos siendo guiados por la ecuación que se refleja para tomar la señal de entender el mundo desde el aspecto de la propagación de imágenes similares y uno-muchos en vez de desde el aspecto del regalo del lenguaje.

Quizas es porque hay estructuras similares en diferentes niveles que el paradigma parasitario del intercambio es elevado al nivel de un sistema, que se perpetúa a sí mismo con una ‘mente’ propia. Si estos procesos operan en la formación de las mentes individuales —conciencia versus subconciencia por ejemplo—, quizas están también creando patrones idénticos en una escala social mucho más amplia.

La auto-perpetuación se facilita por la confirmación del hallazgo o la creación de imágenes similares entre sí, en niveles diferentes. Miro estas similitudes entre las estructuras patriarcales en diferentes niveles no como analogías o isomorfismos históricos u homologías, sino como patrones sociales auto-similares, creados por una retroalimentación recíproca de la misma forma de la definición en la definición de género (y viceversa, la definición de género dentro de la forma de la definición) en muchos niveles.

Esta idea de auto-similaridad fue desarrollada por Benoît Mandelbrot en el estudio de la geometría Fractral, donde encontró que los mismos patrones se repetían en niveles o ‘escalas’ muy diferentes. La coliflor es un ejemplo típico: cada flor y cada parte de la flor se parece a la coliflor en su totalidad.18

Creo que lo mismo ocurre en la sociedad, en lo que llamamos ‘estructuras sociales’. En los fractales, los patrones se crean introduciendo el resultado de la ecuación en la misma ecuación millones de veces. Socialmente, estamos haciendo lo mismo –introduciendo la definición de género y sus características «masculinas» resultantes dentro de las estructuras de otras definiciones infinitamente, entonces estamos en realidad creando los mismos patrones en diferentes niveles.

Ilustración 1.

Una imagen fractal se genera al retroalimentar los resultados de una ecuación en la misma ecuación un millón de veces. Derechos de autor © Clifford Pickover; reproducción de la lámina autorizada por Fractal Horizons: The Future of Fractals by Clifford Pickover and J. C. Sprott, 1996.

Este libro es un ejemplo claro y reciente de la problemática de los fractales

¿Es la reciprocidad intercambio o turnarse?

El homo economicus, el protagonista de la economía neoclásica, está hecho a imagen del intercambio. La propia palabra homo, que significa ‘lo mismo’, trae con sí la idea de una ecuación. Educamos a los niños para que sean unidades similares de la masculinidad, para que rivalicen entre sí por una superioridad económica y simbólica. Educamos a las niñas para que alimenten este proceso y eduquen a sus niños según esta imagen. Este tiene el efecto que en el ‘mercado libre’ (un oxímoron) hay más hombres que practican el intercambio y todavía hay más mujeres que practican el regalar.

Nuestros sistemas económicos se basan en el intercambio y nuestro estudio de estos sistemas, la Economía, también está basada en el intercambio. El capitalismo practica los valores de la masculinidad y la masculinidad practica los valores del capitalismo. Puesto que se trata de roles sociales, también pueden ser ejercidos por personas del otro sexo biológico. Sin embargo esto se hace más difícil, ya que la interpretación social de los géneros crea muchos impedimentos para que un género tenga éxito en áreas normalmente ocupadas por el otro. Una de esas áreas es la Economía, la disciplina que estudia el capitalismo.

Porque el estudio de la producción y la distribución de los bienes en nuestra sociedad se basa en el intercambio auto-valorizante y lo promueve, no considera el regalo como ‘económico’. Pero, el regalar es efectivamente la producción y distribuición de los bienes. La microeconomía de una macroeconomía diferente (basada en el regalo) ocurre en cada hogar. El trabajo de la mujer, que es regalado y no remunerado con dinero, ha permanecido invisible para los economistas hasta ahora, porque sólo aquellos que practicaban los valores de intercambio lo estudiaban.

Ahora, algunas mujeres economistas, educadas como otras mujeres para la maternidad y la práctica del regalo, están aplicando los valores del regalo al estudio del intercambio y sus profesiones, y están experimentando una saludable disonancia cognoscitiva. Sin embargo, aún no se preguntan por la validez del paradigma del intercambio como visión de mundo, tal vez porque todavía se mueven dentro de este paradigma, de una manera más o menos exitosa.19

Para quienes están fuera al menos parcialmente de la lógica del intercambio, es más fácil identificar y promover el regalar como paradigma socialmente relevante—de hecho como la solución a los problemas causados por el intercambio. Esta ‘vanguardia revolucionaria’ incluiría no sólo a las mujeres, amas de casa y madres (remuneradas o no), sino también a todos aquellos que no obtienen ganancia en el intercambio, y a su vez lo están entregando en forma inconsciente: estos son los ‘anfitriones’ masculinos y femeninos del parásito.

La mayor parte de nosotros estamos ciegos al regalar debido a la internalización de la lógica autoreflexiva del intercambio. Incluso cuando lo estamos practicando, no ‘re-conocemos’ el regalar, no pensamos en él, en un meta-nivel y no tenemos un meta-lenguaje con el cual hablar de él. Continuamos pensando en términos del intercambio acerca de nuestra propia cultura, e incluso acerca de ejemplos del regalar institucionalizado en otras culturas.

En Francia ha surgido una nueva escuela de pensamiento, basada en los trabajos del antropólogo Marcel Mauss, que dedica mucha atención al regalar, y lo ve compuesto de tres momentos: dar, recibir, y devolver.20 Pero insistir en la reciprocidad esconde el carácter comunicativo del dar y recibir simplemente sin reciprocidad. Que no les permite a estos pensadores hacer una clara distinción entre regalar e intercambiar como paradigmas opuestos.

Para ellos, el regalar parece solamente una variación del intercambio, con un plazo de pago más largo y con un énfasis menor en la igualdad. Los vínculos todavía parecen ser producidos por una reciprocidad forzada en vez de la satisfacción directa de las necesidades. Como muchos hombres, estos investigadores están limitados en sus pensamientos, porque no han sido socializados para la experiencia adulta de la creación de vínculos a través del maternaje. El regalar aparece como una curiosidad, no como una lógica de vida mamífera basada en la madre o un programa para el cambio social.21

Años atrás, la descripción del antropólogo francés Lévi-Strauss sobre el ‘intercambio simbólico de las mujeres’ entre los grupos familiares,22 inspiró mucha especulación entre antropólogos, psicoanalistas, lingüistas y estudiosos de la semiótica en la modalidad del intercambio. Desde el punto de vista del paradigma del regalo, las mujeres son las fuentes de la crianza; en consecuencia, el ‘regalar’ de la mujer es un regalo de los que regalan: un meta-regalo. El ‘intercambio’ (si la interacción es forzada y considerada desde el punto de vista del capitalismo) y el ‘turnarse’ del dar y recibir (si no lo es) tienen un contenido que, en el caso analizado por Levi-Strauss, son las mujeres, la fuente de dar.

El dar y recibir, en vez de la reciprocidad forzada, es la causa de los vínculos. La interacción del cuidar y la recepción del cuidado (o del dar y recibir de la mujeres que cuidan) es el factor mutuamente creativo, no la imposición y el acatamiento de la ley, no la equivalencia del intercambio, ni la reciprocidad forzada. En las sociedades menos marcadas por el intercambio que la nuestra, la práctica del regalo (o ciclos de regalos) tiene como uno de sus fines la definición y especificamente define las relaciones entre los miembros del grupo. Esa práctica del regalo podría considerarse como descendiente del lenguaje, de otro linaje que no es el intercambio, pero que usa el dar y recibir regalos y la co-municación por el fín del estatus. (Vea la Ilustración 2).

Ilustración 2.

Una posible genealogía de co-municación por medio del regalo, el lenguaje y el intercambio

Las mujeres son la Vanguardia

Lewis Hyde, Jerry Martien y otros escritores han analizado23 el ‘intercambio’ de regalos, han trabajado re-interpretando la literatura histórica y antropológica y liberando, al menos parcialmente, la idea del regalo de la coacción del capitalismo. Quizás es porque ellos no han experimentado el maternaje, tienden a concebir el regalo como algo poético del pasado, algo olvidado, marginalizado y encubierto, como fué su propia experiencia con la modalidad del regalar (con sus madres cuando eran niños), que ha sido encubierto pero aún permanece en el inconsciente, en los mitos y en los cuentos. Si continuamos interpretando el acto de dar regalos en términos de reciprocidad (esto es, de intercambio), el discurso queda encerrado dentro de los parámetros del statu quo patriarcal.

Las mujeres reconocemos con facilidad la presencia del regalar en todo lugar, porque tenemos un ejemplo real en la práctica de nuestro rol social adulto (aunque esté socialmente descalificado y devaluado). Por eso las mujeres son la vanguardia; las portadoras de la economía del regalo como programa social, una manera de organizar la sociedad ahora y en el futuro.

La falta de una teoría del lenguaje basada en el regalar dificulta la comprensión del regalar como un principio viviente. Sin embargo, la discusión del dinero como ‘regalo’ y Wampun como ‘actos de hablar’ propuesto por Martien es un puente entre el lenguaje y el dar regalos materiales (como fué Wampun en sí). Martien nos muestra que Wampun eran un medio de co-municación material (interpretado por los colonos europeos solamente como una forma ‘primitiva’ de dinero). Los cordeles de mostacillas hechos con conchillas eran enviados de un lugar a otro para definir situaciones y satisfacer vínculos necesarios de atención y de cuidado. Por ejemplo, unas mostacillas especiales se enviaban a los que estaban de duelo para satisfacer su necesidad de ser consolados. Otras servían para cerrar pactos o mantener promesas entre los grupos sociales. Wampun parecía ser un lenguaje material de muchas palabras, que trascendía la definición para crear la solidaridad y la inclusión mutua, a diferencia del dinero que permanece en un estado donde nombra cada cosa cuantitativamente para facilitar una forma de relación humana más ‘primitiva’, una relación de exclusión mutua, basada en el tener y no tener la propiedad privada.

En nuestra vida, como también en las investigaciones de otras culturas, surge la pregunta: es posible seguir y aseverar un modelo claro del regalar, o acaso al enfocarse en el devolver cualquier transacción será asimilada por el modelo del intercambio. Hay aquí una intersección de dos lógicas distintas; pero suele interpretarse como una pregunta moral (preguntamos: ¿es esta persona realmente altruista o es esto solo una manipulación oculta?), lo que crea confusión y algunas veces nos hace pagar por nuestro actos de amor con vergüenza. Nosotros comentamos irónicamente: «Ninguna buena acción pasa sin ser castigada». El interés propio parece ser la motivación básica de todos los seres humanos, con la escasez como su complemento natural. El bien de la totalidad parece ser, siguiendo a Adam Smith, el compendio de los intereses propios de todos mientras que la orientación hacia las necesidades del otro resulta poco realista e implica el autosacrificio. La reciprocidad es la manera de mantener el interés propio de ambas partes en la interacción.

La costumbre de devolver un poquito más de lo que uno ha recibido, es una manera de confirmar el modelo del regalo, aun cuando a través de la reciprocidad, uno corre el peligro de que su acción se interprete como un intercambio. Sin embargo, este proceso ha sido asimilado en el intercambio como el interés sobre los préstamos. De hecho los prestamistas dan su dinero por la expectativa del regalo extra que recibirán. (Este tipo de intercambio se ha convertido en la norma, de tal manera que un préstamo sin intereses es considerado un regalo).

Tanto los antropólogos, como todos los que vivimos dentro del patriarcado, tenemos dificultad para quitarnos los anteojos-espejos del paradigma del intercambio. Por eso hablan del ‘intercambio de regalos’, confundiendo las dos modalidades desde el principio. De nuevo, el regalar parece ser una versión subdesarrollada del intercambio en vez de un método diferente y más viable para organizar la sociedad. En las llamadas sociedades ‘primitivas’, el regalar a menudo tiene una función simbólica. Creo que esto se debe a que, al imitar el lenguaje como hemos visto en el Wampun los regalos especiales materiales sustituyentes (como los regalos verbales sustituyentes) se dan de una manera organizada con el propósito de crear vínculos específicos entre los que dan y los que reciben.

En otras palabras, tanto el intercambio de artículos por dinero como el ‘intercambio de regalos simbólicos’ son variaciones del mismo tema de la co-municación. Son dos usos alternativos de los patrones entrelazados. De hecho, tanto el lenguaje como la producción y la distribución de los bienes materiales aparecen en todas las sociedades y han coexistido durante milenios. Las sociedades han aprendido a usar sus propios procesos, en una diversidad de formas, para crear nuevos procesos de co-municación.

El lenguaje es una segunda economía (verbal) del regalo, mientras que la definición y el nombrar son procesos especiales decontextualizados del lenguaje.

Estos procesos decontextualizados se transforman en intercambio cuando se transfieren al plano material, cuando las personas sustituyen un producto con otro y los equiparan cuantitativamente.

La introducción del dinero provee un ‘equivalente general’, un regalo sustituyente único (como una palabra), en el cual el valor de todos los productos del mercado, pueden ser expresados y evaluados. Mientras que el dinero brinda un elemento abstracto adicional en el proceso de intercambio, éste no altera su lógica básica. Por lo tanto, el trueque no es una solución a los problemas causados por el intercambio. Sino más bien es un ejemplo de la misma lógica sin dinero.

Si se toma la distinción entre el dar regalos y el intercambio, como el hito entre dos paradigmas básicos de la interacción humana, podemos aclarar un sinnúmero de problemas diferentes, que aparentemente no se relacionan entre sí.

Muchos regalos

Podemos entender muchos aspectos irracionales y dañinos del patriarcado capitalista como un punto de contacto entre los dos paradigmas. El plustrabajo la porción del tiempo del trabajador que no se paga y que se vuelca hacia la ganancia del capitalista, puede ser considerado como un regalo forzado, del trabajador al capitalista. La tendencia de pagar a la mujer menos que al hombre por un trabajo similar, puede interpretarse como un intento de mantener a la mujer en la posición de regalar, reinforzando nuestra práctica del modelo del regalo invisible, obligándolas a dar aún más trabajo gratis (regalos) que nuestros compañeros hombres. Por la igualdad del intercambio y por el valor que le otorgamos (regalamos), calificamos al mercado como ‘justo’, aunque nos está penalizando (El padre sabe más).

La mano de obra no remunerada de la ama de casa se calcula que añade un 40% o más al Producto Bruto Interno. Este es uno de los ejemplos más sobresalientes de trabajo regalado y no reconocido que existe. Tenemos que considerar también los regalos que le llegan a los ricos desde los pobres, al Norte desde el Sur, a las economias basadas en el intercambio desde las economías aún basadas en el regalar. Las diferencias en las tasas de cambio, los niveles de vida y la autosuficiencia de los países ‘en desarrollo’ permite el flujo de regalos de esos países hacia los llamados países ‘desarrollados’.

Este flujo no sólo no es reconocido como tal, sino que se le atribuye la dirección contraria, de tal manera que el Norte aparece como el que otorga créditos, el que brinda ayuda material, información, tecnología, mercados, protección y además una ‘influencia civilizadora’ al Sur, que a su vez queda agotado y lisiado, tratando de pagar el ‘plus’, el interés de lo que ha sido ‘dado’, pero que en realidad sólo sirve para estimular más regalos ocultos que drenan su capital.

Por ejemplo, la disminución del nivel de vida en el Tercer Mundo le sirve al Primer Mundo pues ocasiona una disminución en el precio del trabajo transformando el diferencial del bajo costo de mano de obra y las materias primas en regalos colectivos, entregados por una multitud de personas del Sur a traves de unas pocas del Sur para una pocas en el Norte. El uso manipulador del dar regalos con el propósito de obtener ganancias (apalancando más regalos) es en sí intercambio. Sin embargo, si se malinterpreta el regalo como un intercambio, y las ganancias como aquello que se ‘merece’, entonces se confunden los dos paradigmas. Esta confusión no sólo afecta a los académicos sino que es un punto de vista muy extendido que sirve de apoyo a la explotación.

Los numerosos ejemplos de esclavitud que han emponzoñado la historia del ser humano son evidencia de la tendencia de colocar a grupos de personas en posiciones donde son forzadas a regalar a través del «poseerlos». Las mujeres de todas las razas y todas las culturas han estado en posiciones similares respecto de sus esposos, fueran éstas consideradas sus «propiedades» o no. Para poder acumular capital, los regalos excedentes deben provenir de algún lugar. Por ejemplo, la esclavitud proporcionaba el excedente ‘gratis’ para sus ‘dueños’ en el Sur de Estados Unidos, a pesar del inmenso sufrimiento que ello implicaba para los esclavos.

Pero el intercambio proporciona un mecanismo eficiente para la acumulación, al ocultar los regalos recibidos detrás de la pantalla de una ecuación que aparece como ‘justa’ y una transacción aparentemente basada en una «libre elección» (sin importar la falta de alternativas que muchas veces reducen a la gente pobre a una situación similar a la esclavitud). El capital puede ser visto como los regalos conjuntos de los muchos, capturados por el intercambio y entendidos dentro de los parámetros autorreflejantes del intercambio, como la ganancia justa de una inversión. El intercambio de cosas iguales no produce una ganancia. El regalo laboral es necesario para lograr este propósito.24

Como dijimos anteriormente respecto del lenguaje, es muy fácil ocultar el regalo laboral pues el regalar es transitivo. Si ‘A’ da a ‘B’ y ‘B’ da a ‘C’, entonces ‘A’ da a ‘C’. Luego, si el ama de casa da su trabajo gratis a su marido y éste a su vez da su plus trabajo al capitalista, el trabajo gratis de la esposa pasa de manera transitiva a través del esposo al capitalista. El regalo es también invisible porque desviamos la mirada de la fuente original. A lo más miramos a ‘B’ dando a ‘C’. Lo que está en plena evidencia completamente sin embargo, es el llamado intercambio «equivalente» entre ‘B’ y ‘C’, donde el capitalista le paga un salario al trabajador, un salario que está determinado por el precio de esa clase de trabajo en el mercado.

Si nos enfocamos en el precio ‘justo’ del trabajo, desviamos la mirada del acto de regalar cuantificable y no cuantificable que también está ocurriendo. El intercambio se valida a sí mismo y encaja con los otros intercambios que ocurren en el mercado. Éste flota como un cúmulo de burbujas sobre un mar de regalos ocultos, dados por las mujeres, por los trabajadores, por los malpagados, por los no pagados, por los pobres, por los desocupados (quienes con su demanda de empleo mantienen bajo el precio ‘justo’ del trabajo), y por todas las clases y los países que están en la postura de dar regalos a las clases y los países privilegiados.

También existen los regalos de los consumidores, quienes consistentemente sobrepagan por productos tales como la gasolina, que tienen un costo de producción relativamente bajo pero una utilidad muy alta para la gente, cuyas necesidades han sido determinadas por las industrias de transporte. Existen los regalos del pasado: la plusvalía contenida en el ‘capital fijo’. También existen los regalos (procedentes, sobre todo, de las mujeres) de mantenimiento de los edificios, de los bienes, de los valores de uso y de las personas de generaciones anteriores –sus hijos, su arte, su cultura, y los productos derivados de sus vidas. Hay un enorme flujo de regalos que no ha sido reconocido: los regalos del pasado que llegan al presente, y también los regalos de las clases y los países que están en la postura de regalar que llegan a las clases y los países que están en la postura de tomar.

Existen los regalos de la naturaleza listos para nuestro uso, el aire, el agua, la luz del sol, que por nuestra evolución estamos adaptados para recibir creativamente pero que estamos contaminando y haciendolos escasos al ser gastados y despilfarrados en forma oculta para disminuir los costos (dar regalos) al servicio del paradigma del intercambio. Esta polución obliga a las generaciones aún no nacidas a entregarnos su uso potencial de los regalos de la naturaleza para que nosotros obtengamos una ganancia rápida. Estamos bloqueando el flujo de los regalos hacia el futuro. Nuevos tipos de comercio invaden áreas que antes eran de regalos, desde los restaurantes de comida rápida hasta las lavanderías automáticas. La herencia de todos está siendo comercializada por la industria bio-genética, transformando incluso los regalos (biológicos) de los muchos en ganancias para los pocos.


Notas al pie

17. El «metalenguaje» es el lenguaje que habla del lenguaje. Los términos tales como «sustantivo» u «oración» forman parte del metalenguaje de la gramática. El efecto del «salón de espejos» generado por el intercambio hace que todas las ecuaciones y estructuras reflejas convaliden el intercambio en la sociedad. Por su similitud éstas aparecen diciendo «Esto es normal». El foco de la autorreflexión desvirtúa nuestra visión, exagerando el proceso de intercambio y descontextualizándolo—sacándolo de su contexto—su otro—del regalar. En Principia Mathematica, Bertrand Russell propone la teoría de los tipos lógicos, donde los niveles lógicos «superiores» difieren de los están debajo de ellos. Por ejemplo, la clase de todas las clases es una meta-clase de un nivel lógico superior al de sus miembros. Los meta-mensajes son mensajes acerca de los mensajes y nos dicen cómo interpretarlos. El efecto del «salón de espejos» crea muchos meta-mensajes que mantienen nuestro foco encerrado en los procesos de intercambio. Véase también Gregory Bateson, Steps to an Ecology of Mind, Ballantine Books, Nueva York, 1972. Bateson analiza la potencialidad para resolver los lazos dobles de la esquizofrenia, cambiando los meta-mensajes. Creo que la causa de los lazos dobles son las motivaciones ocultas del intercambio en un meta-nivel. Si se reconoce el regalar como el contexto donde el intercambio y la clasificación están implicados, surgirá un enfoque nuevo acerca de nuestra economía y de nuestra lógica, que le dará valor al regalar. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

18. Para una explicación de la geometría fractal y la noción de similitud en sí misma, véase James Gleick, Caos Making a New Science, Penguin Books, Nueva York, 1987. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

19. Asociación Internacional de Economistas Feministas (IAFFE). Vuelva a la nota al pie del texto.↩

20. Véase, por ejemplo, el trabajo de Jacques Godbout, Serge Latouche y el resumen de MAUSS (Mouvement Anti-utilitariste des Sciences Sociales). Vuelva a la nota al pie del texto.↩

21. En el prólogo a la nueva edición de The Gift de Marcel Mauss (W. W. Norton, Nueva York, 1990), Mary Douglass analiza el intercambio o la reciprocidad en la creación del vínculo del regalo. La autora se basa en su experiencia en una fundación donde aprendió que «al receptor no le agrada el que regala, sin importar lo amable que sea». Afirma que los regalos gratuitos no se deben dar porque «rechazar la satisfacción coloca al acto de dar fuera de los lazos mutuos». Las mujeres también pueden ser seducidas por el paradigma del intercambio para que crean en la reciprocidad y no en la satisfacción de las necesidades, como la fuente de las relaciones humanas. Quiero agregar que existe un malestar psicológico en torno al dar gratuitamente, y que las obras de caridad suelen asumir una actitud paternalista que menosprecia al que recibe, por lo que el receptor tiene sus razones para «no agradarle al que regala, sin importar lo amable que sea», como señala Douglass. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

22. Claude Lévi-Strauss, Anthropologie Structurale, París, Plon, 1958 Vuelva a la nota al pie del texto.↩

23. Lewis Hyde: The Gift, Imagination and the Erotic Life of Property, Random House, Nueva York, 1979. Jerry Martien: Shell Game, a True Account of Beads in North America, Mercury House, San Francisco, 1996. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

24. En Indian Givers (Fawcett Columbine, Nueva York, 1988), Jack Weatherford analiza el impacto del oro y la plata americanos en el capitalismo europeo, al igual que otros innumerables regalos (no reconocidos) que los nativos dieron al resto del mundo. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

Capítulo 4 - Definiciones e intercambio

Capítulo 4: Definiciones e intercambio

Nombrar y su forma más complicada, la definición, constituyen momentos especiales del lenguaje donde las palabras mismas son dadas para satisfacer las necesidades metalingüísticas (necesidades respecto del lenguaje mismo) de los que escuchan. Al nombrar las cosas para el otro, o al definirle las palabras, le proporcionamos los medios de producción de la co-municación lingüística. Esta situación es diferente del discurso en sí, porque el nombrar y el definir están al menos en parte descontextualizados y sus procesos internos son de una clase especial. Nos salimos del flujo del discurso hacia un metanivel, para entregarle al que escucha algo que aún no tiene, un término ‘nuevo’ que satisface alguna necesidad comunicativa constante y general.25

La necesidad que se satisface con el flujo del discurso, a diferencia es una necesidad de una relación presente y contingente con algo, que se satisface cuando el hablante da al oyente un producto verbal, combinando palabras (cada una de las cuales considerada como nombre descontextualizado nos proveería con una relación constante) en oraciones. En el discurso, el oyente mismo podría, en principio, construir las frases del hablante, pero no ha reconocido (en esa instancia) la necesidad de formularlas. En el caso del nombramiento y definición, el que escucha necesita las palabras apropiadas, que aún no tiene y que por eso no puede usar. Su necesidad es comparable con la necesidad material de los medios de producción —sólo que en este caso se trata de medios de producción para la producción de regalos verbales.

En los procesos de nombrar y de definir, el hablante efectúa un servicio para el oyente, comprendiendo lo que éste necesita saber y brindándole una palabra adaptada de tal manera que la pueda aprender. Si una persona está hablando con un infante o con alguien que habla un idioma extranjero, puede decir la palabra al mismo tiempo que la ‘cosa’ está presente como dada por la experiencia. Esta también la puede indicar, alzar o sostener hacia la otra persona etc. Sin embargo, si piensa que el oyente ya tiene algún conocimiento del vocabulario de ese lenguaje, puede construir una frase definitoria usando términos que imagina que el oyente ya conoce.

Para hacer esto, es necesario colocarse en el lugar de la otra persona, pensar en sus conocimientos, ‘leerle la mente’, acerca de su vocabulario y su experiencia de vida. La definición requiere la orientación hacia otro de parte del hablante Este puede adivinar qué palabras usar por haberlas escuchado del otro, cuando hablaba y ella escuchaba. El que habla o el que escribe tiene que usar términos que supone que los otros ya saben, aunque esté definiendo una palabra para el público en general. Si una definición escrita no es clara, el lector se ve obligado a adquirir más conocimientos lingüísticos en otras fuentes; por ejemplo, en un diccionario. Sin embargo, aun las definiciones impersonales del diccionario requieren que los que definen usen términos que los otros puedan entender. Las definiciones no se mantienen solas, como los filósofos (influidos por las ecuaciones y el intercambio) suelen pensar. Son regalos de palabras de una persona a otra o a muchas otras.

El definiens es una frase que forma parte de la definición que funciona como un regalo sustitutivo y provisional por la cosa definida, permitiendo que la relación general social de la cosa con su nombre se lleve al frente. El nombre es la palabra-regalo social y constante que satisface la necesidad comunicativa general respecto de esa clase de cosa en la sociedad en general. El que habla da un regalo individual provisional (definiens) sustituyendolo por la cosa dada, y por la palabra-regalo social (definiendum) y la entrega al que escucha. Por ejemplo, tanto ‘el animal peludo y amigable como la mascota de Tía María’ como ‘felino doméstico’ son ambos regalos provisionales, que se pueden dar a quienes escuchan para definir la palabra ‘gato’. Su selección, o la selección de otras variaciones, depende del vocabulario y de la experiencia que tenga el que escucha (y su necesidad comunicativa), según la interpretación del que habla. El definiendum es provisto como un regalo sustitutivo social y constante (el nombre) para aquella clase de cosas y para cualquiera de los otros definiens respecto a esa clase de cosas. (Vea la ilustración 3).

La implicación es: Lo que el definiens ha hecho con respecto a la cosa, el definiendum puede hacerlo y más. En nuestros ejemplos, ‘El animal peludo y amigable como la mascota de Tía María’ escoge una ‘muestra’ de gato, mientras que ‘felino doméstico’ ubica el animal en una taxonomía, que requiere de un sistema complejo de interrelaciones de definiens y definienda para distinguir entre categorías similares. El definiendum ‘gato’ es más general que cualquier definiens (cualquier frase que define) y toma el lugar de todas las posibles frases definitorias como el nombre de aquella clase de cosas para los hablantes de esa lengua.

Ilustración 3.

Regalos que asumen el lugar de los regalos en la definición.

Al proveer el nombre mediante el proceso de sustituir el definiendum por el definiens, el que habla está regalando las palabras, que a su vez otros le han regalado. Este proceso gratuito de regalar, recibir y pasar a otros, crea subjetividades humanas en relación con el lenguaje, con cada uno y con una enorme variedad de cosas, eventos e ideas cualitativamente diferentes. En esta relación mediatizada lingüísticamente, nosotros los humanos nos encontramos como una especie que se constituye a sí misma y somos capaces de vincularnos de casi tantas maneras como las experiencias que tengamos. Usamos los procesos de regalar y los regalos verbales para vincularnos entre nosotros, a un nivel recién creado de organización de las experiencias—un nivel de asuntos compartibles, dados lingüísticamente.

La definición es una suerte de ‘paquete’ que contiene varios regalos en diferentes niveles. Al crear un definiens, juntando los términos que el oyente ya tiene, el hablante le hace un servicio a éste. Él relaciona algo que hay en el mundo, y el definiens al definiendum, y proveyendo al oyente con el uso de una nueva palabra. Las «cosas» en el mundo —los gatos, por ejemplo— son obligados a ceder por el momento como regalos co-municativos, porque ahora efectivamente hay una frase-regalo sustitutiva que se le entrega al oyente en su lugar —por ejemplo, el definiens ‘felinos domésticos’. Entonces, la combinación de palabras, la frase que constituye el definiens, ‘felinos domésticos’, también es obligada a ceder su posición equivalente en favor del definiendum, ‘gato’, que se hace cargo. Tanto la cosa dada por la experiencia, ‘gato’, y el definiens, ‘felino doméstico’, dan su lugar al definiendum, ‘gato’ como el regalo verbal por medio del cual la comunicación usualmente ocurre con respecto a esa clase de cosas para la gente en esa co-munidad.

La palabra ‘gato’ es más usada para hablar acerca de los gatos y, por lo tanto, es más general que los definiens ‘felino doméstico’, o ‘un animal como la mascota de la Tía María’, o ‘un animal peludo y amigable con una cola larga’. Es usada por más gente con mayor frecuencia que cualquiera de estos definiens. Sin embargo, éstos podrían utilizarse en caso de que surja la necesidad comunicativa contingente de hablar de esos animales de esa manera, con ese nivel de especificidad. ‘Gato’ es más constante y más general que ‘un animal peludo y amigable con una cola larga’. Le dimos el nombre ‘nombre’ a la palabra ‘gato’ y no a frases tales como ‘un animal peludo y amigable con una cola larga’, etc.

Todos estos regalos están ligados por la necesidad comunicativa metalingüística del oyente, y el servicio del hablante que satisface las necesidades. El hablante no guarda para sí su conocimiento del léxico (aunque algunas élites y grupos cerrados lo hacen), sino que lo da libremente al que escucha, preocupándose por crear y proveer un definiens que el oyente pueda entender.

Pese a ser un paquete de regalos, la definición no funciona internamente según el proceso dador-regalo-recipiente, como lo hace la frase transitiva (como lo hemos estado diciendo). Funciona en vez por una sustitución interna y por una sustitución externa.

Ambos un dato no-verbal y una frase ceden su lugar a una palabra general, el nombre que toma su lugar como regalo sustitutivo constante co-municativo que satisface las necesidades.

Quiero mencionar que el verbo ‘ser’, contenido en la definición26 es el sustituto para los actos de sustitución que son el definiens y el definiendum al cual ambos ceden implicando que estos actos idénticos, porque como actos son sustituidos por la misma palabra, trayendo así toda la operación ordenadamente al presente. (Vea la ilustación 4).

Ilustración 4.

Se substituye por actos de substitución

La substitución en la frase

La relación de las palabras con las palabras y de las cosas con las palabras en ‘la niña golpeó la bola’ es diferente de la relación de las palabras con las palabras y de las cosas con las palabras en ‘una bola es un objeto redondo usado para jugar’. En el primer caso, la frase completa es un regalo y contiene dentro de sí el regalo del predicado que el sujeto le da al objeto. En la definición, alguien está entregando el regalo de una palabra a otra persona que no la conoce, mediante la sustitución de algo que el oyente conoce. Por ejemplo, ‘un objeto redondo que se usa para jugar’ es sustituida por algo que el oyente no conoce: la palabra nueva ‘bola’. El hablante es el sujeto donante que da el definiens y el definiendum al oyente que es el receptor del definiendum como una adquisición permanente. El definiens cede su lugar al definiendum, que toma su lugar del mismo modo en que la cosa ‘cede su lugar’ primero al definiens y luego (de manera permanente) al definiendum como su nombre.

El que escucha tiene una necesidad metalingüística inmediata de una palabra que no ‘tiene’. La memoria y la comprensión de ese patrón fonético constituyen ‘los medios de producción’ de una palabra-regalo que los hablantes pueden dar, para satisfacer las necesidades co-municativas de otros y que los oyentes pueden recibir creando vínculos con ellos respecto de esa clase de cosa. El hablante da la nueva palabra satisfaciendo así la necesidad metalingüística del oyente.

Origen del intercambio

Los procesos de sustitución y de ceder en la definición y en el nombrar son los procesos originales desde los cuales se deriva el intercambio. En el intercambio estos procesos han sido retransferidos en patrones de interacción no-verbales, y distorsionados para mediar la clase de necesidad co-municativa que surge de la relación humana mutuamente exclusiva de propiedad privada. Las estadísticas muestran que en el mundo muy poca propiedad privada —quizás sólo el 1% está en manos de las mujeres (quienes, sin embargo, son bien capaces de ejecutar los procesos de nombrar y de definir). Es más, la propiedad privada es una institución que pertenece a las llamadas sociedades ‘desarrolladas’, y no a las llamadas sociedades ‘primitivas’, que no obstante también deben tener los procesos de nombrar y de definir. Entonces, el lenguaje basado en la inclusión mutua del regalo precede al intercambio y a las relaciones de propiedad basadas en la exclusión mutua, que son mediadas por éste. Los procesos de nombrar y de definir donde la sustitución y el ceder son predominantes, han sido estirados y alterados al haber sido transferidos al plano material. Esto se advierte especialmente en el intercambio monetario donde, según su función como regalo sustituto, el dinero crea una imagen auto-similar de la palabra, en una escala diferente. Además en la ausencia del regalar y sin el proceso de intercambio, la institución de la propiedad privada mutuamente exclusiva sería esclerótica e inmanejable, puesto que cada propietario no tendría acceso pacífico a la satisfacción de sus necesidades por los otros.

El uso de estos procesos lingüísticos para evitar el regalar y para mantener el aislamiento de cada uno de los operadores económicos, contradice el principio fundamental de la vida y el lenguaje, que es el dar y el recibir, y crea un ambiente misógino y hostil al que los grupos humanos han tenido que adaptarse. De hecho, nos hemos adaptado tan bien que parece ser natural, mientras que los comportamientos agresivos y competitivos que son necesarios para sobrevivir aparecen como inherentes a la ‘naturaleza humana’ (que se expresa ‘históricamente’, es decir, según el punto de vista masculino).

La existencia de los mismos procesos en el plano verbal y no verbal crea muchas re-verberaciones. Por ejemplo, en nuestra sociedad capitalista actual hay una retroalimentación circular entre la definición verbal y el intercambio no verbal, donde una valida al otro, y asume la función del otro y viceversa. Una persona o un producto se define por la cantidad de dinero que esa persona o ese producto ‘valga’. Los nombres, las categorizaciones, los títulos desde ‘mujer policía’ hasta ‘doctor’ tienen un valor monetario.

Al controlar a la gente a través de su salario, que es una definición por el dinero, respaldan el nombrar, catalogar y definir a los otros por su valor monetario como un medio para controlarlos. Lo nombres de los productos y las marcas justifican los precios más elevados. Vemos los procesos de definición como si éstos dieran significado a nuestras vidas. Si tenemos un título, un grado universitario, un apellido de casada, somos ‘alguien’. Sin embargo, todo este acto de nombrar sucede en una sociedad que no reconoce el regalar como el principio subyacente del significado del lenguaje y de la vida.

Restituyendo los regalos a la definición

El intercambio se refleja en la idea que tenemos de la definición, haciéndola aparecer aséptica –una ecuación intelectual en vez de un paquete lleno de regalos. Entre los regalos ya mencionados, debemos agregar la consideración más amplia que, a veces, la definición sirve para transmitir socialmente las palabras entre las generaciones, entre los grupos lingüísticos, etc. Es más, encontrando un ‘lenguaje común’, utilizando las palabras que muchos otros ya tienen, tanto en el discurso como al ejecutar el servicio de la definición. Quien habla o quien escribe puede comunicarse con personas situadas en distintos puntos del espacio y del tiempo. Debe identificar, usar y construir sobre los términos que otros ya tienen aunque por supuesto, los otros pueden por sí mismos haber hecho el esfuerzo para adquirir estos términos a través de la educación, desarrollando un cuerpo de conocimiento sobre cualquier disciplina o de algún aspecto de la vida (a veces con un lenguaje propio y especializado).

La necesidad de definir las palabras es común, ya que nadie nació sabiéndolas, por esto las definiciones abundan en libros, diccionarios y tratados. También se explora la naturaleza de las cosas en discusiones que buscan definir las clases de cosas. Si está bien construído, utilizando palabras que otros comúnmente tienen, el paquete de regalos de la definición puede continuar funcionando, independientemente de quienes lo han creado. Los regalos surgen para satisfacer las necesidades de quien lee, tan pronto como abre el diccionario.

Esta habilidad para continuar satisfaciendo las necesidades (meta) co-municativas independientemente hace que el origen humano de la definición y la relación entre quien da y quien recibe parezcan poco importantes. En un sentido, podríamos decir que es la sociedad, la colectividad, la que nos da los ‘medios de producción’ verbales, estableciendo así un vínculo con nosotros. En otro sentido, el servicio incondicional y generoso de quien define es fácilmente olvidado, cuando usamos las palabras que se nos han dado para establecer relaciones con los otros.

Equivalencia

Cuando ignoramos el servicio o el regalo implícitos en el lenguaje, creemos que el proceso básico del lenguaje consiste en la forma en que las palabras toman el lugar de otras palabras en la definición, y no en la satisfacción de las necesidades. Se produce una especie de fetichización, en el que el ‘significado’ parece proceder de la relación entre las palabras, en lugar de surgir de la relación entre las personas, al usar las cosas o al usar las palabras respecto de las cosas. Entonces ya que los filósofos se han concentrado en las definiciones para hablarnos de todo, desde la humanidad, hasta Dios, hasta el Ser mismo, investigamos las definiciones para encontrar la relación entre las palabras y el mundo —y sólo vemos que las palabras toman el lugar de otras palabras en sistemas cerrados. No vemos el nutrir como co-municación, ni vemos la necesidad lingüística co-municativa como una necesidad relevante socialmente que surge necesariamente del mundo y de los otros, cuya satisfacción es un fin que motiva la interacción verbal y no-verbal entre los individuos.27

Debido a la plantilla magnética de la lógica del intercambio, la necesidad del otro solo nos parece funcional a nuestra propia necesidad. Su ‘demanda’ debe ser ‘efectiva’ y debe tener una cantidad de dinero adecuada para sustituirlo por nuestro producto, para satisfacer nuestra necesidad co-municativa por el dinero.28 No vemos el aspecto de ‘servicio’ en la definición, solo vemos su llamada ‘función de verdad’, si su ‘intención’ (o significado) corresponde a su ‘extensión’ (las instancias de esa clase de cosa en el mundo).

‘Un soltero es un hombre que no está casado’, es un ejemplo que suele usarse porque el definiens y el definiendum parecen corresponder exactamente. Todo hombre que es soltero es también un hombre que no está casado. Definiciones como ésta son regalos que satisfacen solo la necesidad metalingüística de ejemplos filosóficos de definiciones. El aspecto del regalo metalingüístico de la palabra se ha convertido en un aspecto secundario. La orientación del que define hacia el otro parece también irrelevante respecto de la equivalencia de ‘extensión’ e ‘intención’. Por lo tanto la orientación hacia el otro, se ignora, mientras la definición aparece como independiente y aséptica, no afectada por las relaciones humanas.

Cuando pensamos en el lenguaje, lo hacemos bajo la influencia de las prioridades del intercambio, la necesidad de identificar los bienes, sus medidas y la verificación aséptica y objetiva de su equivalencia para la satisfacción de las dos partes (o de la sociedad en su totalidad). La correspondencia envuelta entre vender y comprar se convierte en el modelo de la correspondencia entre el lenguaje (precio) y la realidad (mercancías). La motivación hacia la necesidad del otro como un fin es ignorada tanto en el intercambio como en el estudio del lenguaje.

Puesto que las definiciones son hechas con las palabras que sustituyen otras palabras, la relación entre las palabras y el mundo parece derivarse de la forma de la definición, de la forma de sustitución como un fin en sí mismo—y sin ver la actividad creativa de dar, recibir y ceder. La relación de las palabras con el mundo parece surgir de la forma de la ecuación (x = y), o de las palabras mismas, o de la voluntad de quien las pronuncia. Al concentrarnos en la sustitución, y sin la idea de regalar, es difícil volver al mundo desde el lenguaje, y entonces aparece solamente que «el sentido de un signo es otro signo»,29 y así en un regreso (aunque sistemático) al infinito como si las palabras no estuviesen del todo ‘enganchadas’ con el mundo.

Regalar en ambos niveles

Parece que ‘re-present-ación’ es un proceso en el que no ha habido una ‘present-ación’ anterior que lo respalde. En cambio la ‘re-presentación’ (tomar-el –lugar-de) es sólo un momento en el proceso de regalar, que es tanto lingüístico como no lingüístico. Sin duda, podemos sustituir un regalo con otro, pero el proceso total, desde la identificación de la necesidad hasta la elaboración del regalo específico —de palabras o frases— que podrían satisfacerla, implica mucho más que tomar-el-lugar-de o sustitución. Implica la orientación hacia el otro, la habilidad de reconocer las necesidades del otro en relación con el mundo y las cosas en el mundo que son relevantes a esas necesidades. Implica el reconocer que uno puede potencialmente satisfacer las necesidades de las otras personas, usando los tipos de cosas apropiadas, y teniendo la motivación de satisfacer al menos las necesidades comunicativas, sino las necesidades materiales. Esto también implica reconocer a los otros como los que satisfacen las necesidades de uno mismo. El punto de vista patriarcal ve el mundo como hecho solamente de aquellas cosas por las cuales debemos competir, y no de cosas que tienen valor porque son relevantes para la satisfacción de las necesidades de los otros.

También es necesaria la orientación hacia el otro para ser capaz de usar las palabras que los otros pueden entender, ponernos en su lugar y considerar lo que ellos no saben como una necesidad que podemos satisfacer. Cada necesidad es un tema con muchas variantes. La necesidad general de comunicarnos acerca de los gatos —para constituir relaciones humanas con respecto a los gatos— abarca todas las maneras en que éstos pueden estar presentes o ser relevantes para los humanos. Individualmente, somos capaces de reconocer esas maneras como necesidades, que surgen de los contextos extralingüísticos o lingüísticos, necesidades que otros puedan tener de relacionarse con nosotros respecto de los gatos. La palabra ‘gato’ se nos ha dado socialmente como un medio para satisfacer, al menos en parte, cualquiera de esas necesidades comunicativas.

Hemos debido recibir de otros material y lingüísticamente en el pasado, para poder ser capaces de dar a otros en el presente. Así debemos haber sido receptores de la satisfacción de nuestras necesidades comunicativas por los que eran orientados hacia los otros que en este caso fuimos nosotros. Tenemos que ser capaces de elaborar frases nuevas según los patrones transpuestos del regalo —como emparejadores poniendo las palabras en la posición de dar a otras palabras. Más aun, tenemos que buscar y usar los vínculos lingüísticos que creamos con otros y con respecto a los regalos del mundo, para desarrollar nuestra subjetividad social, y la de otros. Regalar es el contenido de la forma de la sustitución, que es la verdadera razón de la existencia de la forma. Es lo que importa de la forma; es la matriz (maternal).

El regalar y el ceder no han sido comprendidos como comportamientos enteramente humanos. En el patriarcado, ganar, dominar y avasallar han sido sobrevalorados. Sin embargo, el ceder es un complemento necesario de tomar-el-lugar-de otro. Ser sustituido es un complemento relacional activo y necesario de la sustitución. También recibir es el complemento activo y creativo de dar. En la definición el proceso de sustitución y ceder de los regalos son los elementos funcionales. En la mayoría de las frases en un contexto hablado, el proceso de sustitución está en segundo plano y los procesos de regalar crean transparencia en otros niveles.

Sustituir y ser sustituido son los procesos en primer plano en la definición y el nombrar, porque lo que es dado es una palabra general, un regalo social para una clase de cosa dado a través de una serie de sustituciones. La necesidad que se satisface no es primeramente una necesidad contingente para una relación mutuamente inclusiva de las personas en relación con el mundo, sino una meta-necesidad del otro, de los medios de producción de regalos con respecto a clases de cosas. Tal vez, debido a la fuerza del patrón del intercambio (que es, como hemos dicho, el descendiente de la definición), el proceso de sustitución y de ser sustituido ha sido unilateralizado, omitiendo el llamado lado ‘pasivo’ de la relación. Al faltar uno de los lados, la relación de sustitución (y de ser sustituido) o de tomar el lugar de otro (y ceder) ha parecido no ser una relación en absoluto.30 El lenguaje ya no parece tener ninguna relación con lo que ha sido sustituido. En cambio parece ser, una actividad unilateral puramente verbal sin relación con el mundo, un sistema autosuficiente que usa sonidos arbitrarios de una manera gobernada por reglas para ‘transmitir’ (dar) un ‘significado’ (que tampoco es entendido).

Para los filósofos que ignoran el regalar, la relación de la palabra ‘gato’ con los gatos resulta abstracta; un acto sui generis de parte del que habla (o de la comunidad) que de alguna manera iguala ‘gato’ con gatos, o que impone ‘gato’ encima de gatos, separándolos de los perros y de los monos, tal vez a través de una habilidad ‘transmitida’ (dada) genéticamente. Parece que al nombrar algo lo ponemos en una categoría y éste parecería ser el propósito de la comunicación.

La pregunta que surge es: ¿qué tiene que ver la categorización con el entendimiento? Así caemos en una clase de razonamiento semejante a la propiedad privada —preguntando qué cosas pertenecen a qué categorías. Entonces la persona que tiene más conocimientos es la que ‘tiene’ más categorías. Organizamos las categorías en jerarquías de inclusión y de función, ‘transformando’ las frases particulares, sustituyendo nombres más generales por nombres más específicos subiendo los árboles sintácticos, viendo su interacción como gobernada por leyes o reglas, según lo que es apropiado para sus identidades y clases. Después igualamos estas jerarquías con ‘entendimiento’.

El diagrama del árbol (o raíz) sintáctico

Una clase es solo una colección de cosas suficientemente importantes para tener un nombre, que surge de las necesidades comunicativas respecto a éstas. En un nivel metalingüístico, expresiones tales como sintagma nominal (SN) o sintagma verbal (SV) designan clases de frases, porque los profesores de lingüística necesitan hablar de ellas. Las reglas de la sintaxis muestran como las palabras y las oraciones pueden ‘dar’ una a la otra, mientras que los diagramas de los árboles sintácticos expresan visualmente la relación del dar como ramas de dependencia. Siempre me parecía que el diagrama del árbol sintáctico estaba al revés—hasta que comprendí que no son árboles sino sistemas de raíces, cuyo flujo de regalos va hacia arriba (de lo particular a lo general) y no hacia abajo (de lo general a lo particular).

La creatividad lingüística, la capacidad de generar frases siempre nuevas, usando un número limitado de palabras es acompañada y provocada por la habilidad de reconocer las necesidades que esas palabras y oraciones pueden satisfacer. La práctica colectiva que utiliza clases de cosas para satisfacer necesidades, otorga a esas cosas un valor que a su vez es parcialmente transferido o dado por implicación a las palabras-regalo que las sustituyen. No es una relación jerárquica categorizante, lo que hace que el lenguaje funcione, sino una dinámica creativa de satisfacción de necesidades que mueve al lenguaje y a la vida.

Creo que las relaciones del regalar dentro de la oración en sí, son los motores de su significado y no la interacción entre las categorías. Equívocamente hemos tomado la parte del nombrar en el lenguaje como la llave de su dinámica. No es la ‘aplicación’ de las palabras a las cosas lo que promueve el cambio de niveles, causando el movimiento hacia ‘arriba’ desde el nivel de la experiencia no verbal hacia el nivel de la práctica verbal. Hay un proceso completamente diferente que no estamos viendo.

Le otorgamos a un grupo de cosas algo con lo cual se pueden relacionar como su sustituto. Entonces le transferimos a éste algo de su valor, de acuerdo con la importancia de estas cosas para los seres humanos, porque las necesidades se asocian con ellas. El regalo-sustituto recibe una destinación en la satisfacción de una necesidad comunicativa, que también puede hacerlo útil desde una distancia para la satisfacción de las necesidades materiales; por ejemplo: ‘el pan está en la alacena’ o ‘el tren parte del andén número 12’. Hay un flujo ascendente de significado o de valor desde el mundo del que somos parte, y no sólo una aplicación de arriba abajo o un tajar del mundo a través de las categorías. Un metalenguaje es solamente una colección jerárquica de términos categorizantes, un parásito sobre el objeto-lenguaje, porque carece de una dinámica propia del regalo.

La ramificación de un árbol sintáctico debería ser visto en cambio como la coyuntura de elementos que pueden darse entre sí, haciendo así un ensamblaje cooperativo de términos. Podemos dar ‘la’’, o ‘la’ puede darse a sí misma a ‘niña’, y llamamos a este acto-regalo ‘sintagma nominal’. Luego juntas como unidad pueden dar el verbo ‘golpear’ a la unidad que se forma cuando ‘la’ se da a ‘bola’. Podemos hacer un diagrama con estas unidades nombrándolas ‘el artículo definido’, el ‘sintagma nominal’, ‘el verbo’, ‘la oración’. Estos terminos nos dicen cuales son los que dan, los regalos y los que reciben. Damos algunas partes de la oración, ‘la niña golpea la bola’, a tales palabras como ‘sintagma nominal’, para ser sustituidas por ellas. Creemos que sabemos más cuando podemos revelar la jerarquía. Saber quién controla a quién es útil en la vida real pero no nos damos cuenta de los regalos de valor que se filtran desde abajo.

El árbol sintáctico es el árbol que creció en el jardín porque Adán nombró demasiado. No es porque estén agrupadas en categorías o porque sigan las reglas que las palabras se pegan (se vinculan) en frases. Más bien, es porque se dan entre sí, se combinan, y luego se dan juntas a otra palabra o a una parte de la oración. Pueden hacer esto porque las cosas (y las personas) les han dado a estas. Si negamos el flujo ascendente, lo único que parece existir es un mecanismo nombrante vertical de arriba abajo, y no podemos entender cómo las palabras están enganchadas con el mundo.

La pregunta no debe ser «¿Dónde se divide en ramas el árbol sintáctico (fractal)?» sino «¿Dónde se junta el sistema de raíces que trae los regalos de valores que ascienden por la planta?». La pregunta es «¿Quién está alimentando a quién?» y «¿Quién está cuidando a quién?» —el mecanismo nombrante o el mecanismo donante que confiere valores?

Masculación

Las palabras mismas, regidas por la sintaxis, podría parecer que contienen el secreto de su propia relación con el mundo. Creo que esto es una ilusión que surge de la definición del género que exacerba los aspectos de la sustitución.

¿Qué sucede cuando un niño se da cuenta de que él es de un género distinto al de su madre donante? Como en las otras instancias de nombrar o de definir, el nombre o el definiendum ‘niño’ le causan a él (como un bien material) el ‘ceder’ como el regalo no verbal. Antes de que él comprenda lo que los adultos están diciendo, el niño se considera igual a su madre. Pero cuando empieza a comprender la implicación del término que se refiere a su género se da cuenta de que él no debería ser como ella. El ser nombrado o definido como un niño (con la definición social de ‘masculino’) de manera contradictoria hace que el niño renuncie al carácter de regalar para diferenciarse así de su madre. (Vea la Ilustración 5). El nombre que se le da por su género es mucho más perjudicial para él de lo que podemos imaginar.

Como su propia vida depende del cuidado que su madre le da, un cambio de categoría, para parecerse a su padre, podría parecer una situación muy espantosa. El niño se hace semejante a alguien que usualmente no conoce muy bien, que puede parecer (como la palabra que está ‘tomando el lugar’) solo un dominador abstracto. Un aspecto del lenguaje se injerta en el comportamiento de género del niño. La sustitución, como parte del proceso de definición, autoreflejandose ocupa el lugar del proceso del regalo, que cede. La categorización se hace más poderosa que la co-municación. Las palabras ya no son regalos comunicativos benignos, sino varillas mágicas que pueden cambiar la identidad del niño.

En este caso, a las palabras se les asigna un papel social no como regalos sino como poderosos abstractos categorizadores, que asumen poder y controlan la identidad de una persona. Según el mecanismo de sobrevivencia, de imitar al opresor, los niños empiezan a ser como la palabra —como lo hicieron sus padres antes que ellos. La identidad del género masculino imita el aspecto de nombrar o ‘definir’ del lenguaje y el proceso de tomar-el-lugar —dándole importancia a la equivalencia con el otro, el padre, quien está ocupando el lugar de la madre (que cede) y también el lugar de los otros hombres. El pene tiene un papel importante en esto pues es esa característica física que sitúa al niño en la categoría de su padre.

Los símbolos fálicos están en todo lugar, a pesar de que hemos aprendido a ignorarlos y a negar su importancia. La ecuación misma, como un momento de similaridad y de intercambio, recibe regalos de atención y de valor de los muchos. Tal vez, el símbolo de igualdad (=) estaba formado originalmente por dos pequeños símbolos fálicos. Es esta característica (o propiedad), que el niño tiene y la madre no tiene, la que lo saca de la categoría de cuidar de la madre. Los efectos psicosociales de ‘tener’ o de ‘no tener’ esta característica física se han vuelto inmensamente importante, como veremos.

El niño tiene muchos privilegios. De hecho, el cuidado que se le da es mejor, porque es varón, al cuidado que se le daría si fuera hembra como su madre. A menudo, se lo valora como un ser superior, incluso a ella. Como la palabra, él tiene la capacidad de la sustitución y en ausencia de la orientación hacia el otro y el regalar, se convierte en tomar-el-lugar y dominar. Se lo ‘compensa’ con esa capacidad y con esos privilegios por haber renunciado a su identidad de cuidar.

He acuñado la palabra ‘masculación’ para referirme a este proceso en el que el niño es socializado en una identidad falsa, de no cuidar, encarnando la palabra que lo aliena. Me parece que éste es un momento esencial en el desarrollo del hombre, que no es reconocido y que, por lo tanto, reproduce imágenes autosímilares en muchos otros aspectos de la vida. Al actuar estos procesos en las diferentes gamas sociales, la colectividad espera, inconscientemente, poder deshacerse de esta falla fatal creada por ella misma. Al mismo tiempo, hay muchos mecanismos de seguridad que la mantienen operando, impidiendo que podamos ver con claridad lo que está pasando.

Ilustracion 5.

Masculación: Así se forma el género del niño.


Notas al pie

25. En su Curso de lingüística general, Ferdinand de Saussure distingue la langue—el léxico, la colección de palabras sacadas fuera de contexto y relacionadas entre sí de manera puramente diferencial—y la parole o discurso. Nombrar y definir pueden aparecer como prerrequisitos para el resto del discurso (a pesar de que aprendemos palabras sencillamente escuchando las conversaciones de los otros). Considero que el proceso por el que adquirimos palabras y las consideramos en sí mismas fuera de contexto, en su generalidad, es distinto al proceso en el que las usamos poniéndolas juntas. El proceso de la definición del regalo interno es diferente del discurso, que es el modelo oculto del intercambio. Esas frases son lo que Roman Jakobson llamó «frases ecuacionales». «The Speech Event and the Functions of Language» en On Language, compilado por Linda Waugh y Monique Monville-Burston, Harvard University Press, Cambridge, 1990. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

26. Véase el capítulo 9, donde aparece un análisis más completo del verbo «ser». Vuelva a la nota al pie del texto.↩

27. Sin el altruismo y la orientación hacia el otro, no podemos justificar la sociedad o la cultura. No hay ningún grupo que pueda sobrevivir como un conjunto de egoístas aislados. La cohesión social es provista por el proceso oculto del regalar y por la orientación hacia el otro, especialmente de la mujer. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

28. No solemos considerar la comprensión del que escucha como la satisfacción de su necesidad, pero la vemos expresada en otras palabras, como la necesidad de un comprador tiene de expresar en dinero una demanda efectiva. De otra manera no «existe» para el vendedor. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

29. El acercamiento a la semiosis iniciado por Charles Sanders Pierce, Collected Papers, Harvard University Press, Cambridge, 1931-35, (1931, 2.230) ha 92 atrapado a sus seguidores en una deconstrucción ad infinitum, dentro del plano de la definición, lejos del ámbito de la co-municación material del regalar. Las cadenas de sustitutos niegan la importancia del «regalo», el regalo que satisface necesidades. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

30. El movimiento de la noviolencia liderado por Gandhi demostró la importancia política de «hacerse a un lado», y nos permitió reconocer lo que las mujeres han estado practicando personalmente. Usar el «hacerse a un lado» como una respuesta al «tomar el lugar» hizo que los que tomaban el lugar advirtieran, entre otras cosas, que su acción era de relación. El regalar y el ceder son los regalos que son la base de la relación de de la re-present-ación. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

Capítulo 5 - El concepto del hombre

Capítulo 5: El concepto del hombre

Como en el lenguaje, la capacidad de formar conceptos se puede atribuir al hardware biológico o a la socialización. Muchas investigaciones se están llevando a cabo sobre estas dos posibilidades. Algunos dicen que la capacidad de reconocer cosas semejantes es un don genético. Otros creen que formamos conceptos por un proceso de comparación y generalización. Para algunos este proceso usa un prototipo posiblemente derivado de la primera cosa de esa clase que el niño vio, o de algún tipo de cosa que estaba en su entorno inmediato. Mediante comparaciones reiteradas de cosas se pueden abstraer algunas cualidades comunes. Un experimento dirigido por el psicólogo ruso Lev Vigotsky31 en la década de 1920 anticipó la teoría del prototipo y se le puede identificar con esa corriente de sicología.

Uno-muchos

Según Vigotsky, el desarrollo de un concepto presentaba una serie de etapas que culminaban en una etapa final de ‘uno-muchos’, donde el prototipo o la ‘muestra’ adquiría una relación estable de ‘uno-muchos’ con un número de objetos con los que se los comparaba, excluyendo así los objetos que eran diferentes. Los objetos adquirieron también una relación común entre ellos, al ser comparados con la muestra y al encontrarlos similares a la muestra de las mismas maneras. Esto generalizó la muestra, y la cualidad común de los objetos similares era un reflejo de esa generalidad. A la muestra se le dió un nombre, y los objetos que tenían esa cualidad común tenían también ese nombre.

La descripción que suele hacerse del experimento de Vigotsky fué presentada por E. Hanfmann y J. Kasanin en el libro Conceptual Thinking and Schizophrenia, 1942, pp. 9-10: «El material usado en las pruebas de formación de conceptos consiste en 22 bloques de madera que varían en color, forma, altura y tamaño. Hay 5 colores, 6 formas, 2 alturas (las figuras altas y las figuras chatas), y 2 tamaños de superficie horizontal (grandes y pequeñas). En la parte inferior de cada una de las figuras, que el sujeto no puede ver, está escrita una de las siguientes palabras sin sentido: ‘lag’, ‘bik’, ‘mur’ y ‘cev’. Sin importar el color o la forma, ‘lag’ está escrito en todas las figuras altas y grandes, ‘bik’ en todas las figuras grandes y chatas, ‘mur’ en todas las figuras altas y pequeñas, y ‘cev’ en todas las chatas y pequeñas.

«Al comenzar el experimento, todos los bloques (bien mezclados en cuanto a color, forma y tamaño) se esparcen en una mesa frente al sujeto. La persona que dirige el experimento da vuelta a uno de los bloques (la muestra), se lo enseña al sujeto, le lee el nombre, y le pide que escoja todos los bloques que él piensa que pertenecen a esa misma clase. Después de que el sujeto ha hecho esto, el que realiza el experimento da vuelta uno de los bloques escogidos equivocadamente, y le muestra al sujeto que es un bloque de otra clase, y le pide que continúe tratando. Después de cada intento otro de los bloques equivocados se da vuelta. Al aumentar el número de bloques dados vuelta, el sujeto obtiene en etapas una base para descubrir a qué característica de los bloques se refiere la palabra sin sentido.

«Tan pronto como hace este descubrimiento, las ‘palabras’ empiezan a representar tipos específicos de objetos (por ejemplo: ‘lag’ para los bloques grandes y altos y ‘bik’ para los bloques grandes y chatos) y se contruyen así nuevos conceptos para los que el lenguaje no provee nombres. Entonces el sujeto es capaz de terminar la tarea, de separar en cuatro clases los bloques, según las palabras sin sentido. Por lo tanto, el uso de los conceptos tiene un valor funcional determinado para el desempeño requerido por la prueba.

«Si acaso el sujeto en actualidad usa el pensamiento conceptual para tratar de resolver el problema, esto puede ser inferido por la naturaleza de los grupos que él construye y por sus procedimientos para construirlos. Casi cada paso de su razonamiento es reflejado en su manipulación de los bloques. La manera en que el sujeto se enfrenta por primera vez al problema, el manejo que hace de la muestra, la respuesta a la corrección, el encontrar la solución —todas estas etapas del experimento proporcionan datos que pueden servir como indicadores del nivel del pensamiento del sujeto». (Vea las Figuras 6 y 7).

La estructura del concepto ‘uno-muchos’en sí es importante para la psicología cognitiva, mientras que la demostración experimental de Vigotsky de las posibilidades de diferentes tipos (‘equivocados’) de uso de la muestra, nos permite ver lo que no se está haciendo en el razonamiento conceptual de uno-muchos. Dos de las posibilidades del razonamiento ‘errado’ muestran esto con claridad: el complejo del ‘nombre familiar’, en el que la muestra se sostiene firmemente y las cualidades por las que los otros objetos se le parecen varían; y el complejo de ‘cadena’, en el que la característica de uno-muchos se pierde, porque un objeto se parece a la muestra en una característica y el siguiente se parece al segundo objeto en otra característica diferente, y así sucesivamente. Las estrategias ‘erradas’ señalan la importancia de mantener la muestra firme y de tratar de desarrollar generalidades, comparando reiteradamente los objetos con la muestra con respeto a las mismas similitudes. Al final del experimento, la muestra ya no es necesaria, porque se ha reconocido que un tipo de bloques tiene uno de los nombres dados a las diferentes clases de cosas en el experimento.

Ilustracion 6.

Visualizando el experimento de Vigotsky.


Ilustración 7.

Visualizando el experimento de Vigotsky

He reflexionando mucho acerca de esto y se me ocurrió que en realidad la palabra toma el lugar de la muestra y asume su generalidad. Esto me dio una segunda caracterización de las palabras, que podía agregar a la caracterización de las palabras como regalos para la satisfacción de las necesidades comunicativas. De hecho es justo que una palabra-regalo pueda tomar el lugar de la muestra, que no siempre se puede dar como tal y que probablemente no podría permanecer estable por mucho tiempo, salvo como una imagen. La palabra, al contrario con su repetibilidad infinita, tiene la característica de ser ‘la misma cosa’, aún cuando cada instancia de esa es actualmente un evento diferente de cada otra instancia. Al reemplazar la función uno-muchos de la muestra, la palabra ayuda en la organización del concepto de tal manera que los miembros de ese concepto son considerados similares entre sí, por la relación común con su nombre, y también por su relación común con la muestra.

Una vez que se establece la relación entre las cosas como similares, según las mismas cualidades, la muestra ya no es necesaria y la palabra puede traer las cosas a la mente como una clase de cosas independiente. La razón de esto es que, en la relación ‘uno-muchos’, se establece una polaridad donde el uno se mantiene como un punto de referencia y los muchos se comparan con él uno por uno. La palabra, al tomar el lugar del ‘uno’, mantiene la polaridad, haciendo evidente la relación de los ‘muchos’ entre sí, y también consigo misma. (Vea las ilustraciones 8 y 9).

La muestra o el prototipo debe mantenerse firme, con sus cualidades. De otra manera no se puede construir un tipo consistente o categoría de cosas y nuestros pensamientos pueden vagar de una asociación a otra. Sin embargo, cualquier cosa de la clase puede ser escogida como el ‘uno’, al cual se le debe sostener firmemente como muestra y una vez que la categoría ha sido construída, esta muestra puede ser degradada de su posición ‘uno-muchos’ y convertirse de nuevo en un miembro de esa clase de cosa. Recalco este punto porque pienso que la posición del uno (o muestra) ha sido malentendida, al constituirse como parte de la definición de género, y por ello se la ha enfatizado, investida con privilegios especiales y proyectada a las estructuras de la sociedad como patrones auto-similares en diferentes niveles.

El padre y su familia, el rey y sus súbditos, el general y sus tropas, el gerente y sus negocios, etc., encarnan la relación polar de uno-muchos establecidas en el desarrollo del concepto. La relación entre el dinero y los productos32 también es una encarnación del concepto y podemos usar esta relación polarizada entre los objetos para dilucidar la relación uno-muchos entre las personas. Incluso la relación entre la persona y su propiedad se puede ver como una relación uno-muchos que se deriva de la estructura (investida de género) del concepto (Aunque quizás es más como el complejo de ‘nombre de familia’).

Ilustración 8.

Imágenes esquemáticas de las diferentes etapas en la formación de los conceptos


Ilustración 9.

Mas imágenes esquemátizadas en la formación de las diferentes etapas del concepto

El uno privilegiado

Privilegiar la posición de la muestra es particularmente peligroso, porque la polaridad y los conceptos formados con su ayuda son originalmente inocentes ya que son formas útiles de organizar nuestros pensamientos y nuestras percepciones. Es un nivel muy íntimo y básico de pensamiento el que se inviste con el privilegiar pernicioso de la posición del uno. Y por ser tan básica, esta ‘investidura’ es muy difícil de investigar, y la proyectamos hacia afuera para poder lidiar con ella. Puesto que nunca pensamos rastrear el origen de nuestro extraño comportamiento de uno-muchos hasta el desarrollo de los conceptos, continuamos exteriorizando el proceso en muchos niveles de la sociedad, creando estructuras que luego interactúan entre ellas, compiten, se apoyan entre sí y se arreglan nuevamente en jerarquías de uno-muchos. Juntas, estas estructuras forman el sistema social que se propaga a sí mismo y que llamamos ‘patriarcado’.33

En la raíz de estos sistemas anida la cuestión del género masculino y la masculación. El hombre ha sido escogido como muestra de la categoría ‘humano’. La diferencia de categoría de genero de los ‘niños’ que los separa de la categoría de las madres que los cuidan, ha provocado que pareciera que los hombres tienen que ser la ‘muestra’ (en la posición uno) si es que deberían ser incluídos en la categoría de ‘humanidad’ en absoluto. Las mujeres los han apoyado en esto, cediendo, al no aparecer como la muestra con la que los muchos se deberían comparar para encontrar su identidad humana. Por esta razón, parece como si a las mujeres les faltase algo, al carecer de esas supuestas características humanas que los hombres tienen. El pensamiento abstracto, la agresividad, el individualismo, el liderazgo, la independencia (cualidades que tienen que ver con el logro competitivo de la posición del ‘uno’) aparecían como ‘humanas’, y las mujeres parecían seres humanos inferiores porque este no era su foco.

De hecho, las mujeres seguían practicando el paradigma del regalo cuando esto no se hacía imposible por escasez, guerra, y violencia individual de varios tipos. El concepto ‘humano’ fue cuestionado por siglos por su significado mientras los filósofos consideraban a la mujer inapropiada como muestra para este concepto. Mientras tanto, el paradigma del regalo (que las mujeres practicaban) fué y continúa siendo el origen del significado, la comunidad, e incluso, la vida misma.

Las características que hemos considerado como distintivas del género masculino son en realidad las características de la posición del ‘uno’ pegadas con elementos de los patrones de reemplazar-al-otro, que derivan del papel de la palabra en el nombrar y en la definición. Estas características son asumidas por los niños para poder llevar a cabo la profecía autocumplidora de su concepto de género, distinto al de sus madres. La posición del ‘uno’ que ocupa el padre respecto a su familia como los ‘muchos’ parece ser el papel que el niño debe lograr para poder ser llamado ‘hombre’. El mandato de Edipo no es tanto matar al padre como tomar la posición del ‘uno’.

La consideración lógica y simple de que no todos pueden ser el ‘uno’ en una manera polar con los ‘muchos’ y que esta característica es relacional y no permanente, puede no ser clara para los niños pequeños. Los mandatos del género masculino parecen decir «Sea distinto a las mujeres, crezca para ser igual o superior a su padre, para ser capaz de reemplazar el puesto de éste y ser así merecedor de llamarse hombre».

El niño mismo pareciera relacionarse con la muestra que lo cuida antes de entender las implicaciones del nombre de su género. Luego la palabra ‘niño’ saca al niño de la categoría de la madre. Entonces, el papel del padre, de avasallar y dominar, pareciera surgir de la capacidad de la palabra de sacar al niño de su identificación con la madre. La habilidad de colocar las cosas en categorías parece ser una de las capacidades del padre y un aspecto del rol del ‘uno’. El padre es el estándar (como el dinero), y este estándar tiene la capacidad de hablar y (al reemplazar la muestra de la madre) de ser la palabra, que categoriza y divide. Cada juicio resuena con el poder que él (o su nombre de género) pareciera haber tenido —para dividir al hombre de la mujer.

La relación del niño con su padre empieza a ser una relación de inferioridad, de ‘los muchos’ con ‘el uno’, de la propiedad con el propietario, de la cosa con una palabra o muestra (una muestra que no es donante). La masculación es una clase de des-humanización original, porque el modelo del padre es objetivizado como una cosa no humana. Entonces las mujeres son definidas como lo opuesto (inferior) al hombre, mientras que la relación entre los miembros masculinos del concepto es sobrevalorada.

La historia bíblica de José y sus hermanos se refiere a la situación en la que los muchos’ hermanos rivalizan entre sí por la posición del ‘uno’ que heredarán del patriarca. En el sueño de José, las gavillas de maíz, el sol, la luna y las estrellas se inclinan hacia él, y expresan simbólicamente esta relación. Cuando el niño toma a su padre como muestra para su propio concepto, él es parte de ‘los muchos’ reales o potenciales con respecto al ‘uno’. La identidad de su género pareciera ser la de una lucha competitiva contra los miembros del mismo género por la posición del ‘uno’. Su padre puede estar haciendo la misma cosa en su trabajo. ‘Reemplazar al otro’ pareciera ser el mandato de rol de su genero, según el cual los hombres reemplazan a las mujeres, y la muestra masculina (y la palabra) reemplaza a la muestra femenina y su modalidad de regalar.

Entonces, lo que a temprana edad los niños pequeños perciben como el rol de su género es la encarnación de la posición de la muestra misma y la encarnación parcial de la palabra. Ser igual o parecerse a la muestra y reemplazar a los otros se convierte en una parte importante de la identidad masculina, mientras que la orientación hacia el otro y el regalar permanecen como principios de la identidad femenina. Al erigir al hombre en la muestra para el concepto de ‘humanos’, se cancela la importancia percibida del regalar. Sin embargo, las mujeres (y otros hombres) continúan dándole a los hombres, cuyas identidades son construídas de esta manera, sobreprivilegiándolos y recompensando especialmente a aquellos que logran la posición del ‘uno’. Entonces el regalar apoya esta construcción de identidad, aún cuando es cancelado y juzgado por esta como un comportamiento ‘instintivo e inferior’ (aún menos que humano). El regalar se extiende a todas las actividades humanas y todavía es la manera de transmitir los bienes y los mensajes, de co-municar y de formar nuestra co-munidad. Hemos alterado y distorsionado el regalar, y sin embargo, lo usamos para favorecer al ‘uno’ en desmedro de los muchos. Desde muy pequeños se nos enseña a desconocer la modalidad del regalo dándole otros nombres (‘actividad’, ‘trabajo hogareño’, ‘ocio’, ‘valor agregado’, ‘ganancia’). Al empezar a reconocer la dinámica de los dos paradigmas, podemos finalmente darle el valor y los nombres apropiados al acto de regalar.

La palabra encarnada

En la masculación, los hombres se encarnan como el regalo sustitutivo, tomando el lugar de la madre, tomando al padre como la muestra y renunciando al regalar.34 Éste es el momento de la Caída —cuando el niño varón advierte que no podrá participar en la modalidad material co-municativa de regalar por causa de la definición de su género.

Tal vez, la equivocación más grande (y más pequeña) cometida por la humanidad haya sido darles nombres opuestos a los niños según el género —equivocación tan inocente pero tan terrible, tan pesada como un pedacito cortado de la pluma en la balanza de Maat. ¿A veces nos preguntamos por qué el Espíritu del Bien no nos ha destruido dado todos los horrores que cometemos —como el genocidio, la violación, la violación genocida, la agresión y violación de los niños, la violación y contaminación de la tierra y los mares, el asesinato de especies y de individuos, la tortura física y mental? Tal vez porque el origen de todos esos horrores reside en una inocente mala interpretación, muy fácil de hacer.

Hemos encarnado la palabra, el proceso mismo de nombrar, y la palabra que hemos encarnado es varón. Era sólo una palabra, pero le hemos permitido dominar nuestra psicología y todas nuestras estructuras sociales. La hemos usado para alienar a la mitad de la humanidad de la norma de regalar.

Después de alienar a nuestros hijos varones incluyéndolos en la categoría de no-dar, nosotros (madres y padres) los sobreprivilegiamos, los recompensamos, y les damos más a ellos que a nuestras hijas. Luego tratamos de enseñarles altruismo a través de una moralidad autoritaria o de los preceptos religiosos que surgen de la Ley. Entonces nos preguntamos por qué es tan difícil de lograr y justificamos la dificultad pensando que la ‘naturaleza humana’ es cruel.

Ahora ha surgido una necesidad co-municativa para toda la humanidad —la necesidad de un término nuevo, para mediar nuestras relaciones humanas con respecto a nuestros bebés. Necesitamos una nueva palabra-regalo para todas esas pequeñas criaturas que son nuestros regalos más grandes, del uno para el otro, para el futuro y para ellos mismos. Usando esa nueva palabra-regalo, un término para ambos géneros, podemos terminar de recrear los problemas que están destruyendo a nuestra especie, a nuestras madres y a nuestra Madre Tierra.


Notas al pie

31. Véase Lev S. Vigotsky, Thought and Language, editado y traducido al inglés por Eugenia Hanfmann y Gertrude Vakar, M.I.T. Press, Cambridge, Mass, 1962. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

32. Véase el análisis de Karl Marx sobre la moneda como el ‘equivalente general’, en el primer libro de El Capital, capítulo 2 [Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 1999]. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

33. El experimento de Vigotsky muestra como los niños son capaces de identificar conscientemente los conceptos y el uso de estrategias del pensamiento conceptual en la pubertad. Trabajos desarrollados más recientemente por la psicología muestran como los niños usan la relación del prototipo desde su infancia. La situación experimental de Vigotsky pone a prueba un cierto nivel de conciencia en el uso del concepto. Curiosamente, Carol Gilligan et al. han escrito acerca de la elección que las niñas hacen en la pubertad entre dos modalidades, que me parecen similares a los modos del regalo y del intercambio. Véase Making Connections: The Relational World of Adolescent Girls at Emma Willard School, editado por Carol Gilligan, Nona P. Lyons y Trudy Hanmar, Harvard University Press, Cambridge, MA, 1990. Tal vez el pensamiento ‘uno-muchos’ y el privilegio masculino reciben un nuevo énfasis en la pubertad. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

34. Esta transición se parece mucho al intercambio, como veremos en el capítulo «Mercado y género». Vuelva a la nota al pie del texto.↩

Capítulo 6 - Categorías ‘marcsistas’

Capítulo 6 Categorías ‘marcsistas’

La co-municación crea la mutua inclusión de los co-municadores con respecto a todas las diferentes partes de su mundo. El nombrar del género divide a los co-municadores en dos grupos mutualmente excluyentes, en categorías opuestas entre sí desde el principio, contradiciendo así la inclusión mutua de la co-municación. Igual que las modalidades opuestas del regalo y del intercambio, los géneros entran en un tipo de complementaridad aunque no encajen perfectamente. El sobrevalorar la dominación hace difícil la mutua inclusión y la vinculación creativa del regalar y del recibir. Desarrollos extraños como ver el dominio y la sumisión como inclusión mutua, a veces aparecen como la resolución de esta contradicción. Darle al que domina puede convertirse en un patrón estable —como ocurre con los llamados ‘valores de la familia’.

Al hacer la diferenciación de los géneros, los aspectos del lenguaje que involucran el regalar y el ceder se identifican como comportamientos biológicos de las mujeres, mientras que los aspectos de sustitución y categorización se asignan a los hombres. Finalmente, estos dos roles se traducen en cuidado sin poder por un lado, y en dominación/intercambio por el otro. El aspecto de exclusión mutua de los géneros surge del lenguaje mismo,35 donde lo ‘masculino’ y lo ‘femenino’ se conectan en opocisición directa. Para poder exhibir un comportamiento supuestamente apropiado para quien porta el término de su género, posiblemente se podría mirar el comportamiento del otro género y hacer simplemente lo opuesto.

En un texto fundamental sobre los universales del lenguaje, Joseph Greenberg36 expone las categorías lingüísticas de ‘marcado’ y ‘no marcado’, que se encuentran en los niveles fonéticos, gramaticales y léxicos con respecto a los términos opuestos. Por ejemplo, términos tales como ‘corto’ y ‘largo’, ‘ancho’ y ‘angosto’, ‘arriba’ y ‘abajo’ implican extremos opuestos de un continuo. Uno de estos opuestos suele ser la norma lingüística.37 Nosotros preguntamos de que ancho es la mesa y no cuán angosta, ancho es la norma, lo que los lingüistas llaman el término ‘no marcado’. Según Greenberg, ‘hombre’ es el término ‘no marcado’ y ‘mujer’ es el término ‘marcado’.

En mi opinión, las expresiones metalingüísticas ‘marcado’ y ‘no marcado’ están al revés. El término más general, el más inclusivo, debería ser el ‘marcado’ (pues llama nuestra atención) y el menos inclusivo, el ‘no marcado’. En cambio el término menos importante tiene una marca extra, un prefijo o un sufijo, mientras que el término más importante que se llama un ‘signo cero’, no tiene agregados. Por ejemplo, en inglés, agregamos una ‘s’ a la palabra en singular para formar el plural. El plural es la categoría ‘marcada’ y el singular la ‘no marcada’. Incluso los dos términos mismos tienen sus significados extrañamente cruzados. ‘Marcado’ (marked) no está marcado, y ‘no marcado’ (unmarked) está marcado.

Greenberg cita un artículo de Jakobson que define esta distinción: «El significado general de una categoría ‘marcada’ afirma la presencia de una cierta propiedad ‘A’; el significado general de la categoría correspondiente ‘no marcada’ no afirma nada respecto de la presencia de ‘A’ y se usa principalmente pero no exclusivamente para indicar la ausencia de ‘A’». Entonces Greenberg continúa diciendo, «Por lo tanto, en términos de Jakobson, ‘mujer’ afirma la presencia de la categoría marcada ‘femenina’ mientras ‘hombre’ se usa principalmente, pero no exclusivamente, para indicar la ausencia de lo ‘femenino’».

Este análisis es contra-intuitivo para las mujeres, que fueron enseñadas a través de los golpes de la vida que la propiedad importante es ser varón, y que es la carencia de esta propiedad lo que nos define como mujeres. Continúa Greenberg, «Por lo tanto, el término ‘hombre’ tiene dos significados, para indicar la ausencia explícita de lo ‘femenino’ en el sentido de ‘ser humano hombre’, y para indicar también el ‘ser humano en general’» Entonces según Greenberg, el término que indica la ausencia de lo femenino también incluye lo femenino cuando se usa en su sentido general. Las mujeres son incluídas mientras que lo femenino es explicítamente indicado como ausente.

Se me ocurre esta fantasía: si los hombres y la mujeres fueran palabras, hombres serían el término ‘marcado’ con el prefijo del falo —según esta teoría, menos importantes, diferente —mientras las mujeres serían el signo ‘cero’, sin el prefijo, más importantes, la norma. Si es verdad que ‘hombre’ se define como la ausencia de la propiedad femenina ¿qué es esta propiedad? La propiedad de las mujeres es solamente la ausencia de esa propiedad distintiva, ‘la marca’, y (agregado a esto) la ausencia de la propiedad, en el sentido de la propiedad privada. Sin duda, la mujeres son la norma, como las ‘muestras’ carentes y no aceptadas de la especie humana.

Los hombres se definen a sí mismos y definen a la humanidad sobre la base de la ausencia de la muestra femenina. El falo sería el doble negativo, la ausencia de la ausencia. (Jacques Lacan habla de la ‘carencia de la carencia’). No debe sorprendernos que los lingüistas y los niños estén confundidos. En inglés la palabra ‘wo-man’ es ‘man’ marcado con un prefijo, que quizás esconde el hecho de que la madre no tiene un prefijo ‘físico’. La diferencia, el que la mujer no tenga una marca, se considera como su diferencia, de ella, una carencia con respecto a la norma, a la que el niño varón sí se parece. La palabra inglesa ‘mankind’ (humanidad) demuestra el problema. Tomando el falo como la ‘marca’ de los hombres, y a los hombres como muestras de la especie, las mujeres aparecen como ‘defectuosas’, como miembros (sic) de una clase inferior.

El ser la norma se ha convertido a sí misma en una característica del género masculino, y a su vez el falo se ha convertido, paradójicamente, en la ‘marca’ de la norma. La palabra ‘masculino’ y todas las palabras que se usan para dominar a través de la definición, empiezan a tener una inversión fálica, por la similitud entre el mandato del género masculino y la definición (de que se deriva). La palabra ‘masculino’ desbanca a los hombres, a aquellos que tienen una ‘marca; y que a su vez se convierten en desbancadores, y quienes usan su ‘marca’ para dominar o desbancar. Cuando ocupan posiciones de ‘autoridad’ debido a sus ‘marcas’, ellos usan las palabras para definir y conquistar.

La comunicación verbal entre hombres y mujeres entonces debe crear una mutua inclusión entre aquellos que están culturalmente definidos como polos opuestos; uno de estos polos es definido como ‘superior’ al otro, como norma marcada y la muestra de la especie. Las contradicciones lógicas envueltas en esta situación, crean dobles-vínculos dañinos que la sociedad no ha podido resolver. De hecho muchos metamensajes acerca del género son orientados al ego y construídos sobre la lógica del intercambio y confirman la superioridad del género masculino. Este libro es un intento de metamensaje alternativo basado en el regalar, acerca de las categorías de género, que serviría a la necesidad de abolirlas.

Sobrevaloración de la sustitución

Desde que socialmente se da más valor a los hombres masculados y socialmente se da más atención al lado sustitutivo del lenguaje, en nuestra comprensión prevalece así sobre el lado de regalar. Se desarrolla una serie de patrones auto-reflejantes que expresan el carácter contradictorio del género basado en el lenguaje y también lo perpetúan. La sustitución o reemplazar al otro, se convierte en dominio, se repite a sí mismo y le usurpa el lugar al regalo, que lo sigue nutriendo. El hombre le quita el lugar a la mujer como modelo de la humanidad. En cambio, las mujeres continúan dándoles a los hombres y otorgando valor al modelo masculino. Los comportamientos masculinos como el dominio y la competencia reemplazan a la no-competencia del regalar y del ceder. Estos comportamientos repiten aspectos de los mecanismos de servicio y sustitución que vimos en la definición. Dar valor es un aspecto del dar, que continúa apoyando la sustitución y el dominio en nuestra sociedad.

En el nivel del lenguaje, damos valor a las palabras que son los regalos sustitutivos, mientras que en el nivel de los géneros damos valor al sustituto, el hombre que reemplaza a las mujeres (y a otros hombres). Enfocamos nuestra atención en el reemplazante y ya no miramos más a las que han sido reemplazadas, ni a la Madre Tierra ni a la madre ni a nadie que dé regalos. El regalar aparece como algo inferior (no se le da valor) cuando se lo compara con la sustitución, que usualmente ha sido despojada de sus aspectos de regalo para aparecer más completamente lo opuesto. Entonces en la economía, el intercambio —un mecanismo de sustitución y de ceder— sustituye en una manera auto-similar a toda la modalidad del regalo, que cede. (Vea la Ilustración 10).

Ilustración 10.

Asumiendo el control y cediendolo en diferentes escalas

Otra expresión de la masculación es el uso de la definición y del nombrar para controlar el comportamiento de los otros a través del mandato y de la obediencia (el ceder de la voluntad). Luego de que a los miembros de la mitad de la humanidad les ha sido dado el mandato de no cuidar es muy difícil convencerlos de que deben hacerlo, en momentos apropiados y hasta un cierto punto. Entonces, paradójicamente, se les pega (dominio físico) a los niños por no dar y no ceder, por ser desobedientes o irrespetuosos. La moralidad y la ley están también estructuradas de acuerdo con el mandato y la obediencia, o sea la dominación por la palabra. La venganza y la represalia son la consecuencia de la desobediencia. El castigo ‘justo’ se da en intercambio por haber violado la ley. El regalar se ha hecho parecer como poco realista, cuando actualment lo que se necesita no es justicia —basada en la definición, en la masculación y en el intercambio— sino la amabilidad, el restablecimiento del paradigma del regalo y del modelo de la madre.

Una comunidad dividida

Virtualmente todos los miembros de la comunidad se turnan en los roles de hablar y escuchar (el dador y el receptor lingüístico). También se da la comunicación entre los miembros de un mismo género, por lo que los que hablan y escuchan (los que dan y reciben) pueden ser del mismo sexo. Cada género desarrolla su propia comunidad de mutua inclusión con los de su mismo sexo, mientras trata de tender un puente sobre la exclusión mutua y el acto de regalar formando una comunidad con los del sexo opuesto.

Por lo tanto, hay dos procesos diferentes para cada género. Si al mismo tiempo que se organiza la co-munidad, se construyen nuestras identidades individuales, habrá dos clases de identidades para cada género —una identidad, que se forma al co-municarnos con el mismo sexo, y una que se constituye por la co-municación con el sexo opuesto. (Los dadores dan a los dadores. Ellos también dan y ceden a aquellos que están involucrados en tomar el lugar del otro; los que toman el lugar forman una comunidad de similares, que compiten, a su vez, para desplazarse entre sí). Los principios básicos del funcionamiento de la co-municación —el regalar y el sustituir— operan en los dos roles de los géneros opuestos.

Los malos usos de la definición y del nombrar —de los procesos y de los mecanismos lingüísticos que serían relativamente neutrales y beneficiosos para la colectividad— se han hecho posibles debido a la invisibilidad del regalar en el lenguaje y en la vida. Ambos son causas y efectos de la masculación y de la desaparición del modelo de la madre. Si restauramos el regalar en nuestra visión del lenguaje y de la vida (y restauramos la idea de servicio y de la satisfacción de las necesidades comunicativas en la definición y en el nombrar) podemos debilitar la posesión patriarcal de un proceso de definición reificado y deshumanizado al mismo tiempo quitándole la inversión fálica a la palabra.

Valores de la familia

En la práctica, el modelo de la madre ha sido relegado a la familia, desempoderado y no ha sido extendido al resto de la sociedad. La Derecha ideologica lo ha interpretado como subordinado al modelo del padre dominante. Las familias basadas en los ‘valores familiares’ opresivos son la piedra angular del patriarcado. En estas familias la que cuida y da es coptada al servicio permanente de aquel quién la domina y usurpa su posición de modelo para sus hijos —un hecho que al mismo tiempo la convierte en modelo de debilidad y de sumisión para sus hijas. En cambio, el cuidado de la madre podría convertirse en una base razonable y eficiente para nuestras instituciones sociales y el regalar se liberaría entonces como el principio de un mejor orden social.

No quiero decir que el Estado patriarcal deba apropiarse del cuidar como ha intentado mediante muchas formas de intercambio disfrazadas de programas de entrega y asistencia. En Estados Unidos la ayuda para el ‘Tercer Mundo’, dentro y fuera de sus fronteras, suele ser un intercambio oculto que beneficia al ‘que da’, y que perjudica y humilla al ‘que recibe’. El cuidado practicado por el modelo masculino, e incluso por el modelo masculino colectivo, no ha funcionado, como lo demuestran los muchos ejemplos costosos del comunismo (capitalismo estatal) y de la burocracia.38

Los gobiernos deberían re-organizarse para eliminar la competencia por el dominio, para que los individuos y los grupos relativamente pequeños puedan participar en el cuidado de unos y de otros. Una transformación de esta clase también requiere crear la abundancia al poner fin al despilfarro. La escasez actual se crea artificialmente, a través del despilfarro en gastos de productos que no nutren la vida —tales como los armamentos, las drogas y los lujos simbólicos. Estos gastos extenúan la economía de la mayoría, para permitir la continuación de sistemas socioeconómicos patriarcales de explotación y el sobreprivilegiamiento y el poder de unos pocos.

Es necesario buscar en el lenguaje las claves para la organización de la sociedad, porque el lenguaje tiene la característica de ser al mismo tiempo individual y social, tanto en nuestras propias mentes como en las de nuestros grupos. Como factor creativo muy importante en la formación de nuestras identidades individuales y colectivas permite cerrar la brecha entre la persona singular y la multitud.

El intercambio, constituido por un mecanismo de sustitución y de ceder como un derivativo de la definición, es un patrón autoreflexivo que nos induce a interpretar todo a su imagen, mientras al mismo tiempo oculta el regalar. Sí podemos señalar, comprender y desmitificar sus mecanismos, y restaurar nuestra idea del lenguaje, el principio de regalar en abundancia. Podemos usar el lenguaje como una guía para crear una sociedad materna en nuestro hogar, aquí en la Madre Tierra. El regalar y sus valores ya están disponibles. Solo tenemos que alterar nuestra perspectiva quitándonos los anteojos del patriarcado para verlos.

Categorías sin género

Incluso cuando hablamos de lo ‘Bueno’ o de la ‘Justicia’, términos que parecen ‘no marcados’ y neutros en cuanto al género, aún tenemos a los hombres como modelos no reconocidos. Lo ‘Bueno’ está cargado de imágenes del Dios masculino, mientras que la ‘Justicia’ depende de jueces hombres y de la ley masculina. El valor que se le da a la igualdad, que es un factor importante en la forma del concepto uno-muchos y un principio importante en la masculación y el intercambio, también perpetúa el modelo masculino. (Las madres cuidan a los niños que son diferentes a ellas, no iguales). Las imágenes y los actores masculinos traen consigo los valores que les han sido dados socialmente, incluyendo el privilegio de su ‘marca’.

Es más las categorías aparentemente neutrales son revestidas de nobleza, como categorías a las que deberíamos tratar de pertenecer. Son un tipo de estado de existencia artificial ‘no marcado’, una norma más ancha a la que los niños que tuvieron que dejar la categoría de su madre pueden tratar de volver como adultos —sin tener que pasar por el terror de la necesidad ilusoria de la castración. Comportándose de acuerdo a las leyes, a los mandamientos y a las reglas de los padres, los niños pueden hacerse iguales a sus padres y hermanos, que en realidad no son diferentes de sus madres en esto, ya que las reglas son iguales para todos, aunque los hombres tienen mayor autoridad.

De esta manera, cuando los niños se convierten en hombres pueden deshacerse parcialmente de la diferencia inventada que arruinó su integridad primordial, su totalidad e identidad con sus madres —esa experiencia original y real que tuvieron que negar cuando se dieron cuenta de que pertenecían a la otra categoría. Sus madres y las otras mujeres son ‘elevadas’ a un nivel igual con ellos, siguiendo las mismas reglas y disfrutando, supuestamente, de los mismos privilegios.

Las categorias neutras y objetivas (‘imparciales’) prometen una suerte de utopía a la que los niños pueden aspirar si se comportan correctamente, o si toda la gente se comporta correctamente. Si actuamos de cierta manera para poder pertenecer a una categoría de ‘lo bueno’ (incluso también la categoria de ‘Demócrata’ o de ‘estadounidense’), pareciera que tenemos la oportunidad de superar la alienación original debida a la ‘marca’ o la falta de ‘marca’, que causa la diferencia de género. Quiero insistir que este viaje doloroso es innecesario, porque la alienación original es innecesaria. Es la interpretación social del género que distancia al niño de la madre por culpa de su ‘marca’. Y podemos cambiar una interpretación social. El niño pequeño todavía es un miembro de la categoría humana, con su madre que lo cuida como modelo, así como lo es una niña pequeña, y desde el principio la ‘marca’ es en realidad irrelevante para la categoría del ser humano.

‘Hum’

Los adultos socializan al niño en estos roles mediante su comportamiento, insistiéndole que él es un niño, empujándolo hacia la identidad del padre y alejándolo de la indentidad interactiva y donante que experimenta diariamente con su madre. (El problema se agrava cuando el padre está ausente, y el niño sólo ve a otros hombres en la calle o en la televisión). Nosotros los adultos dividimos su identidad conceptual de su experiencia. El niño sólo intenta usar el lenguaje con respecto a sí mismo, de la misma manera que lo usa con respecto a otras cosas para entender qué son.

Así mismo, una niña pequeña aprende de la sociedad que la categoría a la que ella y su madre pertenecen es ‘inferior’, que a menudo ni siquiera es visible como categoría, y que su madre, que todavía es su modelo, probablemente valora más al varón por su ‘marca’ que a su hija, a sí misma o a su género.

Otro efecto de la masculación es que el privilegio de un tipo o de otro, aparece conectado a una ‘marca’. El dinero, los automóviles, las posesiones, funcionan como ‘marcas’ de clase; el color de la piel, la altura, y otras diferencias físicas funcionan como ‘marcas’ de categorías raciales o culturales, pero todas estas dinámicas se originan en la ‘marca’ fálica, y por la definición de la diferencia del niño con la madre como una diferencia física. Promueven la idea de un ‘desviado de la norma’ privilegiado. Después parecería que tendríamos que comportarnos de una manera masculada obsesiva porque estamos conectados con (o poseemos) una ‘marca’.

Por ejemplo, el dinero, como el falo es la ‘marca’ que parece identificar la norma. Descalifica la norma (de regalar), cuyo lugar ha ocupado, haciendo de los que no tienen dinero ‘inferiores’. Otras características biológicas, como la piel blanca, pueden funcionar como la ‘marca’ de la norma impuesta culturalmente interpretando los otros colores de piel como categorías ‘carentes’ o ‘menos normales’. Todos nosotros actuamos de acuerdo con nuestras definiciones, tal como los niños y las niñas lo hacen. Seguimos ciegamente las profecías de los nombres de nuestras categorías que se auto-cumplen las cuales traen en sí las lecturas sociales erróneas de nuestras diferencias físicas y no físicas. O tenemos que lidiar con las profecías y contradecirlas. Sería más fácil cambiar las definiciones que tratar de cambiar las vidas y los patrones sociales, que ya han sido distorsionados en su imagen.

Ambos, hombres y mujeres pueden aprender (y muchos ya lo están haciendo) a hablar a los niños desde un metanivel acerca del género, diciéndoles cosas tales como «Las palabras que usamos para hablar de nosotros mismos no son exactamente correctas; somos un poco diferentes a como suenan las palabras. Aun cuando hablamos de ‘hombre’ o ‘mujer’, ‘niño’ o ‘niña’, ‘papi’ o ‘mami’, todos somos humanos. En realidad, todos somos parte de una misma categoría». De hecho, cuando los niños y niñas son pequeños, ellos necesitan también pasar por alto otras grandes diferencias físicas (como el tamaño) para poder captar a la categoría ‘humana’ y a sí mismos como parte de esta. Sin duda, tienen la mente lo suficientemente abierta para pasar por alto la diferencia en los genitales para su definición, si nosotros no se la imponemos.

Escuche cómo la gente que tiene niños o niñas hablan respecto al género. Vestidos, un bebé niño y niña se parecen mucho, y lo primero que se pregunta es cuál es el género. «¿Es el bebé varón o hembra?» Incluso la costumbre de hacer una distinción entre los niños según el color de la ropa, rosa o celeste, es engañoso.39 Nosotros no debemos imponer estereotipos a nuestros niños o niñas, debemos permitirles que crezcan con las interacciones del regalar y que tomen conciencia de lo que son conforme van creciendo. Tal vez, deberíamos permitirles a los niños que escojan su género en la pubertad, de acuerdo con su preferencia sexual, celebrándoles su elección con rituales y festejos. No deberíamos cargarlos con las profecías auto-cumplientes, que los alejan de nosotros y de ellos mismos.

Tal vez pensamos que los niños y niñas no son lo bastante inteligentes o lógicos para poder captar estas distinciones. Si éste es el caso, probablemente se deba a que los hemos confundido desde el pricipio al cargar los términos de sus identidades con diferencias tan difíciles y falsas. No estamos haciendo esto solo individualmente; es una parte y un producto de toda la corriente social misógina. La categorización en sí se ha convertido en un instrumento de opresión, conectado con la evaluación económica de todas las cosas según su precio. Pero el regalar y la satisfacción de necesidades son más importantes que la categorización para el bienestar de la humanidad. La categorización solo ha sido distorsionada y sobreenfatizada como consecuencia de la masculación.

Podríamos evitar la masculación si abolimos completamente los términos de género para los niños y niñas. Podríamos llamar a los infantes ‘hums’, por ejemplo, un diminutivo de ‘humanos’. Podríamos decir, «¿Cómo está mi pequeño hum?» A la pregunta, «¿Es niña o niño?» podríamos contestar, «Es un hum». O bien podríamos tararear (‘hum’ en inglés). Tal vez los adultos finalmente podríamos empezar a referirnos a nosotros mismos de esta manera también. Esto resolvería el problema de la identidad masculada basada en la separación, la definición de las mujeres como seres inferiores y la sobrevaluación de lo neutro u objetivo, al no imponer distinciones falsas en primer lugar. El pene no es un regalo especial o una ‘marca’ de una categoría superior. Es solamente una parte del cuerpo.

No pretendo negar las características positivas de las diferencias sexuales que realzan la vida, sino que trato de liberarlas de los estereotipos y, especialmente, de la obsesión de la masculación que está matándonos a nosotros y a la Madre Tierra. Tal vez es porque no podemos oír a la Tierra diciendo, «¡Ustedes son como yo! Ustedes pertenecen a mi categoría de los que regalan» ¿Hemos hecho esto? O no podemos oírla porque tenemos esta obsesión: como especie nos hemos definido a nosotros mismos como algo (‘Hombre’) que es ‘otro’ que la Madre y tenemos que actuar según esa profecía que se autocumple.

En otras palabras, hemos hecho con respecto a la Madre Tierra lo mismo que los niños pequeños hacen con respecto a sus madres humanas. Hemos negado nuestra similaridad, y nos identificamos a nosotros mismos como ‘algo diferente’, pero no sabemos exactamente qué es (y así terminamos identificándonos con la palabra misma). La muestra parece ser un dios masculino muy parecido a nosotros, que está arriba en el cielo, y que es más grande y más importante que la Madre. Tratamos de actuar de acuerdo con lo que él nos dice, inventando una Gran Cadena de Ser, jerárquica de los que reemplazan y ceden olvidándonos en nuestros corazones de los impulsos de regalar.

Dándoles confianza y permitiéndoles que jueguen de acuerdo con sus propias orientaciones los niños y las niñas se hacen inmensamente inteligentes y creativos, como lo descubrió María Montessori. Tenemos que permitir que nuestra definición evolucione de nuestras experiencias y actividades gratuitas —tales como jugar, crear e interacciones de regalar— llenando nuestros «períodos sensibles» de aprendizajes con realidades vitales. No debemos obligar a nuestros niños a tratar de adecuarse a las categorías de género preexistentes y contradicctorias que tienen los adultos. Todo esto es más fácil cuando hay abundancia y cuando la experiencia del niño no es malograda por el abuso o por la escasez.

Tal vez ‘hum’ podría representar también el ‘humus’, esa parte del suelo, ese terreno en el que nosotros y todas las culturas somos unos para los otros, la tierra de la que surgimos y a la que regresaremos. Tal vez, al fin, podremos actuar de acuerdo con el regalar como una continuación de la situación original madre-niño que dejaremos florecer cuerdamente sin que la sociedad la tuerza.

Un experimento personal

En realidad no es difícil cambiar el lenguaje que les enseñamos a los niños. Yo lo traté de hacer con mi hija mayor, Amelia, en los años sesenta. Evité usar con ella los pronombres posesivos, no le enseñé los términos ‘mío’, ‘míos’, ‘de él’ o ‘de ella’. Como en la realidad la madre es la muestra original, los niños aprenden mejor lo que ella dice que lo que dicen los otros. Les pedí a las otras personas que estaban con nosotras que también evitaran los posesivos. Desde luego, Amelia escuchaba esos pronombres posesivos en personas que no conocíamos bien, en la radio y así sucesivamente. Evité las dificultades de estas ideas diciéndole, por ejemplo, «Papi usa eso», en lugar de decirle «Eso es de Papi». Fué muy interesante, porque ella no aprendió a usar los posesivos, aunque a los tres años de edad ya hablaba muy bien.

Yo sé como aprendió. Ella quería jugar con unos platos y otra persona le dijo, «No los toques, porque son de tu mamá». Siempre sentí que la razón ilógica (en realidad no debía jugar con esos platos porque se podían romper —y no porque fueran míos) sumada al hecho de que la dueña de los platos fuera yo, su madre, hizo que finalmente mi hija comenzara a usar esa categoría. Es difícil determinar si el hecho de no haber aprendido los posesivos hizo que mi hija fuera más generosa. El experimento terminó demasiado pronto, había demasiadas variables, y haciéndolo sola, no fué muy efectivo.

De cualquier manera, el experimento no le hizo ningún daño. La posesividad no es algo tan básico como el género, y el flujo de la vida absorbió cualquier negatividad que tuviera esa experiencia. Sin embargo, evitar usar los términos de género a una edad temprana podría tener efectos de gran alcance en el concepto de sí mismos que tienen los niños y las niñas, por lo menos si se hiciera en los «períodos sensibles» del aprendizaje del lenguaje.

Podríamos tambien usar nombres andrógenos en el jardín infantil. Desde un metanivel, podríamos hablarles a las niñas y los niños del uso de los términos de género en Plaza Sésamo y El barrio del Sr. Rogers. Podríamos dar ejemplos a través de la televisión, de madres y niños o niñas usando términos sin género para definir sus categorías como parte de la humanidad común. Estoy convencida de que también aquí el flujo de la vida corregiría los aspectos negativos desconocidos que pudieran estar envueltos en el experimento.

Las mujeres han hecho una gran diferencia en el lenguaje en las últimas décadas, eliminando la terminología sexista. Seguramente podríamos concebir nuevas maneras de hablar a los niños y sobre los niños, lo que les permitiría seguir identificándose con nosotras en forma continua fuera de los conceptos de género estereotípicos. Entonces, quizás todos nosotros podríamos reconocer y admitir la afinidad que existe entre nosotros con nuestras madres y con la Madre Tierra volviendo así a la norma del regalar.


Notas al pie

35. Para Saussure, Curso de lingüística general, Alianza, Madrid, 1983, capítulo IV. Langue es un sistema de unidades de oposición puramente diferencial. Cada palabra se relaciona con las otras por exclusión mutua. Cada palabra se identifica a sí misma por su negación con las otras palabras. Cuando el significante es considerado en relación con el significado, se aplican otras oposiciones y asociaciones, como las oposiciones binarias y las variabilidades regulares y paradigmáticas. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

36. Joseph Greenberg, Language Universals, La Haya, Mouton, 1966. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

37. Op. cit., On Language, Roman Jakobson, «The Concept of ‘Mark’», capítulo 8. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

38. Aunque el comunismo pueda ser considerado como la intención de satisfacer las necesidades, ha sido socavado, igual que el capitalismo, por el patriarcado. Marx y otros economistas hombres no entendieron y siguen sin entender el trabajo no remunerado de la mujer como un trabajo que produce valores. Si el trabajo de la mujer fuese tomado en cuenta (véase Marylin Waring, If Woman Counted, A New Feminist Economy, Harper and Row, San Francisco, 1988), tendríamos que agregarle por lo menos un 40 por ciento al PBI de muchos países centrales, y mucho más en los países del Tercer Mundo. Los economistas que han omitido esos elementos macroscópicos desvirtúan sus análisis. Es como si un estudiante omitiera el 40 por ciento de los planetas del sistema planetario: tendría que buscar otras explicaciones para sus efectos —irregularidades en las órbitas, por ejemplo— y no podría determinar un mapa para un viaje espacial exitoso. El feminismo propone un análisis más completo, más profundo y de mayor alcance y una base mejor para la planificación social que el capitalismo y el comunismo porque, a diferencia de éstos, el feminismo otorga valor a la mano de obra gratuita. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

39. Distinguir el sexo de los niños por el color de la ropa es como diferenciar (y privilegiar) las razas por el color de la piel. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

Capítulo 7 - La fuente colectiva

Capítulo 7: La fuente colectiva

A través del lenguaje, cada individuo teje una respuesta a la pregunta filosófica más profunda de nuestro tiempo: «¿Cuál es la relación del uno con los muchos?» La relación del individuo con su cultura y de ahí con los 7’000.000.000 de seres humanos que vivimos actualmente, es muy diferente a su relación con su aldea o grupo social de siglos pasados. Los medios de comunicación nos traen imágenes e información acerca de los billones de personas que nunca veremos ni conoceremos, que son tan humanos como nosotros. De la misma manera, la astronomía nos ha presentado una visión de nuestro planeta Tierra que es uno, en medio de millones de galaxias y billones de otras estrellas y todos los planetas circundantes. Mientras nuestro conocimiento de la humanidad y del universo ha aumentado, nuestra dimensión como individuos en relación con la totalidad ha disminuído increíblemente. Sin embargo, cada uno de nosotros permanece en primer plano con respecto a nosotros mismos y por eso parecemos muy grandes, tanto que ocupamos toda nuestra visión.

La respuesta a esa pregunta desde el punto de vista del paradigma del regalo, es algo así: cada ser humano es parte de la colectividad porque su identidad se constituye usando los regalos materiales, lingüísticos y culturales colectivos que nos dan los otros y que nosotros damos a los otros. Nuestra subjetividad f ísica y psicológica está hecha de esa materia, de esa matriz (o madre) que nosotros mismos reformamos y rehacemos de nuevo para los otros. Cada uno de nosotros es un lugar o punto en la trama generada por la transmisión de innumerables regalos. En esa trama, el proceso colectivo relaciona las cosas con las palabras, las palabras con las palabras, las cosas con las cosas, y a nosotros con nosotros mismos —por y a través de los regalos en diferentes niveles.

La reiteración de la masculación en diversas escalas ha alterado la configuración de este proceso colectivo, dirigiendo el flujo hacia una categoría de dominantes auto-motivados que intentan expandir su importancia personal estableciendo relaciones de control sobre la colectividad y sus regalos. A menudo, éstos son servidos por otros que obtienen acceso a una relación indirecta con los muchos, al relacionarse con quien domina a los muchos. Mientras que es concebible pensar que los dominantes podrían devolver sus regalos a los muchos, esto es incompatible con el mandato del género de desbancar. Desafortunadamente, la relación de dominación de uno sobre muchos parece tener como posible resultado la destrucción de los muchos por el uno. Recientemente, detentanto el poder que está disponible ‘unos’ han jugado con este y existe la posibilidad de provocar una devastación nuclear. Nosotros debemos revelar el carácter ilusorio de la motivación para dominar y expandir y debemos recrearnos mediante los procesos de regalar y de recibir, encontrando la manera de relacionarnos como personas que cuidan, unos entre muchos y muchos entre muchos.

Nichos ambientales

Un nicho ambiental es un regalo, para el cual los receptores evolucionan. Las criaturas se desarrollan con necesidades y pueden recibir esa clase de cuidados. El lenguaje es un producto y un subproducto de las pasadas generaciones de la vida, que las generaciones actuales e individuos pueden recibir y usar. Es un nicho ambiental y cultural creado por la colectividad.

Tenemos que interactuar entre nosotros con respecto a las cosas, porque ellas son valiosas para nosotros, tanto colectiva como individualmente de muchas maneras. Tenemos que ser capaces de usar las cosas colectiva e individualmente de muchas maneras para conseguir la realización de su valor. Otras personas en la sociedad han contribuido mucho al valor de las cosas pero lo mismo es verdad con respecto al valor de las palabras. Normalmente, al menos el aspecto de ‘cómo se usa’ nuestro ambiente inmediato, se nos ha dado gratis —está ahí para que nosotros lo tomemos o ha sido transmitido a nosotros por nuestras madres. Esto, como también el conocimiento de lo que sería apropiado para usar, nos lo transmiten muchas personas de la sociedad. Toda esa cultura material está a nuestra disposición porque otros han contribuido a lo largo de los siglos mediando sus interacciones con el lenguaje. No sólo las mujeres y las cosas han quedado fuera de consideración, los procesos de vida de las multitudes del pasado (y presente) han sido a ignoradas menudo por los filósofos, quienes valoran más las palabras que las cosas, porque contemplan el mundo desde un punto de vista masculado y descontextualizado. La actitud sexista es mucho más amplia que la cuestión del género. Inicia negaciones y distorsiones de puntos de vista que determinan muchos otros asuntos. Entra en la dialéctica interactiva entre las palabras y las cosas, entre el que define y lo definido, alterando profundamente la perspectiva de la colectividad y la imagen del mundo que se presenta a su vista.

El intercambio ha confundido algunos procesos del lenguaje, y al transferirlos al plano material, en realidad ha creado una situación en la que el regalo se cancela debido al requerimiento de un contra-regalo equivalente. Esta situación artificial se crea al re-utilizar la parte del patrón donde la palabra toma el lugar de una cosa, haciendo que el regalo de la cosa sea innecesario para la creación de la relación humana en ese momento: No necesito darle una flor para crear una relación humana de comunicación con usted en este momento. Basta con que yo diga la palabra ‘flor’. La palabra también sirve como una muestraequivalente. En la descripción del proceso del concepto, hemos dicho que la cosa ya no es necesaria como muestra cuando la palabra toma su lugar como un equivalente de las cosas de esa categoría. En el plano material del intercambio, cuando se da el contra-regalo, eso también cancela el carácter de regalo del primer regalo y expresa su valor al re-presentarlo. Esto es particularmente claro cuando el dinero es el contra-regalo.

El dinero toma el lugar del producto como equivalente de otros productos (así reemplazando y cancelando ese producto como equivalente). Mide y re-presenta el valor del producto en el intercambio como ‘regalo’ sustitutivo. (Curiosamente, el dinero, el árbitro del intercambio funciona solo cuando es dado). El dinero también cancela ambos: el valor cualitativo y el valor de regalo (la inferencia de que la otra persona es valiosa), reemplazándolos por el valor cuantitativo y el valor de cambio, para que éstos sean vistos dentro de la categoría de todos los otros productos en el mercado.

La transacción humana de regalar, ha sido alterada y parte del proceso del concepto lo ha reemplazado para mediar la relación mutuamente exclusiva de la propiedad privada. Este uso material del proceso conceptual (y de la transposición del proceso lingüístico) permite a cada uno de los que intercambian que pongan en práctica la definición dando y recibiendo la palabra-regalo sustitutiva, el dinero. Y así, los que intercambian pueden dar sin privarse a sí mismos. Les dan valor a las cosas y a su sustituto, el dinero, y no se dan valor entre sí. El dinero es un medio de co-municación mediante el cual se define un producto, y el comprador se lo da al vendedor, así como el que define le da el definiendum al que escucha. A su vez, el vendedor tiene que renunciar al producto —que en el proceso de la definición sería la cosa definida. Mientras que pasa a través del proceso encarnado del concepto, el valor de regalo del producto es cancelado y se transfiere al dinero, que es cambiado por el producto, al que llamamos valor de cambio del producto. Cuando el producto se convierte en propiedad del comprador sale del proceso del mercado y se transforma en su valor de uso.

Cuando se cancela la atribución de valor al que recibe, el proceso de intercambio cancela el valor-regalo del producto, en una manera que no es usualmente reconocida. El valor de uso es de cierto modo limpia-do de las experiencias previas. Una vez comprado y pagado el precio, no pensamos más de donde viene. En general no prestamos atención al origen del producto que estamos usando, si fué malpagado a trabajadores del ‘Tercer Mundo’, o hecho por mano de obra infantil, o por miembros de los sindicatos de Estados Unidos. El producto está listo para que lo usemos, pero no se les da ni gratitud ni reconocimiento a quienes lo manufacturaron —ni tampoco es recibido de los manufactoradores como un regalo de cuidado que transmitiría un valor a los que lo reciben, por implicación. El reconocimiento y la gratitud van dirigidos a quienes ‘hacen’ dinero, o tal vez al comprador, al vendedor o al proceso mismo del mercado. Por esta razón, creo que hay una diferencia lógica invisible entre los valores de uso que han pasado por el proceso de intercambio y los valores de uso de aquello que la gente hace directamente para otros, y que transmite el valor del regalo. La persona que utiliza el valor de uso, preparándolo y adaptándolo para satisfacer las necesidades de los integrantes de su familia, le agrega un valor de regalo, pero el valor del regalo otorgado por los trabajadores a sus productos ha sido cancelado (o desviado como ganancia hacia otros) a través del proceso de intercambio.

Empezando con el mundo

En su análisis del dinero y de las mercancías (productos en intercambio), Marx, tomó como punto de partida las mercancías. Creía que los intelectuales del pasado se habían equivocado al comenzar con el dinero. Una consideración similar puede aplicarse a la relación de las palabras con el mundo. Cuando nos formulamos nuestras preguntas acerca de esa relación, usualmente tomamos las palabras como punto de partida, lo que nos coloca para empezar en el camino equivocado. Debemos comenzar con el mundo, no con las palabras —con la co-municación material y no con la co-municación verbal. En cualquier caso, la respuesta pasa a través de la actividad de regalar de los seres humanos. Sin embargo, si comenzamos con las palabras mismas, no podemos percibir el carácter de regalo ni de las palabras ni de las cosas. El carácter de regalo está escondido por la transparencia de las palabras, porque la posición de la palabra está sobrecargada por la masculación y porque hay una motivación hacia el ‘toma el lugar del otro’ en la definición.

Colocadas en una posición ‘inferior’ de regalar a los hombres masculados, las mujeres están en una situación similar a de las cosas respecto de las palabras. Para las mujeres es más fácil comprender el lenguaje desde el punto de vista de las cosas, mientras que los hombres usualmente asumen el punto de vista de las palabras. Por supuesto, todos los seres humanos son también ‘cosas relacionanadas con las palabras’, como cuando refiriéndonos a alguien decimos: ‘esa persona que está allá’, ‘el siguiente en la fila’, ‘la amiga de Juanita’. Sin embargo, la palabra se ha encarnado en el género masculino, las mujeres análogamente toman el rol de las cosas en relación con esa ‘palabra’. Hemos sabido lo que es el ser habladas de nosotras en vez de hablar, ceder al que toma nuestro lugar, al que nos remplaza, al que nos representa en público, mientras que continuamos regalando en el hogar.

Pero las mujeres nos colocamos activamente en relación con los otros, hacemos el trabajo de mantener, de cuidar y criar a nuestros niños y niñas —y la multitud de tareas que las mujeres han hecho– dando valor a los otros de muchas maneras. Las cosas no hacen esto en primera persona como lo hacemos nosotras. Las cosas no se ponen a sí mismas en relación con la gente. ¿A qué se debe su lado activo? Es la actividad y la recepción creativa de la colectividad —más allá del foco de lo individual, el segundo plano de los muchos, en el que las mujeres han quedado situadas anónimamente por siglos. Nuestro dar sin reconocimiento, proveyendo directa e indirectamente a los otros, es el proceso y el resultado de una permanente interacción dialéctica de la colectividad con las cosas. Los humanos no sólo practican el dar, pero en este proceso dejamos una cantidad numerosa de subproductos disponibles para ser tomados. Algunas veces, ha parecido que las mujeres (y las otras personas excluidas) eran solamente unos subproductos de unos pocos hombres y como las cosas, sólo tenían el valor que la colectividad les otorgaba y no el valor que surgía de ellas mismas, como donantes en interacción. Las cosas se parecen a las mujeres porque ceden a las palabras dejando que estas ocupen su lugar.

El tratamiento de las mujeres como ‘cosas’ que dan y ceden su lugar en la relación ‘muchos a uno’ con aquellos hombres que las reemplazan y que las poseen o controlan, repite la relación entre las cosas y las palabras, que siempre ha sido tan difícil de entender para los filósofos. Los filósofos masculinos empezaban desde su propio punto de vista, el punto de vista de los que reemplazan, de los propietarios y de los controladores, de los ‘unos’ en oposición a los ‘muchos’. Las mujeres que han sido tratadas como cosas, pueden tomar el punto de vista de las cosas, de los muchos, de los que dan y ceden.

Alguien podría preguntarse: «¿Realmente las cosas se dan y ceden a las palabras, como las mujeres ceden a los hombres?». En el tejido de los numerosos regalos que constituyen el proceso vital de la colectividad, ¿se les da vida a las cosas, con nuestras manos mágicas, para que se conviertan en Pinochos obedientes al fin a las palabras del padre? ¿O todo es una proyección? Dejando de lado las palabras de Gepeto, las brujas (y el hada azul) sienten la vida de los objetos inanimados, porque tal vez como mujeres sabemos que somos como ellos, bajo el hechizo de la objetivación. De todas maneras, nuestras palabras son diferentes, menos vacías que las de los hombres masculados, porque también nosotras hablamos cosas.

Empezando con las palabras

Empezando con las palabras, relacionar las palabras con las cosas hace que el investigador se concentre en las palabras, pero divide la idea de las palabras, al menos en dos partes: el ‘vehículo’ (sonido, significante, señal, escritura, gesto del lenguaje de signos) y el ‘significado’ (idea, significado, referente, designatum, etc).. Creo que actualmente estamos empaquetando una parte del valor de las características de las cosas en lo que vemos como el ‘significado’ de la palabra. Entonces las cosas se escinden de las palabras, que se presentan como privadas de su valor para la comunicación, porque ni las cosas ni las palabras son reconocidas en su aspecto de ser orientadas hacia los otros o de darles valor a los otros. Deberíamos mirar las palabras no tanto por tener estas un valor sino como regalos sustitutivos que portan el valor de las cosas en y para la comunicación. Este valor contribuye a la formación de la comunidad en toda su variedad, permitiéndonos a cada uno de nosotros vincularnos con otra gente de maneras específicas con respecto a todas las partes del mundo. Es la existencia general de las cosas para los otros.

En la comunidad distorsionada por la masculación, los géneros exteriorizan la relación entre las cosas y las palabras (lo que no entienden). Desde luego, estamos metidos en este problema porque los seres humanos somos más capaces que las cosas de responder a las definiciones como profecías que se autocumplen, aunque las cosas puedan parecer animadas. Los hombres actúan el rol de la palabra, la mujeres actúan el rol de las cosas. Los hombres, que están reemplazando a las mujeres, son los regalos sustitutivos (para-otros) de las mujeres, llevando el valor de las mujeres en la comunicación para el tipo de comunidad que llamamos patriarcado. Las mujeres ayudan a crear esa clase específica de vínculos que constituyen y mantienen esa comunidad. Los hombres son los regalos comunitarios y sustitutivos de esos regalos individuales ocultos de quienes dan regalos. También las cosas tienen un lado oculto de regalo, que se atribuye a las palabras que ocupan su lugar. Las palabras y los hombres son autoreferentes, mientras que pareciera que las mujeres y las cosas no fueran así. Toda esta confusión proviene de dividir la comunidad en dos categorías de género inescapables y opuestas, comunidad que se creaba a través del hablar y el escuchar (del dar y recibir) incluyéndose mutuamente.

Figura 11.

Cosas que se relacionan con las palabras y palabras relacionadas entre sí.

‘Significado’

Si comenzamos con las cosas y no con las palabras, podemos ubicar el ‘significado’ en las cosas en toda su variedad de apariencias y de usos, entendiendo su relación con las palabras, como relación con su regalo sustitutivo para los seres humanos. Los diferentes tipos de cosas que se relacionan con una palabra (lo que llamamos generalmente los diferentes ‘significados’ de la palabra) pueden también parecerse entre sí. Por ejemplo, la palabra ‘dulce’ puede transmitir un sabor de miel o de pasteles, que tienen este sabor, o también el carácter afable de una persona. La miel, los pasteles o la actitud afable tienen relevancia para los seres humanos. Si no estuviesen relacionadas con palabras como sus nombres, podrían estar relacionadas con frases compuestas de palabras a las que algunos de sus distintos aspectos se relacionan. Si no estuviesen relacionadas con una única palabra podrían relacionarse con frases compuestas de palabras referidas a sus distintos aspectos. El hecho de que las cosas estén relacionadas con una palabra implica que ellas (o cosas similares a ellas) han sido utilizadas para satisfacer las necesidades de los muchos. Tienen una cierta generalidad. No solamente las palabras en sí son generales, también las cosas que se relacionan con ellas a través del uso humano. En la formación de un concepto, la capacidad de existir de las cosas repetidamente para otros, como cosas del mismo tipo, se trae a primer plano, debido a la generalización de la muestra con respecto a los muchos y a la adopción final de la polaridad (uno a muchos) por una palabra general. El hecho de que haya una palabra para ese tipo de cosas, expresa la generalidad de esas cosas —no solamente de la palabra. De hecho, la palabra en sí no es nada, depende de la relación de las cosas con ella.

El ‘significado’40 es el término que se usa para la relación entre las cosas y las palabras que empieza con las palabras y funciona de arriba hacia abajo. Esta relación la establecen los seres humanos de forma continua los unos para con los otros colectiva e individualmente. A menudo sólo creemos en la relación entre la palabra y la cosa, pero es la relación cosa con cosa o cosa con palabra lo que les da valor a las palabras para los seres humanos. Sin esto, las palabras no tendrían ninguna utilidad para nosotros. La relación entre la cosa y la palabra es también funcional en la constitución de nuestras identidades por muchas otras razones: los seres humanos son también ‘cosas relacionadas con las palabras’ para nosotros (hablamos de nosotros); nos cuidamos entre nosotros lingüística y materialmente en muchos niveles; y como hemos estado diciendo, muchos de nosotros nos hemos modelado en algunos procesos lingüísticos.

Hemos proyectado estos procesos lingüísticos en la organización de lo colectivo, económica y políticamente, y en la estructura de la familia. Las proyecciones confirman y recompensan algunos tipos de comportamiento y descalifican otros, ‘entrenándonos’, influyendo en nuestras identidades. Conforman los contextos donde vivimos, imponiendo los parámetros de la ‘realidad’ (a lo que llamamos el ‘patriarcado’) donde operan nuestras identidades artificiales y autoconstruídas. (Vea las Figuras 11 y 12).

Ilustración 12.

Relaciones de las cosas con las palabras en el lenguaje tradicional: esposas y niños a maridos y propiedad y dueño de la propiedad.

En Estados Unidos, las mujeres no sólo tomamos los apellidos de nuestros esposos, sino que en los roles tradicionales aquí y en otras partes los hombres toman nuestro lugar en la esfera pública, hablan por nosotras y a menudo toman decisiones por nosotras. Se sabe quienes somos por quienes son las personas con las que nos relacionamos. Para poder conocer las relaciones entre las cosas y las palabras, debemos comenzar con las cosas —del mismo modo que si queremos conocer las relaciones entre las mujeres y los hombres, debemos comenzar con las mujeres, como nos ha enseñado el feminismo. Durante siglos, los hombres han razonado desde las palabras hacia las cosas, y han tratado de entender a la mujer (a los niños y a las ‘cosas’) razonando a partir de ellos mismos. Me parece que quienes buscan el sentido de la vida son como los que buscan el significado de las palabras partiendo desde arriba hacia abajo enfocándose en las palabras. En su lugar, todos debemos comenzar con el regalar material y no con el regalar lingüístico, sustitutivo y re-presentativo. Necesitamos dar cosas, no palabras, satisfaciendo las necesidades materiales de los otros para crear abundancia para todos, co-municándose para forjar las subjetividades físicas (los cuerpos), y no sólo las subjetividades lingüísticas y psicológicas de la co-munidad. Necesitamos crear los cambios sistémicos que harán que la comunicación material y generalizada sea posible para todos a todos los niveles.

Relaciones parasitarias

Algunas veces el altruismo parece fingido porque el ego artificial del intercambio masculado ha aprendido a hacerlo, pero no de una manera maternal. Las organizaciones de beneficencia paternalistas donan en pequeñas cantidades, sólo lo suficiente para aliviar la presión de unos pocos individuos, sin cambiar el cuadro completo. Ellos mantienen el control de los regalos y de los receptores a través de la ‘verificación diligente’ con la idea de que los que reciben tienen que ganarse su confianza. Entonces las mujeres (incluso las madres), sobrevalorando estos procedimientos ‘caritativos’, los toman como la norma de cómo ser altruista. Si las mujeres continúan desacreditando el modelo de madre (la muestra para el concepto) y lo interpretan solamente desde el punto de vista autoreflejante y autovalorizante de la masculación y el intercambio —ya sea por nuestro propio éxito en el sistema o por tomar el punto de vista del hombre, el ‘otro’ sobrevalorado que nos degrada— perderemos el potencial revolucionario (el re-evolucionario) que ahora inflama el corazón del movimiento feminista mundial.

Al haber aceptado durante siglos el engaño masculino de que las mujeres somos inferiores (‘cosas’), y al aceptar ahora el engaño de que nosotras somos o deberíamos ser ‘iguales’ al modelo, corremos el riesgo de renunciar a nuestro alineamiento con la Madre Tierra, a la posibilidad de salvarla, de salvar a nuestras madres, a nuestras hijas e hijos, de salvarnos a nosotras mismas del espejo hambriento del paradigma del intercambio. Esta es una especie que se está comiendo viva a sí misma, porque no puede valorar la muestra del concepto de la madre que da en abundancia y ni siquiera puede verla.41 Hemos hecho del acto de regalar, que es la fuente de la vida y de la felicidad, esclavo del ego masculado y artificial y de sus expresiones en los niveles económicos, políticos e ideológicos. Esto drena los regalos de la humanidad hacia las arcas de unos pocos, cuyos excesos priápicos impiden la satisfacción de las necesidades y son transformados en armamentos fálicos, ‘marcas’ mortales, por medio de los cuales un grupo puede demostrar su ‘superioridad’ (ocupación de la posición privilegiada de la muestra del concepto) sobre otro, que es obligado a ceder.

De esta manera, los regalos obligados de los muchos se desperdician en gastos que no alimentan y que sirven para la destrucción, por no mencionar la inmolación de los millones de corazones, mentes y cuerpos donantes. Des-haciendo los cuerpos de la comunidad, la co-municación se vuelve contra sí misma, a imagen de la muestra del concepto. Mientras tanto, al suplir las necesidades para la guerra (alimentando un intercambio fálico), se destruye convenientemente (gastando la riqueza en armamentos) la abundancia que podría facilitar el regalar en diferentes lugares del mundo, que no participan directamente en la guerra. Hemos creado una relación de muchas hileras en la cual una cantidad relativamente muy pequeña de personas actúan como parásitos de los demás, recreando así una situación de privilegio que originalmente fue creada al transferir la mitad de todos nuestros bebés a una categoría ‘superior’, mediatizada lingüísticamente exenta de cuidar. Esta categoría es sobrevalorada y los que cuidan le otorgan demasiado, debido a su mandato de lograr la posición de la muestra del concepto. (La posición de la muestra es sólo un mecanismo funcional y conceptual para organizar nuestras percepciones y no la forma de ‘merecer’ amor o abundancia). El anfitrión debe re-educar y convencer al parásito (que de cualquier manera es parte de sí mismo). No debemos permitir que el parásito siga convenciendo al anfitrión.

El parásito está compuesto de espejos —intercambios, definiciones, juicios— y tiene que recibir energía, dinero, comida, tiempo y cuidados de otra parte, para poder hacerse lo suficientemente grande para poder convertirse en el ‘uno’ privilegiado tomando el lugar de muchos otros. Pero este estado aberrante de las cosas no es culpa de nadie.

De hecho, el culpar y sentirse culpable son parte del paradigma del intercambio, una manera de hacer que el otro ‘pague’. No podemos arreglar el paradigma del intercambio aplicándolo una y otra vez a sí mismo. Las prisiones y las sillas eléctricas están llenas de personas que ‘están pagando’ por sus equivocaciones. No necesitamos justicia; necesitamos amabilidad. En realidad la justicia es un intento de definir el crimen para que no ocurra de nuevo. Tratamos de cumplir esa definición mediante una clase de intercambio, porque el intercambio se deriva de la definición. El ‘pago’ implica una co-municación material forzada por medio del cual se requiere que el criminal dé algo y ceda. Pensamos que, tal vez, regresando al nivel material exigiendo bienes, tiempo o incluso la vida en un intercambio ‘igual’ tendremos más efecto sobre el que actúa mal. Se intenta evaluar la gravedad del crimen con respecto a otros crímenes (una forma de cuantificación). El criminal está masculado de nuevo, distanciado f ísicamente (descontextualizado) y puesto en una categoría de ‘otro’ con una condena o una ‘sentencia’.

Muchos ‘uno-muchos’

Pensando acerca de esto, ví que tenía tres relaciones similares con las cuales trabajar: 1) las mercancías eran al dinero como; 2) las cosas eran a las palabras y como; 3) las mujeres eran a los hombres como. Podría usar cada una de estas relaciones para clarificar las otras.

Por ejemplo, todas estas áreas tienen relaciones del tipo uno-muchos como elemento constitutivo. Todas las mercancías son muchas y se relacionan con el dinero como su equivalente. También son muchas en relación con un precio en particular como uno. Las cosas se relacionan con las palabras de muchas maneras como muchos a uno: como muchos con respecto al lenguaje como un tipo de cosa; como muchos con respecto a una sola palabra (por ejemplo, la palabra ‘cosas’); y como muchas cosas con respecto a la palabra que ‘significa’ esa clase o que la re-presenta. Como género ‘inferior’, todas las mujeres se relacionan con cada hombre como los muchos con el uno. Además, cada una de estas relaciones implica relaciones potenciales de uno a uno. La pareja humana es el ejemplo de una relación uno a uno, como la relación más trasitoria del intercambio de un producto por dinero, y como la idea del signo de Saussure de la unión entre el significante y el significado. Variaciones y cambios, en la relación uno a uno, ocurren en la relación en proceso entre la mujer y el hombre, con la relación de la familia al padre. La madre misma figura como el uno en cuanto a sus hijos, que son potencialmente los muchos, pero es reemplazada por el padre como ‘cabeza’ de familia. Ejemplos que obedecen a una doble moral, como el síndrome de Don Juan o la poligamia, también envuelven relaciones muchos a uno. Otra relación muchos a uno es la de la propiedad con su dueño, que a menudo se combina con la relación de las personas y bienes de la familia como propiedad del padre o esposo.42

Entonces, desde luego, hay súbditos del rey, electores que eligen a sus representantes, naciones a sus presidentes, empleados a sus empleadores. Hay etapas sucesivas de muchos a uno, por ejemplo: católicos a los sacerdotes, sacerdotes a los obispos, obispos a los cardenales, cardenales a los Papas. Las fuerzas armadas están relacionadas en los mismos escalones de los oficiales hasta los generales, etc. El traslapar muchas estructuras uno a muchos crea un mecanismo gigante. Tal vez, cuando algunas de las piezas faltan, la situación puede ser más benigna, pero el refuerzo que ocurre entre las estructuras del patriarcado del Primer Mundo, lo ha hecho más letal y príapico que nunca antes —con las armas nucleares de estas naciones listas para aniquilar a los muchos, con su nube fálica en forma de hongo, evidencia de que se ha obtenido la posición uno (1).

Hemos estado razonando y actuando desde el punto de vista de las palabras en relación con las cosas, del dinero en relación con las mercancías, y de los hombres en relación con las mujeres. Me parece que la explicación para esto es que la economía del intercambio se enfoca en el ego individual y da valor e importancia principalmente al ‘uno’, a la conciencia aislada y abstracta. La importancia (y los modos de usar) de la conciencia colectiva, de la conciencia de grupo, y de otras experiencias de regalo que tienden hacia los otros ha sido ignorada, porque sólo hemos sabido comenzar desde nosotros como seres individuales —y sólo a aquellos que han tenido éxito como individuos aislados se les ha concedido la credibilidad y la autoridad para hablar. Este centrarse en sí mismo se debe a la masculación, a la lógica del intercambio que se refleja a sí misma y al modelo jerárquico de arriba hacia abajo. Es consistente con el capitalismo, especialmente con el ‘productor independiente’, o el empresario, héroe cultural. Los académicos no están más libres de este síndrome que los otros, aunque tal vez les gustaría estarlo. La competencia, en términos de creatividad y agudeza (siendo la recompensa la valoración del ego, la autoridad y el prestigio), influye en la visión del mundo de los académicos, como si las recompensas sólo fueran económicas. El lenguaje se ha convertido en un instrumento de poder, y los que lo estudian generalmente no están libres de los patrones que valoran al ego y que permiten que este poder sea posible.

Luz y sombra

Las mujeres también podemos desarrollar un ego centrado en nosotras mismas, pero tendemos a permanecer orientadas hacia los otros, porque tenemos que continuar siendo las que cuidamos a los niños y a las niñas. Dentro o fuera de la academia, nuestra visión del mundo suele ser más amplia que la de los hombres, especialmente cuando no somos intelectualmente serviles al patriarcado. Con un pie en cada bando, es más fácil advertir las contradicciones. De hecho, lo que podemos observar es que estamos paradas con una mitad en la luz y con la otra mitad en la sombra. Aun cuando compitamos con éxito en la economía del intercambio, a veces nos vemos a nosotras mismas como perteneciendo a las masas de mujeres que no son vistas ni reconocidas.

Nuestro lugar en la sombra también nos permite ver a otros que también están en la oscuridad, las masas de gente, las culturas, las mueres, las niñas, los niños y los hombres que están colocados en el trasfondo por el ego masculado. Junto con estos están todas las cosas, animales, criaturas, plantas, inventos, arte y artículos caseros que han sido el objeto de nuestros cuidados, del uso y del mantenimiento a lo largo de los siglos. Aquí en la oscuridad están todas las mesas que hemos pulido, el maíz que hemos cosechado, los terrenos que hemos cultivado, los caballos, las vacas y las gallinas que hemos alimentado, la nieve que hemos paleado, los techos que hemos techado, las líneas de ensamblaje en las que hemos trabajado, los fregaderos que hemos desatorado, los bailes que hemos bailado, los niños y las niñas que hemos criado. En toda esta variedad de actividades hemos conferido valor a las cosas y las hemos imbuido con material de nuestra vida que los otros pueden usar libremente. Aun cuando nuestra actividad ha sido muy costosa, humana y económicamente, los resultados de nuestras acciones, guiadas por los principios del cuidar, pemanecen como un legado gratuito para los otros. El legado consiste en maneras de cuidado, corazones y mentes valorizantes no masculados y en la realidad material —la casa en la que se vivió y a la que se le dio mantenimiento ha perdurado hasta el día de hoy, la casa que fué abandonada se pudrió y desapareció—.

El ego masculino teme en forma notoria a la muerte y ama lo que teme, porque al desviar su mirada de los otros, niega lo que ha recibido de ellos —como también su existencia e importancia para este. Por lo tanto, es muy probable que se vea a sí mismo como una fuente aislada de lo que le ha sido dado por los otros, desde las masas de humanidad que lo precedieron, hasta los trabajadores en las fábricas y los agricultores, hasta su madre, su esposa, su hermana y (a veces incluso) su hermano. Esto es poco frecuente, porque el círculo de varones elitistas y el vínculo masculino sirven para incrementar el sentido de poder y de autonomía del ego masculino aislado como tal. Los hombres aprenden a reconocer la imagen autoreflejante y a valorarse entre sí. La posición del ‘uno’ funciona particularmente bien dentro de la negación del hecho de que ha recibido algo de otros. El ego ve todo desde el punto de vista del tomar —o por lo menos de ser merecedor de lo que toma. (Merecer es otra transposición del intercambio, que requiere una equivalencia entre las acciones pasadas y las recompensas presentes). El énfasis que hemos puesto en la monetización del trabajo en el capitalismo, ha concentrado nuestra atención solo en esa área de nuestras actividades y en ese tipo de relación humana que es el ‘hacer dinero’. Porque el ego piensa que sus percepciones, su mundo, y sus habilidades surgen de sí mismo, y de ese modo su propio carácter social y artificial es escondido y corre el peligro de sufrir de solipsismo. Observar el lenguaje desde el punto de vista del paradigma del regalo es un buen remedio para el solipsismo. Si consideramos cada palabra como un subproducto gratuito de los procesos de la vida de innumerables personas del pasado mediatizados por el lenguaje a través de los cuales satisfacían necesidades comunicativas mutuas, entonces nos encontramos en contacto con millones de otros seres humanos que regalaban y se comunicaban porque hemos recibido nuestras palabras (y nuestra cultura y nuestros bienes materiales) de ellos. Actualmente, el solipsismo no es tanto una posición filosófica en nuestra sociedad, como una posición psicológica y política. Esta permite la crueldad sin responsabilidad, la felicidad por nuestro propio bienestar, enfrente del dolor de los otros. Nuestra compasión se atrofia y se seca y nuestras almas se convierten en prisioneras de nuestros egos. Permitimos que los gobiernos tomen innumerables decisiones que provocan la muerte de muchos o que los dejan morir, cometiendo así un genocidio económico y militar, mientras nosotros nos quedamos seguros en casa, preguntándonos para empezar, si en realidad esa gente existía.

Las personas que hablan de crear nuestra propia realidad se inspiran quizás, sin saberlo, en la creatividad ilimitada y en la cualidad mágica del regalo del lenguaje, sin tomar en cuenta que la fuente del regalo, por lo general, son los otros. Algunos actitudes religiosas, tanto los de la Nueva Era como los fundamentalistas, son propensos a escaparse de la raza humana, para evitar sentirse debilitados entre la multitud, y así pertenecer sólo a la posición privilegiada del ‘uno’. Cuando empezamos a relacionarnos sólo con Dios (que a menudo es visto como el ‘uno’ masculado, y por lo tanto parecido a cada uno de nosotros como un individuo aislado) y no con la raza humana y el planeta, nos volvemos megalomaníacos y paranóicos. Entonces actuamos sin compasión, ignorando a esa gente fuera de nuestro enfoque inmediato —cuya espiritualidad es tan grande o tan pequeña como la nuestra. Si nosotros pudiéramos re-conceptualizarnos a nosotros mismos por haber recibido de la otra gente en el pasado y en el presente, comenzando con nuestras madres, no estaríamos aislados ni desempoderados. De hecho, el vernos a nosotros mismos como un ego masculado (recibiendo de los otros solo porque lo ‘merecemos’) nos quita realmente el poder. Después sobrecompensamos.

En cualquier caso el solipsismo es desmentido por el hecho de que pensamos con el lenguaje y éste lo hemos recibido de los otros. Existía una teoría creacionista que contaba que Dios había enterrado los huesos de los dinosaurios para ‘probar nuestra fe’ en la historia Bíblica del Génesis. De igual manera, para los solipsistas Dios/a habría implantado el lenguaje en nuestras mentes para probar nuestra fe, al hacernos sospechar de que hay otras personas allá fuera. En la actualidad, la tierra es tan vasta y variada que nosotros no podríamos vivir en ella como individuos aislados. Necesitamos las percepciones comunes de los muchos para darle alguna clase de contexto real a nuestra vida individual. La sociedad es como un ojo de mosca gigantesco que, juntando múltiples facetas en una visión colectiva, es capaz de ver el cuadro total. Este cuadro es facilitado y transcrito en el lenguaje para poder mediar nuestras relaciones sociales mutuas. Y la transcripción, a su vez, provee una especie de inmenso tímpano que reverbera en respuesta a todo aquello que es importante, a un cierto umbral de intensidad más allá del nivel individual. A través de la elaboración colectiva, los valores culturales de las cosas a las que la co-munidad responde, están guardados en las palabras, mantenidas vivas como regalos disponibles para todos y que se usan constantemente.43

El ego patriarcal todavía ve solo aquellas cosas que están en su enfoque, iluminándolas con luz propia. Porque las personas de primer plano del ‘Primer Mundo’ tienen esta mentalidad, son capacez de ignorar el flujo de regalos, dinero y valores que provienen del llamado ‘Tercer Mundo’ dentro y fuera de las fronteras de Estados Unidos. Cuando la CIA no está desestabilizando directamente los gobiernos del Tercer Mundo o los Estados Unidos no están financiando a tiranos fascistas en contra de los intereses de los muchos pobres, de todos modos el patriarcado del ‘Primer Mundo’ se está apropiando de sus economías. Mientras que los medios de comunicación y nuestras terapias se enfocan en el aquí y el ahora, el gobierno usa nuestro dinero, su influencia y sus armamentos para devastar a la gente en la oscuridad. Las corporaciones se trasladan al tercer mundo causando desastres económicos y ambientales, mientras que algunos aquí cosechamos las ganancias y otros pierden sus trabajos. Cuando las corporaciones no se pueden esconder, se cubren con mentiras, justificando lo que hacen como ‘desarrollo’. Bajo la apariencia de ayudar a la gente, se enfocan en la modalidad del regalo, falsamente para cubrir las cosas amargas y explotadoras que están haciendo en la modalidad del intercambio. Esto tiene el efecto de retratar la modalidad del regalo como algo distinto a lo que es, identificándolo con los hombres y especialmente con los del gobierno y de las corporaciones que son los que están más alejados de la verdad. A menudo, estos hombres como individuos nunca han cuidado a nadie, pues siempre han funcionado dentro del mecanismo del intercambio.

Actualmente nuestras necesidades primermundistas se satisfacen de manera gratuita o a un costo muy bajo por los habitantes del ‘Tercer Mundo’. A ellos no se les devuelve el equivalente de su trabajo. La diferencia entre las economías permite a los negociantes embolsarse la mayor parte del precio que pagamos, colocando ese dinero en nuestros bancos, transfiriendo ese valor una vez más de los que no tienen a los que tienen, de la oscuridad a la luz, de lo invisible a lo visible. Como en una exclusa el flujo de los valores se bloquea y mantiene a un nivel más ‘alto’. Las economías del ‘Primer Mundo’ en su totalidad han recibido cantidades enormes de las economías del ‘Tercer Mundo’. Individualmente tal vez es difícil ver esto o quizás no sentimos los beneficios directamente. Pero la cantidad mucho más grande de valores que circulan aquí y no allá se debe a la desigualdad del intercambio, un intercambio que en la práctica termina como un regalo del ‘Tercer Mundo’ a los Estados Unidos.

La motivación de las ganancias a corto plazo que encajan muy bien con la modalidad del ego dejan a la gente en la oscuridad (las generaciones del pasado, los habitantes del ‘Tercer Mundo’ en el presente dentro y fuera de nuestras fronteras, y todas las personas del futuro, todos nuestros niños y niñas) dañándola y destruyéndola con la pobreza, la contaminación y la guerra, para que paguen por esa ‘luz’, que es nuestro continuo bienestar. El problema no es la depravación moral o la inclinación psicológica hacia la codicia, sino un punto de vista ‘normal’ del mundo, una estructura del ego y una forma económica que encajan y operan juntos en detrimento de todos. Individualmente pienso que no sabemos que estamos haciendo esto, o pararíamos o haríamos que todos pararamos. Nuestra conciencia colectiva se niega a reconocer lo que estamos haciendo —lo que hace difícil acceder a la conciencia individual. Por eso necesitamos desesperadamente un cambio de paradigmas.

El mandato de tomar el lugar del otro y de ser el ‘uno’ mediante la posesión y el dominio, se transmite a cada nivel de nuestra sociedad. La escasez, creada artificialmente por los todopoderosos para mantener el sistema de intercambio intensifica los castigos para los que no cumplen el mandato. No advertimos que es lógicamente imposible que cada uno sea «el uno» relacionado con los muchos y que no hay otra agenda de vida para los hombres que no sea la masculación per se. El trabajo significativo, la educación y la recreación se ofrecen casi exclusivamente a los que ‘tienen’ económicamente y como sea todas esas áreas forman parte de la economía del intercambio. Las pandillas y el comportamiento criminal son la única oportunidad para mucha gente de poder realizar la agenda masculada, la violencia contra la mujer sigue siendo una opción para los hombres que necesitan actuar como los ‘unos’ dominantes. Todas estas actividades deben ser definidas como ‘erradas’. Solo a través de una revisión y una redefinición de la sociedad misma el problema puede ser resuelto.

Debemos cambiar el paradigma y educar a todos en el cuidado de los demás, no debemos mascular a nuestros bebés varones en una estructura del ego que requiere dominación y privilegio para sentir que está cumpliendo con el mandato de su identidad de género. Tenemos que restablecer el modelo de la madre para todos, educando a los niños varones para que sean cuidadores desde el comienzo. Después de ser obligados a renunciar a la madre y aprender a no cuidar ¿cómo pueden aprender a ser ‘buenos’ más tarde ateniendose a reglas, a la sintaxis de conducta que deriva del nombramiento del género, la Ley avasallante del Padre?


Notas al pie

40. De nuevo tenemos que preguntar, «¿Para quién es esto?» Atribuimos las cualidades de las cosas a las palabras y las cualidades de las palabras a las cosas. En el ejemplo de los lingüistas: ‘hombre’ = + adulto + masculino, ‘hombre’ no tiene las cualidades de edad adulta ni de masculinidad, porque ‘hombre’ es una palabra, mientras que un hombre no lo es. Tapamos la relación entre las cosas y las palabras con un concepto basado en la palabra, al que se pueden atribuir (dar) cualidades. Transcribimos las cualidades de hombre en una fórmula basada en la suma y la resta, que es la traducción cuantificable de dar y recibir, creando un ‘significado’ no amable—una actividad sin dar. ¿A quién sirven estas atribuciones? Si restablecemos el paradigma del regalo, podríamos llamar al ‘mean-ing’ (lo no amable) en inglés ‘kind-ing’ (lo amable). Nótese el juego de palabras entre mean (no amable) y kind (amable). Vuelva a la nota al pie del texto.↩

41. Me parece fascinante que el busto haya sido a la vez degradado y convertido en un objeto sexual en nuestra sociedad. Hasta hace poco, las botellas de leche para los bebés tenían una forma fálica —otro síntoma de nuestra enfermedad, la de sustituir a la madre con el modelo del padre. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

42. Los niños y las niñas pueden participar en muchas de estas actividades en niveles diferentes. La relación de propiedad se asemeja a los complejos de Vigotsky. Es ‘uno-muchos’ pero no dependen de la similitud. El niño también puede ser propietario, por ejemplo, de juguetes, cuando es muy pequeño —mientras que él o ella ‘pertenecen’ al padre en la relación familiar. Complejos asociativos o sus incarnaciones en la propiedad o la familia pueden mantenerse unidos también a través de un ‘tono sentimental’, como Carl Jung dijo de la asociación de palabras y acerca de los complejos psicológicos. El tono sentimental de los conceptos sería influenciado por la masculación. Carl Jung, 1973 [1906] «A psychological diagnosis of evidence» Experimental Researches, Collected Works of C.G. Jung 2, Leopold Stein and Diana Riviere eds. London, Routledge and Keegan Paul, pp. 318-332. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

43. A pesar de que todos alcanzamos una aptitud lingüística eficiente, la falta de acceso a las variedades culturales y a los aspectos positivos de la educación, priva de muchos de estos regalos a las personas de escasos recursos económicas. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

Capítulo 8 - Envidia de la castración

Capítulo 8: Envidia de la castración

Una guerra se está librando entre los que tienen y los que no tienen. Pienso que las causas originales de esta guerra están en lo que he decidido llamar la ‘envidia de la castración’. La relación de la propiedad privada es producto de la mutua oposición de las categorías de género, combinado con el de la posición privilegiada de la muestra del concepto. El niño descubre que está en la categoría opuesta a la de regalar, por lo que él tiene (el pene), mientras que la madre es definida como mujer porque da (cuidado) y porque no tiene (un pene). La categoría de ‘tener’ se opone a la categoría de ‘cuidar’. El regalar y el no tener se identifican entre sí —y con el ser mujer. Puesto que el niño está en la misma categoría que el padre (que es la muestra privilegiada del concepto, un ‘uno’), el niño tiene que tomar parte del rol de las ‘muchas’ cosas, aquellos que ceden, los débiles, antes de que esta relación pueda ser volcada y él como adulto pueda convertirse en la muestra, el ‘uno’. El rol del niño también es parecido al de las mercancías, que son comparadas una y otra vez con un estándar general cuantitativo de valor. Mientras que ‘tener’ coloca al niño en una situación competitiva que podría ser considerada negativa y difícil, éste se consuela con el hecho de pertenecer al género privilegiado y por tanto se le dará más.

La propiedad y el dinero

El dinero es el regalo (material) sustitutivo de la mercancía y además es la muestra de la categoría del valor. Ocupa el lugar de todos los otros modelos del concepto como muestra para el valor de los bienes de intercambio —en su transición hacia afuera de la modalidad del regalar. El dueño es a la propiedad como el dinero es a las mercancías, como el padre es al niño, como el pene del padre es al pene del hijo, como la muestra es a los muchos que se le comparan.44

El hombre es uno que tiene ‘la marca’, lo que lo señala como una muestra potencial de hombre y como dueño potencial en una relación ‘uno-muchos’ con su propiedad. Tal vez el pene es una propiedad que funciona como muestra de todas sus propiedades. Pero es inalienable —el hombre no puede ni quiere renunciar a ese privilegio.45 La posición del padre patriarcal se sitúa en una relación similar de propiedad ‘uno-muchos’ con su familia. De cierta manera, el control que el padre ejerce en la familia pareciera ser requerido por la consideración de que en la escasez los que dan van a carecer si no reciben de otros, y a los que tienen y no dan no les faltará nada. (Hay también un aspecto de retención anal en todo esto). Las madres, los niños y las niñas controlados por el padre pueden ser obligados a no practicar el regalar fuera de la familia, negándose a satisfacer las necesidades sexuales y materiales de los otros. Aquellos que tienen, entonces continuarán probablemente sobreviviendo en la escasez. Al ser dueño de grandes cantidades de dinero, la muestra de valor, el que tiene se asegura más cuidados para sí mismo y para quienes se relacionan con él, bajo su control de ‘uno-muchos’ en la familia estructurada como el concepto.

El intercambio, al requerir equivalencia, compara un objeto relativo con el estándar y lo introduce en el proceso del concepto. El mismo proceso ocurre en muchas áreas diferentes de la vida: en la masculación del niño, en las medidas y pruebas de todas clases, en las notas de la escuela, en los concursos de belleza, en las marcas récord en los deportes, en la creación de los modelos a imitar. La relación de los presidentes con los ciudadanos, de los artistas de cine y músicos con sus admiradores, de los cerdos premiados a los cerditos, son variaciones del tema.

Similar al intercambio es la ceremonia matrimonial en Occidente, donde la mujer es un objeto que se transfiere fuera del grupo familiar, que está en relación con el padre como el ‘uno’, a una nueva relación con su marido como el ‘uno’. En cierta forma, en Estados Unidos este patrón está cambiando, pero continuamos bajo su influencia y sigue vigente con muchas variantes en todo el mundo. A pesar de que se supone que el día de la boda debería ser el más feliz de su vida para la mujer, un día muestra, y la mujer misma es vista como la muestra de la Mujer, ella está jugando solamente el rol de una cosa que es la muestra en el proceso de ser reemplazada por su sustituto (nuevo), el marido, quien está funcionando en una manera muy parecida a la palabra. Es apropiado entonces que la mujer deba tomar el apellido de su marido.

De nuevo se forma una unidad familiar que se replica a sí misma, donde los niños continuarán aprendiendo a ser masculinos renunciando al proceso del regalo (muchas veces castigándolo y degradándolo), y las niñas aprenderán a dar sus regalos y su alianza a la muestra masculina. La propiedad, como el matrimonio, se basa en la exclusión mutua de los ‘unos’.46 Todo dueño está en una relación ‘uno-muchos’ con sus propiedades y en una relación de mutua exclusión con todos los otros dueños. El dinero aparece como la muestra para el concepto de valor, con el que se relacionan los productos y por el que son sustituidos, de manera similar a como el sacerdote se ubica entre el padre y el marido, para regular el traspaso de la mujer (todavía la que da) desde un ‘concepto’ de familia a otro. Cambiando la relación de los que pertenecen a una categoría relacionada con la muestra, para que puedan ser transferidos a una categoría diferente (mutuamente opuesta) y a una muestra diferente, requiere una palabra definitiva pronunciada por el sacerdote o presentada como una porción real de la palabra material y muestra de valor (dinero) del comprador. Las escrituras, las licencias y los contratos son re-presentaciones duraderas de las palabras definitivas.

Trabajo y dinero

La venta del tiempo laboral ocurre en una manera similar, aunque el trabajo a menudo se da gratis para la familia y para los allegados y los regalos y servicios realmente impregnan la vida, entonces el trabajo es algo más flexible que la propiedad privada. Debido a la escasez, los empleos (trabajo de intercambio monetizado) aparecen como regalos. Muchas mujeres y muchos hombres no reciben el regalo de ser definidos por el dinero, lo que permite la sobrevivencia. La monetización, o la falta de esta, es un instrumento de poder, porque define a un grupo como relevante al concepto de valor económico, y al otros como irrelevante (no tienen la ‘cualidad común’ del valor de cambio). Esta categorización implica que aquellos que están fuera podrían formar parte del grupo privilegiado, si sólo fueran más buenos, eficientes y con una buena educación. Su éxito o fracaso parece depender de cualidades que tienen o que no tienen.47 La importancia del valor de cambio es que permite el acceso a la categoría que tiene la oportunidad de sobrevivir. Sin embargo, la escasez (el no tener) que es necesaria para que el intercambio prevalezca como un proceso, se crea artificialmente para que la categoría monetizada (la que tiene) sea la privilegiada.

Los hombres masculados tradicionalmente necesitan mujeres que han sido abandonadas y despojadas del regalo de pertenecer a una categoría privilegiada, de tener un título o grado universitario (otra masculación verbal), o incluso de tener un trabajo remunerado (masculación monetaria), para que cuiden de ellos, para poder capacitarlos mejor en la feroz competencia para pertenecer a las categorías altamente monetizadas. Este es el punto de apalancamiento donde el capitalismo y el patriarcado están ligados con todos aquellos que ellos describen como ‘diferentes’. El sistema en su totalidad necesita y usa las necesidades individuales de aquellos que están fuera de la categoría de los que tienen trabajo. Por ejemplo, el mercado de trabajo necesita de los desempleados para poder mantener bajo el precio de la mano de obra. Todos los que efectúan un trabajo monetizado necesitan del trabajo gratis de los otros; que pasa a través de ellos y les permite agregarle más trabajo regalado a sus puestos. El sistema recompensa a los empleados contrastando su aparente bienestar con el sufrimiento causado por las necesidades insatisfechas de los desempleados.48 Por lo tanto, ‘los que tienen’ son estimulados a atribuir más valor relativo a lo que ellos poseen, por miedo al abandono y al sufrimiento experimentado por los que no tienen. De igual manera, el maltrato a las mujeres y a las niñas, e incluso el abandono a la muerte de que son víctimas las bebés (en ciertas culturas), hace que los que tienen la ‘marca’ le atribuyan mas importancia a esta y el pertenecer a la categoría masculada por miedo al maltrato similar que ellos podrían sufrir si fueran seres femeninos que no tienen.

El error primordial

Es como si existiera un razonamiento inconsciente de este tipo: si un niño, por su pene, ha sido colocado en la categoría de los que no cuidan, podría remediar este distanciamiento mediante la castración y entonces desear la castración, para poder ser como su madre cuidadora. (Freud descubrió que a menudo le tenemos miedo a lo que deseamos). Pero la misoginia de la sociedad le hace ver que las niñas que nacen ‘castradas’, son castigadas mas gravemente que él, por esto él debería valorar lo que tiene. Podría parecer que el niño tuviera envidia de la castración, pero que se la cura mediante el maltrato de los que no tienen. Y cuantos más bienes reciba de ellas/ellos, más grande será su ‘tener’ y menos querrá parecerse a los que no tienen o envidiará a su carencia.

Tal vez el niño quiera darle el pene a su madre, porque ella no tiene uno, y así satisfacer su ‘necesidad’ de estar en la categoría superior. Sin embargo, él decide quedárselo (lo trata como una posesión inalienable, y por lo tanto, más valiosa de lo que él podría regalar). Renuncia a regalarlo y al paradigma del regalo al mismo tiempo. Así, demuestra que la modalidad del regalo es alienable, o menos importante para él que guardar el pene (sin ser castrado) y así permanecer en la categoría ‘masculina’. En el intercambio, él toma la sexualidad genital en lugar de el cuidar, así como la sociedad toma el intercambio económico en lugar del regalar. Como adulto, amasando propiedades y dinero (bienes que pueden ser dados o guardados), tiene la oportunidad de participar de nuevo en un cuidado selectivo hacia los otros.49 De hecho, si se vuelve rico y lo quisiera, podría dar en abundancia y finalmente parecer más cuidadoso que su madre, quien despues de todo solamente le fue útil en la infancia. Dando a unos pocos, él puede repetir el patrón, privilegiandolos sobre los que no tienen, repitiendo así su propia entrada en la categoría privilegiada, haciendo que ellos sean de los que tienen como opuestos a sus contrapartes (económicamente femeninas), que son los que no tienen.

Otro defecto de la madre que cede y se hace a un lado como el modelo para el niño, es que el niño no es validado como algo precioso por parecer inalienable. Ella parece haber renunciando a su pene, tal vez se lo haya dado al niño. Por su lado, el padre no tiene ese defecto, porque no renunció a su pene y mantiene al niño en su categoría de género. Él parece haber sabido cómo no dar demasiado. El niño puede pensar si el padre fuera la madre, él/ella tendría el pene y el niño podría parecerse a él/ella y todavía podría ser cuidador. Esta líneas de razonamiento especulativas son irrelevantes, por supuesto, porque no es el pene lo que aleja al niño de la categoría de la madre, sino la interpretación social del pene y la construcción del genero sobre la oposición de los términos de género. Socialmente lo nombramos como ‘varón’ porque tiene un pene. Si quisiera permanecer siendo un individuo que cuida como debería ser como un pequeño homo donans, él no tendría que cambiar su cuerpo renunciando a su pene, pero solamente cambiar su nombre y el concepto de género en su sociedad (un trabajo arduo pero definitivamente menos amenazante que perder una parte del cuerpo). Esta curación del lenguaje le permitiría al niño no desear lo que más debe temer y no debe lograr —su castración. La sociedad podría dejar de sobreprivilegiar ‘el tener’ y penalizar ‘el no tener’ sea con respecto a los genitales masculinos sea con respecto al dinero y a otra clase de propiedades.

Puerarquía

La gente rica a menudo teme no tener, aun cuando quisiera participar en una economía del regalo con los que no tienen. Los mismos tipo de privilegios que recompensan a los niños sobre las niñas son dados a los ricos sobre los pobres. El miedo de la castración simbólica abruma a los ricos cuando perciben la necesidad de los otros como el deseo de quitarles lo que ellos tienen, y castrarlos de sus bienes relegándolos a la categoría sin privilegios. Las mujeres ricas están en una pocisión contradictoria, porque ellas sólo tienen dinero o propiedades y no la ‘marca’ masculina del privilegio. Esta puede ser la razón por la que compran objetos portátiles muy caros, como joyas, que demuestran que son miembros de la categoría superior.

Las armas de fuego y los cuchillos son marcas que restauran la ecuación fálica y algunas veces hacen posible que la gente pobre obligue a los ricos a regalar a través del robo. Los ricos fuerzan a menudo los regalos de los pobres a través de la palanca de los bajos salarios y otros medios de explotación. Sin embargo, no se define como robo, sino como ganancia. El sistema de tomar ganancias es defendido por las jerarquías policíacas o militares armadas con cuchillos y armas. Los pobres son castigados por ‘no tener’ mientras que los ricos son recompensados por ‘tener’.

La intensificación de las necesidades de la gente pobre pone en evidencia la necesidad de practicar la economía del regalo en gran escala. Sin embargo, renunciar al dinero se equipara a ceder el pene (la castración), renunciando a la categoría privilegiada y entonces a la posibilidad de vivir en la abundancia. La abundancia en sí es una buena cosa pero se la usa para recompensar al ‘tener’ al no dar y al tipo de categorización, definición y merecimiento que provienen de la masculación. Al generar escasez general el capitalismo provee las condiciones para que prevalezca la economía de intercambio y convierte una herencia universal en el premio para unos pocos afortunados, así como la masculación lo hace con la abundancia de la madre. La relación entre ‘los que tienen’ y ‘los que no tienen’ exterioriza la combinación de miedo y deseo por la castración, que proviene de las categorizaciones falsas de la masculación. La ansiedad de nuestros niños varones ha lanzado un maleficio sobre toda la sociedad, causando un inmenso daño. Puede ser dif ícil que reconozcamos esta situación porque inconscientemente sentimos que tendremos que pagar por el daño cometido. Sin embargo, en ese caso razonamos innecesariamente de acuerdo con el paradigma del intercambio.

No hay pago que pueda igualar el daño causado, pero el hecho es que si queremos pertenecer al paradigma del regalo, debemos de todos modos per-donar. Podemos empezar re-definiendo el sistema como algo que necesita ser cambiado no solo ‘como son las cosas’ y podemos comenzar dedicándonos a esta necesidad. Podemos re-interpretar el patriarcado a la luz del paradigma del regalo como un mal sueño, y podemos empezar todo de nuevo. Tal vez podríamos darle un nombre nuevo al sistema que se basa en la pesadilla infantil de la castración, no llamándolo la patriarquía, sino ‘puerarquía’, el gobierno del niño. Más aun, lo llamaríamos ‘puer’-arquía —el gobierno de la palabra ‘niño’.

Misoginia

El maltrato contra el sexo femenino en general puede también ser visto como una represalia en contra de las madres por ceder al niño al otro género. Tal intercambio (el desquitarse) es quizás no solo un ataque mercenario, sino otro intento de formar un concepto, al crear instancias repetidas del problema de inclusión/exclusión según las propiedades físicas. Este intento no ha tenido éxito, y el abandono de ‘los que no tienen’ por ‘los que tienen’ ha crecido a gran escala. Ahora ‘los que tienen’ son unos 250 millones de personas, mientras ‘los que no tienen’ son 5.5 billones. Una razón de ello es que la traducción del problema de tener o no tener el pene a los términos económicos de tener o no tener los medios de sobrevivencia, ha creado innumerables problemas nuevos y ocultado su origen común en la percepción infantil distorsionada. Aquí, a diferencia de la pesadilla infantil (donde se puede tener miedo de que las madres dan sus penes a sus niños hombres), los que ‘no tienen’ en realidad dan a ‘los que tienen’ —aunque esto se oculta por un énfasis mayor en el valor presunto y en el mérito de ‘los que tienen’, cuyas posiciones de ‘uno’ están sustentadas por las jerarquías y ganadas por la competencia y el dominio.

El malentendido que está creando una terrible distorsión en los valores (y en la realidad misma) es muy profundo, pero tan inocente y obvio que lo hace invisible. Es solamente la masculación y el alejamiento del modelo de la madre lo que nos hace valorar la muerte y la destrucción más que la vida y el bienestar de todos. ‘Los que tienen’ deberían dar a ‘los que no tienen’, dar a fin de satisfacer sus necesidades, en lugar de abandonarlos o incluso matarlos para castigarlos por no tener –de modo que ‘los que tienen’ valoraran más sus posesiones, puestos, dinero y falos. Estoy tratando de explicar los patrones que creo están debajo de nuestros problemas. No niego que muchos hombres amen a sus niños, y que los niños muchas veces retienen la capacidad de cuidar (tal vez para algunos de ellos la masculación simplemente no ‘agarra’), pero creo que estos patrones cavan trincheras profundas en nuestra cultura, perjudican profundamente nuestras instituciones, e influyen en el comportamiento de todos de maneras innecesariamente negativas.

Cuidando al intercambio

En la lista interna de prioridades (‘marginales’) de los padres, la abstracción, el niño = el padre, se hace más importante que la creativa y concreta relación de cuidado. La similitud física visible es más importante que los comportamientos y la construcción continua ad hoc del ser, basada en el amor. Sin embargo, esta construcción también tiene que ocurrir, a pesar de su enajenamiento a través de la servidumbre de la madre y el merecimiento del niño. La equivalencia entre el niño y el padre se autoconfirma por los efectos de espejo del niño que refleja al padre, quien, a su vez, se refleja a sí mismo en él (el padre se realiza a sí mismo como ‘uno’ a través de ser el equivalente con el que el niño está relacionado) y a través de otros ejemplos de las relaciones de concepto en el contexto más amplio. Regalar convalida al otro. Acualmente, está cuidando equivocadamente al intercambio como su ‘otro’ y confirmando la equivalencia, el principio de la sustitución. El regalar nutre la contradicción de sí mismo, la sustitución de regalar y su reemplazo por la ecuación fálica. Las madres dan al proceso de intercambio como su ‘otro’, y también hacen al niño su ‘otro’ al permitir que la muestra del padre las sustituya —creando la imagen masculina (de equivalencia y sustitución) para que el niño la siga. Un simple proceso de orientación hacia el otro cede su lugar a un proceso autoreflejante complejo y artificial.

La madre sostiene y alimenta la similitud del hijo con el padre; ella confirma la importancia de esa similitud, mientras que es obvio y a la vez no visto que ella no requiere que el niño se parezca a ella, porque de hecho ella lo está criando —quien es diferente de ella misma (diferente porque es un infante y además porque se le está haciendo ser varón). Los privilegios y la atención del padre parecen estar condicionados por la semejanza del niño con el padre, y tal vez con el tamaño del niño y, por ende, con el tamaño del pene, que en realidad no es como el del padre de todos modos. (Entonces, su ecuación es solamente programática y contraria a los hechos en el principio).

A esto cabe agregar la necesidad o el deseo de afirmar la paternidad, y entonces también el privilegiar otras características físicas similares como las facciones, el pelo, el color de la piel o la altura. Incluso los rasgos de comportamiento también pueden ser identificados como similares. También, la obediencia del niño a la palabra del padre hace que el niño actúe de acuerdo con los planes del padre, demostrando así a quién ‘pertenece’ ese niño. La característica de ‘pertenecer’ a alguien es importante también para las niñas. Necesitan pertenecer al padre y por lo tanto ser obedientes a su Ley, aun cuando, eventualmente, tengan que ser como sus madres. Este requerimiento se debe a que la propiedad y el concepto coinciden como patrones uno-muchos. Dado que el padre no puede ser el modelo del género de la niña (el otro patrón uno-muchos), la relación de propiedad emerge como la más fuerte. Las niñas siguen el modelo de sus madres al pertenecer al padre y al dar importancia al concepto de la relación uno-muchos entre los hombres.

Para mantener los paradigmas del regalar y del intercambio en su lugar, a veces es necesario para los que intercambian evitar incluso la apariencia del regalar. Sin embargo, hay muchos regalos en el intercambio, mediante el plustrabajo, el trabajo regalado directamente, y simplemente como resultado de la estafa. Incluso la inflación, la impresión de dinero nuevo y las diferencias de las tasas cambiarias proveen regalos gratis a algunos. Todo esto se oculta por la apariencia del intercambio equitativo. Por eso debemos mantener la vista fija en la apariencia de igualdad, y eso es un regalo de la igualdad —que esconde los regalos del regalar y el vincular a las diversidades. Hace lo mismo en el cambio de las categorías del niño. La igualdad con el padre esconde lo que el niño ha perdido para ganar su privilegio —la modalidad del regalar de que aparentemente ha sido desposeído y despojado— de donde viene lo bueno en realidad. Una vez que el regalar ha sido abandonado es como si la sociedad decidiera cortar las pérdidas en el compromiso. El intercambio igualitario parece ser lo mejor que se puede tener, y nos enfocamos entonces en sus regalos que son los valores del patriarcado: la seguridad bajo el reinado del patriarca honorable y (ocasionalmente) benigno, la igualdad y la justicia. Pero están acompañados por el dominio y por la desaparición de los valores del regalar y de la abundancia: la orientación hacia los otros, la amabilidad, la tolerancia, la diversidad, y el brinco de amor a través de la sinapsis.


Notas al pie

44. El dinero ocupa el lugar del dueño como la ‘muestra’ del concepto con el cual las mercancías se relacionan como valores, hasta que se entregan y las mercancías se relacionan con los nuevos dueños como ‘muestras’. Una relación de propiedad del ‘uno-muchos’ es ocupada por una relación de valor del concepto del ‘uno-muchos’, entonces ocurre una nueva relación de propiedad ‘uno-muchos’. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

45. Véase el libro de Anette Weiner sobre la lógica transcultural del no dar: Posesiones Inalienables, The Paradox of Keeping-While-Giving, The University of California Press, Berkeley y Los Angeles, 1992. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

46. Creo que la sigla OBN (Old Boys’ Network), como el grupo de dueños de propiedades, encarna los valores diferenciales de las palabras que se oponen entre sí en la langue. Históricamente, las mujeres y sus hijos representan para sus maridos y padres lo mismo que las propiedades representan para sus dueños o lo mismo que las cosas representan para las palabras que las designan. Los miembros de las categorías maridos/padres están en categorías diferenciales donde se excluyen mutuamente, mientras que en sus familias la relación es del tipo uno-muchos. Los maridos/padres deben evitar que los otros ‘unos’ tomen su lugar, un reto que también deben asumir los dueños de la propiedad. En la langue, cada palabra está en una relación diferencial con todas las demás, mientras que tienen una relación ‘uno-muchos’ inclusiva con las cosas que que se relacionan con esta como su nombre. Hemos dicho que cuando la muestra ya no es necesaria para formar el concepto, se convierte en otra cosa de esa clase. Sin embargo, la eliminación de la muestra podría atribuirse a que se ha incorporado o incluido en la palabra, un tipo de logoficación. Los hombres (especialmente los que están en las categorías ‘superiores’) aparentemente se convierten en palabras, mientras que las mujeres (y otros individuos de categorías ‘inferiores’) aparentemente se convierten en cosas, ‘concretizadas’. (Vea de nuevo la Figura 12). Vuelva a la nota al pie del texto.↩

47. La idea de comprar y vender mano de obra aparece con claridad, pero hay muchas diferencias entre la posesión de nuestras vidas y la posesión de la propiedad. La relación con nuestras vidas no es en realidad ‘uno-muchos’, como lo es la relación con la propiedad, aunque podamos dividirla en períodos temporales, aunque quizás tengamos o no tengamos cualidades o habilidades de uso para el mercado. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

48. La institución de la asistencia social define a la categoría excluida como ‘pobre’ y permite que un mínimo regalo sea otorgado por el Estado patriarcal. Esta masculación paradójica de la gente como ‘los que no tienen’ provoca humillación y permite la subsistencia de una clase inferior que cree que su pobreza obedece a sus defectos personales (sus ‘carencias’). Vuelva a la nota al pie del texto.↩

49. Tal vez el apoyo monetario que le da a su esposa es una manera de hacer que ella ‘tenga’ lo que él no pudo dar a su madre. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

Capítulo 9 - Es = $

Capítulo 9 Es = $

La necesidad que la palabra-regalo satisface no es una necesidad directa del objeto o del consumo. Es por eso que no tenemos que cargar con nosotros las cosas de las que hablamos, como aquellos filósofos en Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift. A medida que avanza nuestra experiencia, surgen necesidades siempre nuevas de comunicación para establecer relaciones humanas de inclusión entre todos, respecto a todas las partes del mundo. Satisfacemos esas necesidades comunicativas dando regalos verbales para establecer las relaciones, en vez de dar y recibir regalos materiales. Haciendo esto transformamos el mundo que hubiera parecido objetivo, en un mundo de regalar intenso, donde los humanos actúan entre sí con base en el regalar todo el tiempo, por lo menos en esta área de sus vidas. El regalar lingüístico continúa sucediendo, no importa qué más hagamos, aun cuando estemos actuando de forma inhumana entre nosotros. Sin duda, si nosotros pudiéramos alinear nuestras acciones en el mundo material con los aspectos de regalo del lenguaje, tendríamos la base del florecimiento de la humanidad.

Las palabras-regalo sin embargo, tienen varias ventajas sobre la mayoría de los regalos materiales. Primero, las palabras son fáciles de hacer y de guardar por los humanos. Segundo, las diferentes instancias de una palabra las usamos como una sola palabra. Este colapso de los diferentes eventos de sonido en uno permite que una palabra sea para cada uno de nosotros ‘la misma cosa’ que es para los otros. Esto hace posible que la palabra esté al mismo tiempo en dos o en muchos lugares diferentes. Tercero, estas peculiaridades hacen surgir la generalidad de la palabra, que puede ser usada una y otra vez por muchos, como algo a lo que que las cosas se pueden relacionar y con respecto al cual las relaciones humanas pueden ser establecidas. Una palabra puede también ser construida casi por cualquiera y recibida casi por cualquiera.

El acto de sustitución de los regalos verbales por regalos materiales, y también de las cosas ‘no materiales’, los eventos, las situaciones, las ideas que son vistas para otros, es un acto específicamente humano. La palabra es una clase especial de regalo sustitutivo y las necesidades comunicativas que satisface son necesidades reales.

Multiplicando las necesidades por el número de cosas de las cuales se puede hablar y que son tan relevantes para las personas que provocan que surja una palabra-regalo única (un nombre), a su respecto tendremos un plenum de regalos lingüísticos plenum de inmensa variedad y combinabilidad, en la que cada palabra participa como uno entre muchos y cada miembro de la comunidad puede potencialmente usarla.

Ser Meta

Hay una palabra abstracta, el verbo ‘ser’ que ha dado mucho que pensar a los filósofos. A pesar de que no se usa en todos los lenguajes, en aquellos donde existe su presencia es intrigante. Su transcripción cuantitativa y lógica de ser como ‘=’ parece estar tan difundida como la economía del mercado. Creo que en la definición, el verbo ‘ser’ es una palabra-regalo que satisface una necesidad comunicativa que surge de la misma frase en la que está incrustada. Sustituye por los actos de sustitución verbales apenas ejecutados o a punto de ser ejecutados por las otras palabras en la frase. En ‘un gato es un felino doméstico’, ‘es’ es el regalo verbal sustitutivo para el acto de sustitución ejecutado por medio del ‘gato’. Al mismo tiempo, sustituye el siguiente regalo verbal sustitutivo, ‘felino doméstico’, que entonces puede ser visto como un acto de la misma clase de ‘gato’. Considerando el verbo ‘ser’ como una palabra-regalo sustitutivo por otros actos de regalo, que están ocurriendo dentro de la frase de la cual forma parte, nos permite considerarlo una parte ‘meta’ de la frase. (Vea la Ilustración 14). Esto explica el carácter del tiempo presente del verbo ‘ser’, ya que sus referentes (las ‘cosas’ que se relacionan con él) están de inmediato ahí, sucediéndose en la misma frase. Este acto de sustitución verbal es en sí un servicio que se hace para la otra persona. Satisface una necesidad comunicativa que es meta respecto a la frase, la necesidad de una re-presentación de los actos que están ocurriendo en la presente frase, estableciendo una relación entre las personas respecto a estos actos en el aquí y ahora. Esta inserción de una mutación de nivel hacia un meta-momento dentro de la frase mediatiza su función como definición, permitiendo al definiendum sustituir por el definiens.

Si el lenguaje funciona efectivamente por el principio del regalar sustitutivo, debería ser claro que un gran número de actos de sustitución verbal deben estar ocurriendo todo el tiempo mientras hablamos. El acto de sustitución en sí es un acto muy general. La palabra que funciona como regalo sustitutivo del acto de sustitución es, por tanto, la palabra más general de todas las palabras. No hay otras palabras en el mismo nivel de generalidad. Esto no le impide que se mantenga humilde y que sea usada en abundancia. Es por su posición única que el verbo ‘ser’ es difícil de definir, pero tratamos de definirla, ya que parece ser una palabra como cualquier otra. Nuestras mentes vacilan, se expanden hacia el mundo entero y se contraen al presente inmediato cuando decimos cosas tales como ‘el ser es’. Tal vez esto se debe a que ‘ser’—el verbo ‘ser’—es una palabra regalo meta (no simplemente un sustituto, sino el regalo sustitutivo para el acto mismo de la sustitución verbal). Es una palabra muy general y no existe un grupo de términos a su nivel de generalidad al que podría ser opuesto como valor.50

Para que se desarrollen las palabras y las necesidades comunicativas que éstas satisfacen, se necesita un plano verbal que se mantenga como un lugar en común paralelo al resto de la vida. Cuando las cosas empiezan a ser suficientemente importantes en el plano no verbal, adquieren un regalo comunicativo colectivo permanente en el plano verbal en la forma de una palabra. Usamos esa palabra cuando desplazamos nuestro dar comunicativo del plano no-verbal al plano verbal. El desplazamiento puede ser visto como una sustitución: tenemos acceso al regalo verbal y lo usamos en lugar del regalo no verbal (o en la definición en lugar de otros regalos verbales) para crear vínculos con alguien. Es el desplazamiento o el acto de sustitución mismo que nombramos cuando decimos ‘es’. Por esto podemos usar ‘es’ tanto cuando hablamos de algo que no es verbal, indicandolo (deixis), como en ‘Ese es un gato’, y cuando usamos un definiens verbal como ‘un gato es un animal amistoso y peludo con cola larga’. En ambos casos ‘es’ re-presenta el desplazamiento de un regalo no verbal a un regalo verbal. Un desplazamiento se mueve desde el plano de la realidad hacia el plano verbal (pasando a través del sustituto relativamente vacío ‘eso’) y el otro se mueve del plano de la realidad hacia el plano verbal, y se mueve otra vez hacia un elemento más constante en el plano verbal.

Ilustración 14.

Al substituir el acto de substitución se establece un meta-momento en la frase. Como único substituto en los actos de substitución ‘se’ vuelve general.

Las frases combinan palabras-regalo colectivas y generales para satisfacer necesidades comunicativas contingentes y particulares. Cada uno de los aspectos de una situación o evento, tomados uno por uno, puede ser visto como relacionado con una palabra-regalo, su nombre. Cuando se toman conjuntamente las palabras en secuencia (lo que los lingüistas llaman el eje de la ‘metonimia’), se combinan y colaboran entre ellas (por procesos transpuestos de dar y recibir entre ellas), particularizandose entre ellas para satisfacer una necesidad comunicativa verdadera que surge de la situación a la que el hablante y el oyente están considerando. Juntas, son una manera provisional y fugaz de traer a un primer plano algunos elementos del mundo como relevantes, distinguiéndolos de aquellos elementos que no son relevantes. Proveen una combinación de palabras a la cual los elementos relevantes se relacionan, por lo menos, momentáneamente.51

La relación entre las palabras y las cosas, y la relación del concepto que hemos venido discutiendo, ocurren en lo que los lingüistas llaman el ‘eje de la metáfora’. Aquí los términos a diferentes niveles se interrelacionan en base a la equivalencia y la habilidad de un elemento en un plano de tomar el lugar de otros en otro plano. El eje de la metáfora a menudo involucra la polaridad uno-muchos.52 La metáfora y la metonimia trabajan juntas en el discurso, como también en las definiciones. Cordeles de palabras (metonimia), muchas de las cuales están individualmente en relaciones uno-muchos con cosas para las que son regalos sustitutivos (metáfora), se juntan en base a las relaciones transpuestas de regalos. Proveer una palabra como un regalo sustitutivo es en sí una clase particular de servicio.

El verbo ‘ser’ constituye una intersección y un pasaje entre los dos ejes de la metonimia (la contigüidad) y la metáfora (la sustitución). Como un regalo sustitutivo para el acto de la sustitución, es metáfora, pero como sustituto colocado al lado de las cosas que representa (los otros actos de regalo-sustitución en la frase), es contiguo y forma una sucesión metonímica. Como vimos anteriormente, en el eje de la contigüidad, una frase repite las relaciones del regalo que podrían ocurrir en el nivel no verbal. Sin embargo, la definición difiere de los otros tipos de frase, porque es construída según niveles de sustitución, en que el definiens sirve como una frase palabra-regalo provisional para el tipo de cosa que se está definiendo, y entonces el definiendum toma el lugar del definiens como el nombre constante y general de ese tipo de cosa para el oyente. La definición es un servicio que el hablante ejecuta para el oyente, creando una relación inclusiva y dando, en el momento, algo (una palabra-regalo) que puede guardar toda la vida el oyente.

Los conectivos lógicos como ‘ambos/y’, ‘o/o’, y ‘no’ modifican (son dados al) verbo ‘ser’, para hacerlo el regalo sustitutivo para el acto de sustitución de dos o más cosas ‘un gato es ambos un animal felino y un animal doméstico’, uno de las dos cosas ‘un gato o es felino o es canino’, o para algo que no es la cosa mencionada. ‘Un gato no es un canino’ dice que el primer término no satisface la misma necesidad general comunicativa como el segundo término y entonces, no puede ser sustituído por este. El ‘si/entonces’ silogística («si todas las a son b y todas las b son c, entonces todas las a son c») dice que ‘a’, ‘b’, ‘c’ son regalos-sustitutivos de la misma ‘cosa’. El principio de la sustitución verbal del regalo, cambiando planos, funciona entre el lenguaje y el mundo, y también dentro del lenguaje mismo en la definición y al nivel meta con el verbo ‘ser’ en la definición.

Por otro lado, cuando usamos el verbo ‘ser’ para describir algo en el mundo, ‘el perro es café’, usamos ‘es’ para ‘dar’ o atribuir ‘café’ al ‘perro’. El perro tiene la ‘propiedad’ o regalo de ser café (dado por el universo o por el pintor de perros, la fuente no importa). Una discusión completa de todas las posibilidades de la interpretación del lenguaje usando el paradigma del regalo, aunque es fascinante, haría que este libro fuera demasiado largo y académico. Solamente quiero sugerir algunas de las posibilidades para avanzar la discusión del intercambio del dinero bajo la luz de estas posibilidades.

La definición es diferente a las frases del discurso continuo, porque tiene más que ver con el proceso de la sustitución en sí y sirve como un regalo metalingüístico, satisfaciendo la necesidad del oyente de una palabra que no tiene. Sin embargo, en un sentido, la definición ha sido vaciada de sus aspectos de regalar por siglos por los filósofos y lingüistas patriarcales, para quienes aparecería estar expresando relaciones asépticas ‘objetivas’53 entre las palabras, en vez de relaciones entre las personas. Estas relaciones objetivas entre las palabras están reguladas por las leyes abstractas de sintaxis parecidas a las leyes abstractas que regulan nuestra sociedad masculada.

Podemos restaurar el principio del regalo al lenguaje, reconociendo que los patrones de las relaciones del regalo entre las personas siguen en el lenguaje y son también traducidos o desplazados desde el nivel humano a lo verbal. Debido a que la misoginia nos ha cegado y nos ha impedido reconocer esas relaciones del regalo entre las personas, nunca hemos pensado en buscarlas en el lenguaje. En lugar de eso, hemos reconocido unas leyes abstractas y arbitrarias parecidas a las que creamos para la regulación de la conducta masculada en el patriarcado. Podemos preguntar si nuestras leyes son una sintaxis utilizada para regular la auto-supremacía de cada una de nuestras palabras aisladas e incarnadas (masculinas), o si nuestra idea de la sintaxis esta extrapolada de nuestras reglas de dominación, mandato, y obediencia. También puede aparecer que el verbo ‘ser’ vacía a la frase de su regalar así como la masculación vacía a la sociedad.

En realidad, creo que esta apariencia viene del hecho que el verbo ‘ser’ está asociado con la definición (que en sí mismo es originalmente un proceso benigno) donde el mecanismo de la sustitución es utilizado internamente en una manera diferente del flujo del hablar. El regalar en la definición ocurre entre las personas en un nivel metalingüístico a través de una sustitución de palabras por otras palabras. Debido a que el proceso es diferente al resto del hablar, puede ser que sus regalos no sean evidentes, y la función ‘dominante’ del definiendum puede aparecer ser la ‘culpa’ del verbo ‘ser’. Sin embargo, en realidad es el uso primordial de la definición en la masculación (los niveles diferentes de la sustitución contribuyen al efecto del salón de los espejos) que se traspasa al verbo ‘ser’, dándole un mal nombre. Algunas personas involucradas con la Semántica General han sentido que deben evitar el verbo ‘ser’ completamente, y lo han eliminado de su habla.54 No es el verbo ‘ser’ que es parasitario de la humanidad, sin embargo, pero el puer-patri-arcado. Volviendo al paradigma del regalo en la economía (como en el lenguaje) permitirá, entre muchas más cosas, la restauración del verbo ‘ser’ a su lugar merecido como parte de la lengua maternal.

El ser y el dinero

Lo mismo ocurre en la definición hecha con el verbo ‘ser’ que ocurre ahora en el intercambio del dinero—que es un sustituto para el acto de la sustitución del producto de otro por el nuestro, y su propio producto por el del otro. La sustitución ocurre aunque los productos mismos son particulares—no puestos como generales, pero solamente como equivalentes particulares y sustitutos de los productos de la persona con quien el intercambio ocurre. Además, el acto de sustitución todavía no está completo cuando el dinero ha sido sustituido por él. Como el ‘ser’, el dinero forma una sucesión metonímica con lo que representa, pero hace esto en realidad al interrumpir ese acto y se coloca a sí mismo en el medio, rechazando el primer producto. A menudo el dinero del comprador empieza el proceso en el mismo espacio con el producto con el cual está siendo intercambiado (contiguo con él), pero entonces, actuando en el eje de la metáfora, suplanta físicamente al producto del vendedor, cambiando de manos.

La sustitución de dinero por un producto prevee la sustitución del dinero por otro producto, y la inversión de los roles de vendedor y comprador. Debido a que el dinero reemplaza todos los productos como su equivalente general, tiene el carácter de generalidad, que los productos no tienen. Cada vez que los reemplaza, provee ese carácter de generalidad y conexión con otros en la sociedad, para esa transacción particular. Cada vez que el dinero se cede por otros productos, este carácter de generalidad y conexión es cedido por el comprador. La sustitución del acto de intercambio que se hace con dinero por el acto directo de sustitución de un producto por otro hace casi lo mismo en el mundo económico que el verbo ‘ser’ hace en la definición. Crea un momento metonímico con lo que ha sustituido (los productos)—pero este requiere que los seres humanos tomen parte en la ‘frase’ como actores. Los actores se turnan en sus papeles de vendedor y comprador, y esta simetría altera la sucesión metonímica, impidiendo que se desarrolle en otro tipo de ‘frases’ más allá de la ‘definición’.55

Los intercambiadores pueden, sin embargo, operar en el plano de la sustitución y comprar para vender, para aumentar la cantidad del equivalente general que tienen. El eje lingüístico de la metonimia es recreado de otra manera con la adición de unidades que son similares cualitativa y cuantitativamente una a la otra (una más una más una) en el sistema numérico en que el valor es tasado por el precio. Este también permite la adición de sumas de dinero de uno al otro, que provee la posibilidad de acaparar y el desarrollo del capital.

Debido a que en una situación de la propiedad privada el dinero ha retenido un carácter de regalo material y muestra conceptual, este actualmente tiene que ser sustituido fisicamente por los productos y recibido o cedido en su lugar (el eje de la metáfora). Cuando está presente en las manos de uno, los productos no son. Cuando los productos están presentes, el dinero no es. Y en realidad tenemos que llevarlo en nuestros bolsillos para darlo a otros, como sustituto por sus productos. El proceso de la sustitución lingüística ha completado el circulo. La palabra ha sido reencarnada. El escenario de Swift también ha resultado verdadero. (No tenemos idea de que el verbo ‘ser’ está tintineando en nuestros bolsillos). Creo que a menudo las razones subconscientes influyen en los símbolos, y también influyen en las palabras que ‘pegan’ en nuestra cultura. Entonces, la similitud impresionante del signo del dólar ‘$’ al ‘es’ (is en inglés) me parece apoyar la identificación del ‘ser’ con el dinero.56

El dinero sustituye el producto de la vendedora, y el intercambio por el dinero sustituye el acto de sustitución por su propio producto, que ocurrirá cuando ella, la vendedora, será compradora. Si la situación hubiera sido una de trueque, el producto de cada persona hubiera sido sustituido por el producto del otro. En vez de recibir el producto del comprador directamente, el vendedor recibe su sustituto en el producto artificial, el dinero. Al mismo tiempo, esta sustitución anticipa la próxima sustitución por el próximo vendedor. El proceso entero reemplaza el proceso del trueque, que reemplaza el regalar. El intercambio por el dinero crea un lapso temporal en la sucesión metonímica de los momentos del trueque. El dinero puede ser intercambiado por un producto y después guardado por unos días o años antes que sea intercambiado por otro. Se junta la interacción en sus momentos diferentes, creando su propio espacio social, el mercado. El intercambio toma los productos y la ‘palabra’ material, que los define, fuera del contexto (los descontextualiza físicamente) de una manera que enfatiza el aspecto descontextualizado de la definición.

Debido a que el dinero tiene el carácter de medida de valor, funciona también como una palabra en ese respecto, en el eje de la ‘metáfora’ (la sustitución). En su función de definir contesta la pregunta ‘¿qué es esto?’ con un precio.57 Se puede ver al mercado como una área social en que los productos y su equivalente general son extraídos de su contexto para que se les pueda definir, evaluar e intercambiar. Esta co-existencia y el cambio de plano, y el uso de los mecanismos verbales en áreas no verbales, permite la introducción de variables que no existirían en el regalar o en el trueque.

En la situación del trueque, el producto de una persona es equivalente al del otro. Sin embargo, ambos son productos individuales, y pertenecen a una díada. Solo se sustituyen a sí mismos y, aunque esto les da una cualidad común recíprocamente como sustitutos, no hay concepto general que se pueda formar con respecto a ellos porque una relación uno-muchos es necesaria para que eso pueda ocurrir. Entonces el proceso entero del intercambio por el dinero reemplaza al trueque, así un tipo de proceso de formación de concepto toma lugar con respecto a esos dos o cualquier producto individual, expresando su cualidad común como sustitutos recíprocos pero relacionados con todos los otros productos y, entonces, teniendo valor general.

Debido a la situación de escasez y a la exclusión mutua de la propiedad privada, los intercambiadores solamente quieren intercambiar los productos de valor cuantitativo igual, entonces tienen que ser capaces de evaluarlos, saber ‘qué son’ en términos de precio. La dialéctica lingüística surge otra vez: Lo que son ‘para otros’ en general en la sociedad determina lo que son, qué precio tendrán, y también para los individuos. Una necesidad social de esta evaluación (y del equivalente sustitutivo en que está hecho) empieza a existir como una necesidad comunicativa, un elemento que es necesario para la comunicación e interacción de las personas con respecto a la transmisión (el dar) entre cada uno de su propiedad privada.

Entonces parece que necesitamos el equivalente sustitutivo, el dinero, para sí mismo, no por los productos que sustituye. La que era una necesidad comunicativa lingüística ahora es una necesidad material en el plano económico. Esto ha ocurrido debido a que la propiedad privada afecta a la co-munidad de regalar, aislándonos el uno del otro como dueños de productos. Nuestra falta de co-municación material crea una situación parecida a la de las consciencias aisladas sin el lenguaje. Entonces tenemos una necesidad común de los medios de comunicación, de establecer y alterar nuestras relaciones entre nosotros con respecto a las cosas—en este caso nuestra propiedad privada. Este medio de co-municación es la muestra-conceptual sustitutiva del regalo material, el dinero. El valor de cambio es el valor del producto (su relevancia) por la co-municación material distorsionada (el intercambio) en una situación de propiedad privada. Este es evaluable cuantitativamente a través de la muestra material equivalente y regalo sustitutivo ($).

Desde el punto de vista de una tercera persona de afuera, la ‘frase’ en que el dinero es el verbo ‘ser’ se completa por la repetición (por ejemplo, una camisa vale quince dólares y estos equivalen a diez libras de fríjoles). Y desde ese punto de vista, los interactores de verdad están satisfaciendo las necesidades entre ellos, cada uno dando al otro lo que no tiene y recibiendo del otro lo que necesita. El dinero es simplemente un regalo sustitutivo, dado desde uno al otro, satisfaciendo la necesidad comunicativa que surge cada vez que tiene que decidir que recibir de los otros. Pero por supuesto, estas son gafas ‘objetivas’ de color rosa. En realidad, si el producto o el trabajo de una persona no se puede vender, está fuera del mercado (como si estuviera fuera de las fronteras del concepto) y no ‘existe’ en lo que el intercambio se refiere. No se puede sustituir por otro producto, y no será otro acto de sustitución por el dinero-verbo $ con respecto a ello. Si su trabajo no tiene valor para otros, su decisión de recibir para satisfacer su necesidad no tiene ningún poder. Su demanda no es ‘efectiva’. Su necesidad no ‘existe’, porque el regalar a las necesidades en sí ha sido sustituido.

El ser y la norma aberrante

Las funciones parecidas del verbo ‘ser’, el falo y el dinero sugieren una conexión entre las esferas diferentes del lenguaje, la sexualidad, y la economía. Esta es una conexión que es ‘genética’ en el sentido que la masculación provee la «génesis» del falo y del dinero, y también la inversión fálica del ‘ser’.58 Si el padre no reemplazó a la madre como muestra, no habría ninguna posibilidad de sustituir ese acto de sustitución. (No habría un acto de sustitución para sustituir).

La masculación ya no existiría para proyectar el intercambio a la sociedad como su manera económica, entonces no habría ninguna necesidad comunicativa por el dinero, y el dinero no tendría la función de la palabra. El verbo ‘ser’ en sí no sería hipostatizado, porque no sería invertido psicológicamente por la equivalencia con el falo. Entonces, mientras las conexiónes sí pueden estar allá, son artificiales —porque la masculación misma es un aspecto artificial, no necesario, y perjudicial de la socialización del niño varón. Juntos, el falo, el dinero, y el ‘ser’ confirman un cuadro falso, o para decirlo de otra manera, son todas las ‘marcas’ de la norma aberrante.

Tal vez el problema real es una precoz genitalización Fálica que reemplaza la etapa oral de los niños varones. El pene o el Falo reemplazaría a los senos como el objeto invertido de interés. La ‘marca’ del niño le ‘da’ a él privilegio, porque lo pone en la categoría ‘superior’ —en una manera manipulativa, si ‘x’ entonces ‘y’— mientras los senos de la madre le dieron a él directamente. La erotización de esta «marca» coincide con el enajenamiento del niño a la categoría privilegiada que no cuida. Entonces, puede aparecer que él no solamente dejó el pecho para obtener el pene, pero el proceso de regalar puede ser identificado con las sensaciones internas de comer y evacuar (relacionados con la etapa oral), mientras su cambio de categoría tiene algo que ver con la genitalización y el pene (una parte externa del cuerpo). La identidad del género del niño depende así de una ecuación polar con el padre (más grande), quien siempre está en la posición equivalente y quien es la muestra grande de la genitalización. De este modo la identificación del niño en relación con un equivalente polarizado reemplaza la construcción de la identidad con la madre hecha a través del regalar, el tomar turnos y a veces el jugar. Aquí la cuantificación empieza a ser importante, porque la cantidad (el tamaño) del falo puede parecer ser la razón que el padre, no el niño, esté en la posición polarizada del ‘uno’. La cantidad Fálica parece ser la cualidad más importante.59

La co-municación cuantitativa material

No es una palabra o evaluación cualitativa que es dada en el intercambio pero es una palabra o evaluación cuantitativa. El dinero hace lo mismo en el plano material que las palabras hacen en el plano verbal. Los precios expresan explícitamente las necesidades materiales co-municativas como cantidades del dinero. Están servidos por unas cantidades de dinero material que asumen el rol de palabras-como-regalos. La necesidad co-municativas que los precios expresan es la necesidad de un medio de co-municación que los vendedores de esos productos no tienen. El dinero es la palabra, pero distinto del lenguaje, los ‘comunicadores’ tienen que producir (y actualmente renunciar a) cualitativa las cosas que representa para recibirlo. El dinero, como la identidad masculina, es una palabra encarnada. En su transmisión al plano material, este también ha sido un poco distorsionado fuera de las funciones originales de la palabra. Como una palabra, su solo uso real es en el ser dado a otros; pero el dinero puede ser acaparado y acumulado.

Debido a que el dinero es el regalo sustitutivo general por el acto de la sustitución, influye cada acto particular de la sustitución (cada acto de intercambio) en cuanto lo relaciona con todos los otros. El dinero es el material en que los valores de los productos en relación uno con el otro y con nosotros puede ser expresado cuantitativamente. De este modo, es como el lenguaje donde las palabras están disponibles para expresar los valores cualitativos de todas las partes de nuestro mundo en relación entre cada uno y a nosotros. El dinero es un lenguaje de solamente una palabra (material).60 Los que no lo tienen no pueden ‘hablar’. No pertenecen a la ‘especie’, a la categoría de los que sí lo tienen.61


Notas al pie

50. Tal vez ‘existir’ es tan general como ‘ser’. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

51. En la definición hay una tensión continua, una polaridad entre lo que se dice y lo que no se dice, entre lo que está presente como equivalente y lo que se excluye. Esto ayuda en el primer plano de los elementos relevantes, en oposición a aquellos que no lo son. Si digo ‘el gato es un animal de cuatro patas’, por ejemplo, no necesito decir ‘es un animal de dos patas’ o ‘dos patas no es de cuatro patas’ porque la aseveración ‘cuatro patas’ excluye ‘dos patas’. Lo que ocurre gradualmente en el proceso de formación de los conceptos (y más o menos deliberadamente en la definición) está implicado en el uso de las palabras para satisfacer las necesidades comunicativas en el flujo de la conversación adulta. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

52. La metáfora y la metonimia (sustitución y combinación) son dos polos de la función del lenguaje que también se pueden encontrar en la afasia (pérdida del habla), en un ‘trastorno de similitud’ o un ‘trastorno de contigüidad’. Véase Roman Jakobson, ‘Two Aspects of Language and Two Types of Aphasic Disturbances’, en On Language, compilado por Linda Waugh y Monique Monville-Burston, Harvard University Press, Cambridge, 1990, capítulo 7. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

53. Debemos sospechar que la ‘objetividad’ sea una concretización o fetichización relacionada con la característica fálica y sus análogos, desde los coches y trenes de juguete hasta las armas y los mísiles. El concepto masculino de identidad del niño y la propiedad privada son dos relaciones transpuestas del concepto entre las cosas contrario a una identidad ad hoc de dar-y-recibir. Entonces una relación del concepto entre las cosas constituye la identidad masculada, no una configuración de sujetividades construidas para dar y recibir. Cuando las cosas que han sido privadas de su carácter de regalo son propuestas como ‘regalos’ para ser re-‘present’ados, la conexión de regalo entre los niveles no se puede ver. El ‘regalo’ (‘present’ en inglés) parece tener algo que ver solamente con el tiempo y no con el regalo. Sin embargo, tal vez el aspecto temporal del ‘regalo’ se derive del hecho de que la satisfacción de las necesidades nos enfoca en el aquí y el ahora. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

54. To Be or Not: An E-Prime Anthology, ISGS, San Francisco, 1992. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

55. En el trueque, el intercambio permanece como una díada particular, no en relación con un equivalente general. Un sistema de trueque provee muchos momentos del intercambio diádico que requieren unas computaciones de equivalencia según el tiempo u otro estándar. Es importante no confundir el trueque con el regalar. El trueque todavía es el dar-para-recibir, mientras regalar es dirigido a las necesidades del otro. Las lógicas son distintas. Los sistemas de trueque y los dineros alternativos que están surgiendo de los grupos verdes y bio-regionalistas se pueden considerar como una etapa hacia una economía de regalar. Sin embargo, siguen siendo basados en el intercambio y contienen los defectos del intercambio, uno de los cuales reemplaza el regalar. Quiero ser muy clara que el regalar y el trueque no son lo mismo. Suprimir el dinero es como quitar el verbo ‘ser’. No resuelve los problemas causados por la masculación y el intercambio. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

56. En realidad el dinero es un ícono de palabras en que cada instancia de una moneda o un billete de una denominación se considera la ‘misma cosa’, haciendo que sea posible que ‘una cosa’ esté en muchos lugares a la vez, que es lo que permite que el dinero sea general como la palabra. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

57. El mercado y también el lenguaje son maneras de determinar si algo es la ‘misma cosa’, teniendo el mismo valor para las personas incluidas, independiente de que si es el valor cultural, lingüístico o económico. Determinar un precio es un proceso colectivo parecido a la atribución colectiva del valor que da a luz un nombre. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

58. Para la tesis presente, el Falo re-presenta o reemplaza el acto de la sustitución del padre por la madre, haciendo que sea parecido a lo del verbo ‘ser’, con el carácter general social simbólico que Lacan creaba que fuera norm-al. Jean Joseph Goux tiene mucho que decir del Falo y el dinero como un equivalente general en Symbolic Economies: After Marx and Freud translated from the French by Jennifer Curtiss Gage, Cornell University Press, Ithaca, 1990 [1973]. Recomiendo fuertemente el libro de Goux para una aproximación más psicoanalítica e histórica a muchas de estas ideas, o por lo menos las con respecto al intercambio. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

59. Jerry Fodor dice que la idea de Vigotsky del concepto es demasiado filosófica y critica su pensamiento de que el concepto requiere la abstracción de una ‘invariante sensorial’. Habríamos descrito una situación global en que la ‘marca’ masculina es la invariante sensorial de la categoría privilegiada, abstraída por nuestras prácticas de dar a luz. El dinero es la invariante sensorial para la categoría privilegiada de las personas que tenían éxito en ser los ‘unos’ económicos. Véase J.A. Fodor 1972 «Some Reflections on L.S. Vigotsky’s Thought and Language» in Cognition I, 83-95. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

60. Como muestra Jerry Martien (op. cit)., el wampum era un lenguaje material de muchas-palabras. No es sorprendente que los europeos redefinieron el wampum en términos de su lenguaje uno-palabra material, el dinero. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

61. Es como si fuera un momento en la pre-historia cuando los que podrían hablar fueron parte del grupo y los que no podrían fueron dejados para morir, en una estrategia cruel ‘evolucionista’. Parece que estamos imitando ese momento pre-histórico. Los que ‘tienen’ la palabra son privilegiados y los que ‘no tienen’ parecen merecer morir. Desde los griegos para quienes los que no hablaban el griego fueran ‘bárbaros’ hasta los hablantes modernos de cualquier lenguaje que no es el inglés estándar, los que no poseen el lenguaje ‘muestra’ son excluídos de la categoría privilegiada. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

Capítulo 10 - Valor «Gracias a la vida»

Capítulo 10: Valor «Gracias a la vida»

Si tomamos en serio el regalar, podríamos finalmente entender mejor nuestra relación con la realidad como un hecho dado. Hay una cierta ‘textura’ en nuestra experiencia que surge de nuestra capacidad de dar y de recibir. Hemos evolucionado hasta percibir las cosas en este nivel. Por ejemplo, percibimos las manzanas como objetos rojos de forma redonda que podemos tomar de los árboles, comer o dar a otros para que las coman, y no como colecciones de átomos, porque no podemos darlas ni recibirlas como átomos. Es concebible que podriamos nutrirnos con partes de la naturaleza como átomos (tal vez por ósmosis), pero sería muy difícil que pudiéramos nutrirnos entre nosotros. Por ejemplo, transportar átomos de un lugar a otro, manipularlos y prepararlos, abasteciendo a otras personas, sería muy difícil. En el nivel de la percepción, la integridad física y la destreza a la cual hemos evolucionado, podemos nutrirnos unos a los otros fácilmente con cosas de cierto tamaño y de cierta clase. El lenguaje expande esta ‘textura’ del dar y recibir, agregándole dimensiones de importancia colectiva, de abstracción, de generalidad, de imaginación, de espacio y de tiempo.

Podría desarrollarse una teoría que identificara el conocimiento con la gratitud experimentada por el individuo receptor de los regalos que le han dado la vida, la naturaleza, la cultura y los otros individuos. En gratitud, respondemos a nuestra experiencia diaria y recordamos ambos, los regalos y sus origenes —la comida que comemos y las palabras que aprendemos, las personas que nos los dan y las culturas de las que provienen. Quienes carecen de cosas buenas a causa de la pobreza, de la crueldad o de la enfermedad, son privados del derecho humano al conocimiento y a experimentar los regalos de la vida con gratitud. (La canción «Gracias a la vida» de Violeta Parra expresa la gratitud que todos nosotros, ricos o pobres, podemos sentir por los regalos mas básicos de la vida). Desafortunadamente, hemos extraviado nuestra gratitud, pasándolo de la madre al padre, y hemos puesto nuestra fe en este cambio y en el intercambio. Por lo tanto, nosotros estamos más conscientes del padre y del intercambio; sabemos más de ellos que del regalar, que hemos aprendido a no agradecer. Consideramos el intercambio y el ego como necesarios para nuestra supervivencia, y estamos agradecidos de poder participar en el mercado.

La receptividad creativa y la ‘textura’ del dar

Si consideramos la receptividad como algo pasivo (y la pasividad como algo receptivo), nunca comprenderemos nuestras interacciones con el medio ambiente, con el lenguaje y entre nosotros. De hecho, las cosas tienen cualidades que son valiosas para nosotros porque podemos responder a ellas o recibirlas. (No es que existan porque nosotros podemos recibirlas, sino que son útiles porque podemos usarlas para satisfacer nuestras necesidades). Una manzana nos parece roja, redonda y buena para nosotros, porque estamos adaptados física, psicológica y socialmente para recibirla y usarla de manera creativa. También estamos adaptados física, psicológica y socialmente para recibir creativamente la palabra ‘manzana’, a la que atribuimos algunos de los valores culturales de las manzanas, porque sustituye por ellas como un regalo en la co-municación (aunque en sí misma no es ni roja, ni redonda, ni rica para comer). Si hubiésemos sido capaces de recibir creativamente las manzanas como un conjunto de átomos, habríamos evolucionado para percibirlos de esa manera. No tenemos ninguna manera de manipularlas o compartirlas entre nosotros en ese nivel. En su lugar, hemos evolucionado física y culturalmente para percibir las manzanas como redondas y rojas con la ayuda del lenguaje. La clase de percepción de nuestros sentidos es pertinente al nivel de complicación de nuestra actividad. En este mismo nivel, percibimos también el sonido como tal y no como vibraciones del aire.

Las percepciones que tienen que ver con objetos de textura más fina, tales como un conjunto de átomos y la acción de las enzimas en nuestro tracto digestivo, o de ‘textura más gruesa’, tales como la migración de familias o grupos, no son accesibles per se, porque no tenemos formas para darlas y recibirlas creativamente. Los instrumentos y los métodos como los microscopios y las estadísticas sociológicas han sido desarrollados para estudiar eventos en diferentes niveles de complicación con el fin de satisfacer las necesidades—que a su vez son finalmente percibidas en el nivel cotidiano. El objetivo suele ser obtener una ganancia, por ejemplo, en el caso de las enzimas al inventar medicinas o en el caso de los trabajadores inmigrantes, al tener acceso a mano de obra a bajo precio. Sin la información provista por las disciplinas especializadas, debemos recibir pasivamente las influencias de una realidad de textura mas fina o mas gruesa. Una vez que los alimentos ingresan en el estómago, no los percibimos en el nivel de regalos, pero permitimos pasivamente que se dé el proceso automático de las enzimas.

Nuestro lenguaje y el mundo que percibimos están finamente sintonizados a un nivel en el que podemos dar y recibir entre nosotros, sin instrumentos especiales, sin microscopios, sin telescopios, sin encuestas ni estadísticas. Si consideramos este nivel como fuera del lenguaje, es el nivel de ‘datos percibidos’, el mundo como dado. Sin embargo, sólo podemos considerarlo así si tenemos lenguaje. Si el lenguaje originalmente se deriva de la co-municación material de dar regalos, su textura se ha convertido, por ahora, en una textura más fina que la que se hace por los regalos materiales que actualmente pueden ser otorgados por los seres humanos entre sí. Podemos comunicarnos acerca del color rojo en el pecho de un petirrojo que canta en el árbol; pero no podemos actualmente compartir ni el color ni la ubicación.

Mucha de la investigación científica y filosófica trata de la naturaleza de los datos de los sentidos y de los hechos de la experiencia. Sin embargo, ambas clases de investigaciones se producen después de que la modalidad de la co-municación de dar y recibir se ha establecido en el cuidado de la niñez, y el lenguaje ha sido aprendido por los investigadores. Los datos de los sentidos y las experiencias se convierten en interpretables como hechos dados, después de que el cuidado ha establecido el regalar y el recibir de la textura gruesa como importante y el lenguaje les ha dado el análisis de textura fina configurada por el proceso de vida de la colectividad.

La extensión del número de palabras-regalos sustitutivos para cubrir los aspectos de la experiencia que no pueden ser directamente dados provee la textura fina colectiva que permite que las cosas que no se pueden dar sean comprendidas como regalos de una textura mas fina. Por eso, podemos recibir el color rojo, la ubicación momentánea del pajaro azul, las historias geológicas, biológicas y culturales detalladas del mundo como cosas dadas, porque nos podemos comunicar acerca de ellas y satisfacer las necesidades comunicativas de cada uno, formando relaciones lingüísticas entre nosotros respecto de aquéllas, a pesar de que no podemos entregarlas en la mano.

Hay varias razones por las cuales ciertos tipos de regalos no se pueden dar. Por ejemplo, una montaña no se puede regalar porque es demasiado grande. El color rojo no se puede dar porque está firmemente adherido a los objetos de los que forma parte: podemos regalar una bola roja, pero no podemos dar el color rojo sin la bola —o la bola sin alguna coloración. De manera alternativa, si el color rojo es sólo una sensación subjetiva, como una imagen residual no puede ser percibido por los otros y mucho menos ser entregado a ellos en sus manos. Algunas cosas, tales como hechos o eventos, no pueden ser dados directamente, porque son demasiado transitorios y fugaces.

Por ejemplo, el hecho de que un pájaro esté cantando en la rama de un árbol no se puede dar como tal, porque es pasajero y sus componentes pueden ser facilmente cambiados. El pájaro puede dejar de cantar y volar a lo lejos, creando así uno o varios eventos nuevos. Sin embargo, podemos asir (recibir) los eventos fugaces como regalos y podemos regalarlos a su vez, si relacionamos los elementos constantes y repetibles (el pájaro, el canto, y el árbol) con los regalos sustitutivos —las palabras que la gente en nuestra sociedad usa para darse una a la otra en su lugar. Combinando estas palabras de maneras ordenadas (junto con palabras de instrucción meta-regalos o ‘marcas’ como ‘el/la’, o ‘en’, o ‘-ando’), también los hacemos dar y recibir entre ellos —haciendo regalos sustitutivos de una vida relativamente corta (frases) que nos damos entre nosotros. De esta manera, hacemos posible que se puedan dar eventos que en realidad no se pueden dar, formandonos como una co-munidad respecto a ellos. Por medio de nuestros regalos entre nosotros somos capaces de recibir creativamente la experiencia mutable, como terreno común que se nos ha dado en conjunto.

Una vez que aprendemos a co-municarnos y a usar el lenguaje, no necesitamos practicar ni una ni otra habilidad todo el tiempo. Podemos hacer a un lado el lenguaje y considerar simplemente la información dada por los sentidos, pero los regalos del lenguaje ya están ahí cuando nos acercamos al mundo como dado sin ellos. Es más, hacer a un lado el lenguaje es un proceso que requiere su uso. El mundo que experimentamos es un regalo y algo que nos es dado, porque podemos y dar y recibir creativamente partes y aspectos de él, realzados por nuestra capacidad de dar y recibir los regalos sustitutivos verbales (y no verbales), a los que las cosas ceden su valor en aras de la comunicación. (La mayoría de las cosas probablemente no se están regalando entre ellas pero porque tenemos el esquema de referencia del regalo, podemos verlas con esa luz). Como el recibir, ceder puede ser creativo y atribuir valor al otro. Las cosas ceden a las palabras como regalos porque nosotros las obligamos a hacerlo62 —les damos un sustituto— pero también hacemos que las palabras hagan lo que nosotros queremos. El ceder le da valor al otro por implicación en la misma forma que dar implica el valor del otro. El valor dado a las palabras por las cosas que les ceden su lugares como regalos se junta con el valor que la gente les da a las palabras como el medio de satisfacer las necesidades co-municativas del otro. Por lo tanto, las palabras son recipientes de las atribuciones de valor provenientes de dos direcciones (además del valor de posición que tienen en la langue). Colocándose juntas y haciendose a un lado en el presente, permitiendo que sus lugares sean ocupados por palabras en combinación, las cosas parecen relacionarse entre sí y parecen ser más valiosas que aquello que las rodea por el momento, y nosotros les damos nuestra atención.

La mediación lingüística de una percepción o de una experiencia constituye un regalo secundario que nos da un acceso común a la percepción o a la experiencia como un valor o como un bien comunicativo o material para satisfacer necesidades. Consecuentemente, podemos actuar en ciertas formas hacia ese bien, que podemos dar o recibir, consumirlo solos, turnarnos para usarlo, combinarlo con otros bienes, apartarlo o guardarlo para más tarde, etc. También podemos, simplemente, satisfacer necesidades comunicativas con respecto a algo convirtiéndonos en quienes somos como sus perceptores comunes—perceptores de manzanas, por ejemplo. Cuando conocemos un lenguaje, podemos también pensar en las manzanas, en su sustitutabilidad sin referirlas directamente a las palabras. Mantenemos una dirección63 hacia la comunidad en nuestro pensamiento porque la potencialidad de las necesidades comunicativas y de las palabras-regalo que las satisfacen siempre está ahí.

El valor que las cosas dan a las palabras y el valor que las palabras dan a las cosas en el nivel del léxico (langue) tienen una textura más gruesa que el valor atribuido por las frases. De hecho, las palabras, como las cosas, son regalos generales de la cultura, que son recibidos creativamente por la cultura, y también por los individuos (siendo los muchos más que la colección de los ‘unos’). Excepto en los casos especiales del nombrar, definir y enseñar el lenguaje, los usos de palabras combinadas en frases, proveen los regalos que los individuos dan a los otros que los reciben creativamente, la satisfacción de las necesidades comunicativas y las atribuciones de valor a una textura más fina que la de las palabras consideradas singularmente. Están realmente ocurriendo dos tipos de procesos —el regalo metalingüístico de las palabras a través del nombrar y el definir (sobre este proceso se construye la masculación y el intercambio), y el lenguaje que usa los procesos de regalo para facilitar la co-municación actual, el desarrollo del sujeto social y el objeto, su comunidad, su mundo y su visión del mundo. La existencia de diferentes niveles permite el dar y el recibir individual en base del dar y recibir social, una interacción entre texturas.

Las cosas importantes y valiosas requieren nuestra atención creativa y receptiva. Apreciamos los valores que ya tienen, mientras que al mismo tiempo les atribuimos valor. La apreciación y la atribución son parecidos al recibir y al dar creativamente. La gratitud es un aspecto de ambas. Usamos cosas para satisfacer necesidades y atribuimos valor a los otros (o a nosotros mismos) satisfaciendo necesidades.

Los múltiples valores del mundo para la comunidad de seres humanos están registrados en el lenguaje. Un proceso similar, hace que el valor de intercambio de las mercancías se registre en el dinero. Cuando recibimos de otros la satisfacción de nuestras necesidades (y la implicación consecuente de nuestro valor para ellos), podemos apreciar lo que se nos ha dado y a los otros como su fuente, con gratitud. Podemos también ignorar la fuente y vernos a nosotros mismos como la causa de nuestro bienestar. En la comunicación lingüística (y en otras formas de comunicación basadas en signos), podemos compartir un punto de vista y atribuir valor o darle atención a las mismas cosas, seleccionándolas como relevantes de nuestras experiencias en curso y usando los regalos sociales que ocupan el lugar de aquellos regalos materiales (o inmateriales).

A lo que le damos valor está en nuestro enfoque dirigimos nuestra receptividad creativa hacia ello. Lo que no valoramos está fuera de nuestro enfoque. Lo que nos motiva para otorgar valor a algo depende de nuestras necesidades y de una síntesis de experiencias anteriores y de las atribuciones y apreciaciones previas de valor. El medio colectivo de otorgar valor, que es un regalo colectivo (la palabra), es suspendido en nuestras mentes y es accesible fácilmente para ser usado en el flujo de la experiencia cuando surja la necesidad. Originalmente, esa necesidad es interpersonal, aunque cuando estamos solos, pensando, podemos usar las palabras para satisfacer nuestras necesidades de comunicación comunitaria, atribuyendo un valor social mediatizado a varias partes de nuestras experiencias y trayéndolas en el presente a un primer plano, cuando las necesitamos.

El valor, un meta-regalo

El valor puede ser interpretado como una clase de meta-regalo, dar atención a algo para causar o alterar el donar de nuevos regalos. Implica aislar algo sobre lo que la atención receptiva creativa se focaliza. A menudo, atribuimos al objeto que captura nuestra atención la cualidad de ‘algo para los otros y por lo tanto también para nosotros’. Puesto que el regalar es un acto que ha sido invisible y no valorizado, no hemos pensado en asociar el valor con el proceso de regalar y, por eso, éste ha permanecido misterioso. El valor de intercambio ha tomado el lugar del concepto del valor, convirtiéndose en su ‘muestra’. En el intercambio, el aspecto de orientación hacia el otro del acto de regalar no se disuelve, sino que es escondido e instrumentalizado para los propósitos del ego. El regalar está embebido en el intercambio y es inducido a contradecirse a sí mismo. Esta lógica de los dos pasos requiere que midamos la satisfacción de las necesidades del otro con la satisfacción de nuestras necesidades, y ambas con un estándar común para todos. En consecuencia, todas las necesidades empiezan a depender de este proceso contradictorio para su satisfacción.

El intercambio se convierte en un hecho de la vida siempre presente, y nosotros le damos valor a éste como un prerrequisito para la supervivencia de todos. Al hacer esto, escondemos y desacreditamos el regalar, negando así la orientación hacia el otro inherente al regalo. Cuando este aspecto es hecho invisible, el valor no puede ser entendido correctamente, y las conexiones entre el valor de intercambio y otros valores de la cultura son ocultados y negados. El valor es dividido y vencido. Sólo otorgándole valor al regalar podemos comenzar a resolver el rompecabezas del valor, y restaurar su contenido de orientación hacia el otro.64

El valor es básicamente un artefacto para (re)distribuir los regalos. Es un regalo de energía y atención a los regalos, que nos permite seleccionar algunos sobre otros regalos, para otra gente o para nosotros mismos. Al sobreenfatizar el valor del intercambio, distorsionamos este artefacto colectivo de distribución —lo alejamos de las necesidades y del dar, aplicándolo a un número reducido de cosas que tienen valor para los procesos del intercambio y del mercado. El egoísmo y el valor (y la atención) que le damos al egoísmo pueden ser considerados como los efectos de prepararse para y el practicar esos procesos. Estamos acostumbrados a enfocar esto desde el otro lado —como si el intercambio y el mercado fueran resultados naturales del egoísmo y de la avaricia humana. Este mismo punto de vista y los valores (la re-distribución de los regalos) que promueve, ayudan a mantener el monopolio de los procesos de intercambio.

Modalidades del valor

El valor es atribuido y apreciado —libremente entregado a las personas, a las cosas y a las palabras, y recibido de ellas. Puede involucrar un proceso de autoestimulación en el sentido de que le otorgamos valor a algo cuando lo aislamos y nos enfocamos en él. Luego volcamos nuestra receptividad creativa en él, apreciando su valor. Entonces podemos olvidar nuestra parte en esa atribución, que fue dado libremente. Seleccionar una cosa entre otras cosas, traerla a primer plano, adaptarla a nuestras necesidades y donarla a otros para sus necesidades, son procesos mediante los cuales atribuimos valor algo y apreciamos su valor. Ese valor también es transferido a otros y a sus necesidades por implicación al darles cosas para satisfacer sus necesidades. (Podemos atribuir y apreciar su valor directamente, simplemente dándoles nuestra atención). Dando a algo un regalo-sustitutivo, e incluyendo a otros con respecto a este, también otorga valor y aprecia el valor en ese tipo de cosa y en los otros mutuamente incluidos.

Hay cuatro modalidades principales de atribuir y de apreciar valor: el cuidado, el lenguaje, la masculación y el intercambio. Creo que los dos primeros son la norma (el cuidado y el lenguaje) y los dos últimos son las distorsiones (la masculación y el intercambio). Al mirar la norma estamos mejor capacitados para comprender las distorsiones. Al ver las distorsiones y sus consecuencias, estamos má capacitados para entender mejor la norma.

La atribución del valor por medio del cuidado

La felicidad —no la búsqueda de la felicidad— es un derecho y una necesidad epistemológica, si la gratitud es un patrón básico para el conocimiento. El «asir» un concepto generalmente se asocia con la comprensión y se lo considera una necesidad para el conocimiento, pero solamente es una parte específica pequeña del recibir —que se hace necesaria por la escasez. Privando a las personas de la abundancia, de la posibilidad de dar y de recibir, las privamos de su ser humano. El homo donans (y recipiens) precede al homo sapiens.65 Es porque lo que conocemos son los regalos, y nuestro conocimiento es la respuesta agradecida a ellos, sea a la leche materna de los senos de nuestras madres, sea a los hechos de la experiencia, a las palabras y frases, a los temas de conversación, a los aguaceros, a los autos nuevos, a las obras de arte o a los pasteles de arándanos. (Estamos agradecidos de saber cosas negativas y no solamente cosas positivas, porque ese conocimiento es útil para poder enfrentarnos con el mundo). Si alguien satisface nuestras necesidades, podemos apreciar lo que esa persona vale para nosotros y atribuirle valor. Parte de nuestra gratitud es la disposición de apreciar a aquellas personas y cosas que nos han cuidado en particular. Hacemos esto no como un intercambio, tomando momentáneamente al que da como nuestro modelo, cuidamos de igual manera en el momento indicado.

El cuidar confiere valor al que recibe por implicación. A menudo, quien da se elimina a sí mismo como fuente haciendo que parezca que la causa del regalo es el valor o la importancia de quien lo recibe. Por ejemplo, la madre cree que cuida a su bebé porque el bebé es importante, no porque ella le atribuye valor a él. Sin embargo, si ella no le atribuyera valor, y no lo cuidara, el bebé moriría. El valor es, por lo tanto, una proyección muy útil, tanto para el individuo como para la cultura y la comunidad. El tejido de la vida diaria está compuesto de atribuciones innumerables de valor y es quizás por esa razón que recientemente (al fin) ha atraído la atención de los filósofos.

Parte de las maneras de dar valor a los otros es provocando, honrando, realzando, especificando o educando sus necesidades. Las madres, por ejemplo, se fascinan cuando sus bebés pueden comer alimentos sólidos, y les hacen probar diferentes alimentos para saber qué les gusta. La enseñanza en sí puede ser vista como el realce de las necesidades de los otros de saber acerca de las diferentes clases de cosas.

El conocimiento de los medios para cuidar que se transmitían por la línea de la mujer, de las abuelas a las madres y de éstas a las hijas, apreciaba el valor y lo atribuía a la cultura material. Estos valores y la manera de atribuirlos se están perdiendo en la medida en que los cuidados se están absorbiendo en el intercambio. La publicidad educa ahora nuestros deseos, no el amor ni la inteligencia de nuestras abuelas ni su imaginación orientada hacia las necesidades del otro para satisfacerlas. El valor del que recibe no está implicado ni directa ni maternalmente, sino sólo a través del mercado —como el que se lo ‘merece’ o como la responsabilidad de un estado que cuida.

Atribuímos valor a las cosas que nosotros creemos que pueden ser particularmente útiles para los otros o para nosotros. Luego apreciamos el valor de esas cosas útiles.66 La atribución misma de un valor es un regalo de nuestra disposición a comportarnos con cuidado hacia algo, y es un elemento de nuestra gratitud. A la inversa, la apreciación (de la que la gratitud es un aspecto) es un elemento de la atribuciónn del valor. Las dos actitudes están entrelazadas, pero la atribución es más activa y refleja el dar, mientras que la apreciación es más receptiva y refleja el recibir.67

La atribución de valor por medio del lenguaje

Las cosas empiezan a ser relevantes para las personas en su uso en relación con las necesidades. Las necesidades proliferan y se diversifican según las maneras en que son satisfechas. Son también y hasta cierto punto, identificadas con aquellas cosas que las satisfacen.68 En el lenguaje, atribuimos cierta parte del valor co-municativo y cualitativo de una clase de una cosa a una palabra que ocupa el lugar de la muestra no verbal (usualmente) y que funciona como un regalo sustitutivo para ser usado en la formación de relaciones e interacciones humanas. La cosa o la clase de cosa momentáneamente se hacen a un lado como un posible regalo, y la palabra (que también tiene un valor-de-posición en la langue) se convierte en el vehículo para su valor en la comunicación, por ejemplo, estableciendo o modificando las relaciones humanas con respecto a esa clase de cosa. La palabra se convierte en el vehículo del valor de las cosas y el uso de estas para establecer o modificar las relaciones humanas. Porque cada clase de cosa (y por lo tanto cada palabra) tiene un valor que es cualitativamente diferente de los otros en que está relacionado a diferentes necesidades humanas,69 la combinación de unas pocas palabras de acuerdo con el patrón del regalo en cualquier afirmación o proposición puede servir para expresar (dar) información específica.

Seleccionamos parte de nuestras experiencias como hechos a los que debemos prestar atención, y damos regalos nuevos reorganizando los viejos. Satisfacemos las necesidades comunicativas del que escucha en el momento, y entonces satisfacemos las nuestras también. Podemos recordar aquello que fue seleccionado y enfatizado en nuestra co-municación, guardando esta información para ser aplicada a nuestras necesidades futuras materiales o comunicativas. Los códigos no son las bases de nuestro entendimiento sino la lógica y la práctica de regalar.

Un código es solo una colección de marcas abstractas. En el sentido criptográfico, sirve más para esconder que para expresar la verdad. El lenguaje, como la vida, está motivado por las necesidades. La habilidad para satisfacer las necesidades de los otros es el aspecto de la vida que crea a la sociedad y hace que evolucionemos culturalmente —y quizás con el tiempo incluso biológicamente. En otras palabras, usamos los regalos con otros propósitos —no para lograr el producto equivalente en un intercambio, sino para alterar la relación del otro con el ambiente, poniendo en primer plano una cosa como valor para ellos en el presente. Esto nos permite compartir nuestra relación con esa cosa. Cada uno de nosotros sabe lo que el otro aprecia o conoce como un valor en determinado momento. Como seres sociales seleccionamos esa parte de nuestra experiencia sobre la base de lo que ha sido seleccionado antes de nosotros, para satisfacer las necesidades de los otros, como resulta evidente en el léxico. Dándonos regalos sustitutivos entre nosotros, juntos damos un valor social a la misma cosa en determinado momento, y así podemos co-ordinar nuestras acciones y actitudes hacia esa cosa.70

Las selecciones que hacemos, en el transcurso de nuestras experiencias, son similares a las del proceso de selección que hacemos en el desarrollo de los conceptos. Pero en el discurso (puesto que satisfacemos necesidades comunicativas presentes y eventuales más que necesidades generales del proceso del concepto o necesidades metalingüísticas de la definición), estamos practicando el regalar en muchos niveles. Nuestras experiencias e interacciones continuas entre nosotros traen las cosas a nuestra atención verbal y no verbalmente (convirtiéndolas en ‘hechos dados’) y empujan siempre otras cosas al plano de atrás, por así decirlo (convirtiéndolas, por lo tanto, en ‘hechos no dados’ en el presente). Incluso una frase tan simple como ‘la niña pegó a la bola’ distingue parte de una experiencia compleja. Pudimos haber dicho ‘el cielo era azul sobre el campo de béisbol’ y/o ‘un jilguero estaba cantando’. Si decimos entonces ‘la bola le pegó a la ventana’ estamos construyendo sobre los ‘hechos dados’ que son los regalos de ‘la niña pegó a la bola’.

Las necesidades (y los deseos) comunicativos surgen para que nos relacionemos entre nosotros (confirmando que cada uno es valioso) con respecto al enfoque de los aspectos de las cosas que pueden no ser ya obvios para la otra persona. De hecho, podríamos considerar que nuestra atención nos está diciendo algo como ‘puede que haya un regalo ahí’. Al satisfacer sus necesidades comunicativas se focalizan algunos aspectos de una situación para los interlocutores. Les da un primer plano valorizado y común y un segundo plano no valorizado y solo más o menos común. Juntos, los interlocutores consideran que algunos elementos de la situación son relevantes y otros irrelevantes. Ellos atienden a las mismas cosas. Entonces, lo que ha sido puesto en el fondo en una instancia puede ser puesto en el primer plano en otra instancia. Cuando satisfacemos las necesidades comunicativas de los otros con respecto a algo —lo que hemos visto como un regalo para ellos en relación con nosotros— son traídos para participar con nosotros en el presente.71 Una relación se establece como compartida con respecto al regalo que el hablante ha dado pero que el oyente que ‘tiene’ la mayoría de las mismas palabras hubiera podido dar (diferente en esto de satisfacer las necesidades materiales en que damos algo que la otra persona no tiene). La relación del oyente es establecida por el hablante pero quizás como un potencial no dicho, tiene tanta influencia en el comportamiento como la parte evidente de la comunicación.

Una interacción compartida es también la matriz del intercambio —en que los otros demuestran que dan valor a nuestro producto al ceder una cantidad igual de dinero. Entonces el dinero (con su cualidad abstracta social) resulta el modelo escondido pero poderoso para nuestro entendimiento del lenguaje, y de la vida. Eso no es solamente debido a que el dinero es el ‘niño’ del lenguaje, pero debido a la similitud actual de los procesos —de dar valor al dar algo (diferente).

La experiencia y también el hablar pueden dar lugar a más atribuciones de valor y a más necesidades comunicativas. Además, los tipos de cosas a que atendemos, los tipos de valor que descubrimos (y atribuimos), dependen de una síntesis continua de nuestras experiencias previas de la vida, que pueden ser parecidas o muy diferentes a las experiencias de otras personas. Lo que parece irrelevante en un momento puede ser relevante en el próximo, o para otra persona (y con respecto a algo diferente), así todo en realidad siempre es potentior valioso (incluso cuando es excluído en el presente como irrelevante).

Esta posibilidad hace con las experiencias como un Jardín del Edén inmanente, desde donde recogemos y compartimos los frutos, solo unos pocos a la vez, cuando los necesitamos, arrancándolos de su abundancia fantástica. La escasez material en que vive mucha gente esconde el carácter de regalo de la vida, exiliándolos fuera de la muralla del Jardín. Retornando a la abundancia se permitiría que el valor fuera otorgado otra vez según la experiencia colectiva o individual, en vez de poner al individuo en contra de la colectividad (como pasa en el intercambio basado en la escasez). Nuestra economía podría estar alineada con la parte humanizante y unificante de nuestro lenguaje, en vez de estar en oposición con esta debido al valor excesivo que nosotros atribuimos (inconscientemente) colectivamente a la definición y a la masculación.

La atribución de valor masculado

El tipo de ego que es útil en el intercambio en realidad es el ego masculado. El sistema de valor que promueve este ego lo apoya con premios y castigos económicos, en el tener y no-tener tipos y cantidades de propiedades. El ego es vulnerable a la publicidad que educa sus deseos. El valor parece ser transferido a una persona que recibe la satisfacción de sus deseos o necesidades a través del mercado. Sin embargo, en realidad está siendo transferido al vendedor del objeto, quien logra que el consumidor compre el producto a través de la manipulación de la verdad. El tipo de valor-como-posición que es adquirido por una persona por el «tener comparativo» se puede entender como estatus y no satisface en realidad las necesidades sujetivas individuales basadas en el regalo. El consumidor siempre necesita tener más, porque el tener realmente no le da ningún valor, pero contribuye a dar más valor económico al vendedor.

Mientras a veces puede ser verdad que sin un instrumento de la tecnología (o una herramienta fálica) los hombres no conozcan el mundo objetivo (porque ellos, y esto, están afuera de la ‘textura’ de dar y recibir), las mujeres están adentro de esta ‘textura’ con más frecuencia debido a nuestros papeles de cuidadoras. Entonces, estamos más inclinadas a vertir nuestro conocimiento como gratitud a lo dado de nuestra experiencia.

Sin el objeto, no habría ningún instrumento. Las mujeres son objetos y también son sujetos. Por ejemplo, el pene y la vagina son los arquetipos psicológicos para el instrumento del conocimiento y el objeto del conocimiento. Si el propósito de la sexualidad no es dar y recibir, satisfacer las necesidades del uno al otro, el ‘conocimiento’ instrumental trata al ‘objeto’ como si fuera una cosa no viva y no creativamente receptiva para ser ‘penetrado’ forzadamente. La ‘gratitud’ experimentada en este caso por el conocedor masculado fálico solamente es para el refuerzo de su ego, en una posición uno-muchos avasallante y tierra-dominante. No es la gratitud ni el conocimiento orientado al otro. De hecho, es más como recibir la transferencia de propiedad del intercambio.

Mucho del conocimiento fálico instrumental del mundo objetivo ha sido inspirado por el motivo de ganancia del ego y refleja las limitaciones del lente con que es visto. Poner al fondo las necesidades humanas de los muchos le ha dado al ego el poder destructivo de la adquisición por la fuerza o de la indiferencia del no cuidado. Ellos que siguen viendo la realidad a través del lente de regalar oponen los productos del conocimiento científico que amenazan la posibilidad de todos de dar y recibir. Ninguna cantidad de usos pretendiendo ser benignos tales como la tecnología nuclear, la manipulación genética, o los venenos químicos pueden traer los aspectos negativos de esas tecnologías a la textura de regalar, o convencer a aquellos que cuidan las necesidades, que en realidad son regalos a la humanidad.

Las mujeres pueden con gratitud conocer la vagina, el ‘objeto’, internamente sin el instrumento fálico. Es interesante pensar que si las mujeres fueran ‘cosas’ reificadas, la vagina correspondería a la ‘cosa en sí’ de los filósofos que supuestamente no se puede conocer. Entonces esta en el acto sexual empezaría a ser para otro y entonces en realidad para nosotras también.

Como las que cuidan las cosas para otros, sabemos más de ellas que aquellos que no satisfacen las necesidades de los otros con ellas. Podemos señalar las plantas que curan, las maneras humanitarias, y también las fallas en los argumento para la violencia. Nuestra energía vital a menudo ha ido al cuidado y mantenimiento de los cuerpos de los otros y del nuestro directamente, sin intercambiar y sin una definición interpuesta o una evaluación basada en el intercambio.

El valor del intercambio

El valor del intercambio es el valor comunicativo (lingüístico) en el tipo de comunicación distorsionada que es el intercambio. El intercambio es como la definición que localiza a algo con respecto a su nombre y entonces lo localiza con respecto a todo lo demás. El hecho que algo tiene un nombre depende del valor cultural de ese tipo de cosa para los seres humanos. El nombre específico que tiene depende de la totalidad de la langue. Esa relación diferencial ha sido transformada y ordenada cuantitativamente en los precios.

El proceso del lenguaje que atribuye el valor es utilizado otra vez en el intercambio, cuando cada uno de nosotros da el mismo valor a los productos que estamos intercambiando según la base de su valor general social. Lo hacemos cada vez que decimos que una libra de fríjoles = un dólar. El hecho de que una persona cede los fríjoles y la otra cede el dólar demuestra que ellos dan el mismo valor a los fríjoles que al dólar. Los fríjoles tienen ese precio como una función de todos los otros intercambios que están ocurriendo en el mercado en ese momento, particularmente los relacionados con los fríjoles. Similarmente el uso de palabras depende de cómo están siendo utilizadas por los otros que están hablando ese lenguaje.

El principio del intercambio es do ut des (Yo doy para que tú des). El principio de la comunicación basada en el regalo es parecido, excepto por la diferencia fundamental que el regalar es mutuamente inclusivo mientras el intercambio es mutuamente exclusivo. En la comunicación basada en el regalar, uno da para que el otro pueda dar —la atención y el valor al tema, y también al hablador y al oyente mismo. El hablador y el oyente tienen una necesidad de medios para poder dar valor a algo juntos; las palabras sirven a este propósito y los interlocutores les dan valor al darlas. El acuerdo en un precio les permite a los intercambiadores dar el mismo valor. Las consecuencias de la co-municación y de la atribución del mismo valor por los hablantes y oyentes y por los vendedores y compradores son diferentes porque el intercambio es mutuamente exclusivo mientras la comunicación verbal es mutuamente inclusiva. En el intercambio, el principio material do ut des requiere que el receptor devuelva un equivalente al dador. Regalar satisface unilateralmente la necesidad del otro.

En nuestro altruismo damos el mismo valor para establecer relaciones comunes entre nosotros como seres humanos con respecto a las cosas. Pero en el intercambio este altruismo es utilizado para servir nuestro egoismo. La similitud misma de los procesos ha escondido el lado altruísta de regalar de la comunicación detrás del intercambio, dado que el intercambio se ha tranformado en una actividad tan importante para todos en nuestra sociedad. Solo damos con la restricción de que el otro dé un equivalente, porque al vivir en un sistema basado en la escasez y el mercado, nos consideramos a nosotros mismos en términos de una cantidad de cosas (o de valores de intercambio) que son necesarios para nuestra sobrevivencia.

Cada cosa que damos o gastamos, cada valor que atribuimos, parece robar de esa totalidad, evaluada como el salario —el ingreso que ganamos. El intercambio es como un lenguaje en que las cosas en realidad son ‘cedidas’ cuando las palabras son habladas (y las palabras son también ‘cedidas’). Estamos siempre calculando si tenemos o somos suficientes, como si tuviéramos ansiedad de rendimiento (o competencia). Hay una evaluación económica del valor de los seres humanos, un nombre económico (masculado), un salario que se nos ha ‘dado’. Pareciera que las personas no existen o no merecen existir a menos que sean masculadas, y si no existen, no merecen comer —pero quizás todavía pueden comer, si pertenecen a ‘uno’ masculado como lo hace una esposa.

Individual y socialmente, invertimos nuestra energía en lo que consideramos valioso, incluso cuando esto resulta en la degradación y el detrimento de nosotros o de los otros. Por ejemplo, invertimos energía y dinero en las drogas y en la violencia. Los individuos atribuyen el valor a estas actividades, tal vez debido al placer fisiológico y al refuerzo temporal del ego. Aún cuando no aprueba conscientemente estas actividades individuales, la sociedad da valor al tipo de ego con que están alineadas. De hecho, el hedonismo cabe dentro de la masculación —con la orientación hacia el ego y no hacia el otro. También parece que, por acumular gran cantidades de capital, podemos tener más valor que los otros de manera casi ilimitada, una consideración que provee al ego artificial del tipo de aprobación que necesita para seguir acumulando más. El poder sobre los otros, que parece ser la prerrogativa de la posición muestra, es utilizado para proveer las recompensas que motivan al ego masculado. Las interacciones basadas en regalar son genuinamente más satisfactorias, sin embargo, y a menudo son apropiadas como los ‘botines’ del éxito.

El valor de intercambio parece tener el mayor valor, o tal vez el único tipo de valor. La sociedad basada en ello, pretende proveer un acceso al bien general al promover la totalidad de los valores orientados al ego como su fin. Por supuesto, esto deja de lado valores y personas que están orientados hacia el otro, y también a quienes simplemente fracasan. El punto de vista del CVN (Circulo de Varones Elitistas) que el homo economicus ocasiona el bien general recientemente ha sido disputado por las economistas feministas.72 Creo que ver el valor del intercambio como el principal o único tipo de valor nos impide criticar genuina y radicalmente el homo economicus. Como alternativa, propongo que consideremos como primario el valor cultural de las cosas para los humanos creadas a través del regalar y expresadas en el lenguaje, que funciona según el regalar. Entonces el valor del intercambio puede ser visto como una distorsión del proceso de dar valor.

Re-present-ación

El lenguaje sigue manteniendo nuestra manera de regalar aún cuando estamos viviendo nuestras experiencias en una economía basada en el intercambio y entonces ya no nos estamos co-municando más materialmente. La tecnología, motivada por la ganancia, extiende la percepción en otra dirección, más allá del regalar hacia un tipo de objetividad inhumana. Esta ve bajo el nivel de los regalos posibles las impresiones sensoriales entendidas como reacciones electro-químicas, y encima del nivel de los regalos posibles a través de los telescopios que nos permiten ver los orígenes del universo. La teccnología también funciona contra la co-munidad del regalar, utilizando su conocimiento para crear los armamentos convencionales, biológicos, químicos y nucleares. Mientras que los niveles de ‘realidad objetiva’ descubiertos por la tecnología más allá del regalar a veces pueden ser utilizados para los intentos humanos que satisfacen necesidades, a menudo también son utilizados para hacer mucho daño. Son empresas patriarcales motivadas por el intercambio (no por el regalo). Al aceptar la textura de no regalar, que en realidad produce un salario útil en la economía de intercambio para los investigadores, los académicos pueden desacreditar a los que aceptan la textura de regalar como ‘realistas ingenuos’. (Debido a la escasez, los ‘realistas ingenuos’ de todos modos normalmente no tienen acceso a la tecnología que permitiría ver las cosas en forma diferente). Cuando el regalar ha sido robado del ‘presente’ por el intercambio, el vínculo entre la vida y el lenguaje es oscurecido. Entonces la re-presentación, no el patriarcado, aparece a los pensadores postmodernos como la razón de la tiranía.

El valor lingüístico y también el valor económico tienen que ver con la re-presentación —es decir, con la comunicación a través de unos sistemas de regalos sustitutivos. Tenemos que reconocer lo que tienen en común para entender el valor mismo. Cuando yo miraba lo que tenían en común empecé a ver la masculación como una ramificación de la representación, una mala-representación de la identidad del niño —haciéndola en la imagen de la representación misma, valorizandolo demasiado debido a esta, y después transmitiendo ese mecanismo a la sociedad entera. (Es como si una parte rota del proyector de películas hubiera sido proyectada en la pantalla junto con la película). La masculación es una distorsión del proceso que atribuye valor —al mismo nivel del intercambio y ocurriendo antes que ello. Se retroalimenta a través del intercambio y la misoginia hacia la re-present-ación sobreenfatizando a los ‘uno-muchos’ y los aspectos jerárquicos dominantes y negando el regalar.

El valor del intercambio es el valor del cuidado (o del regalo) que es filtrado por el proceso anti-regalo del intercambio, modelado en la masculación. La masculación desvaloriza el regalar y en vez de ello le da valor a la posición uno-muchos, a sus encarnaciones en jerarquías, y a la competencia para ser el primero. Muchos de los regalos y mucho del valor dado por la masculación a sus prioridades en realidad fluyen a través de esta transitivamente desde los que cuidan, quienes dan preferentemente a los varones y al proceso de la masculación en sí. El cuidado norm-al y no distorsionado da valor directamente a las necesidades, a los receptores de sus regalos y a los métodos y cosas para la satisfacción de las necesidades. El lenguaje provee el regalar verbal de la comunidad basado en el valor y en la textura del dar, que media la interacción y la cooperación afinadas, creando el valor dado por los muchos trabajando juntos en sus esfuerzos comunes y contribuyendo a las subjetividades individuales físicas y también psicológicas de los co-municadores.

Estamos considerando el valor no económico como la norma oculta, en vez de un sub-caso de valor económico. Fundando nuestra idea del valor no económico en el valor lingüístico, nuestra idea del lenguaje en el regalar y nuestra idea del valor lingüístico en la importancia variada de los regalos del mundo a la comunidad, nos da una perspectiva diferente desde donde podemos mirar, al valor económico, y también a lo que normalmente llamamos valores ‘morales’. Al desconectar los tipos diferentes de valores entre cada uno y negar el regalar (o al menos considerarlo como una curiosidad debido a una propensión irracional hacia el cuidado), el patriarcado ha impuesto los valores de la masculación en la sociedad entera. Practica el dominio por la categorización, repitiendo en todas partes en términos diferentes, la masculación que fue hecha a los niños a través de su definición del género cuando fueron categorizados como separados y superiores. En esta situación, los valores ‘morales’ son un esfuerzo para regular los intereses mutuos y exclusivos para que no hagan daño para mitigar sus efectos negativos, y para reintroducir el regalar después del hecho en una manera auxiliar. Al contrario, el regalar en vez de la masculación es la base para crear una sociedad en que todos pueden cuidar a los demás sin daño.

Otros valores culturales, como los valores estéticos, historicos, espirituales, y étnicos, están ubicados originalmente dentro de un contexto creado por el cuidado y el lenguaje, pero son ahora usualmente alterados por la masculación y el intercambio. Pero que podrían ser los valores culturales mas allá de esa alteración será visible cuando finalmente seamos capaces de desmantelar el patriarcado. Sin embargo, muchos de estos valores culturales ya contienen la esperanza para un mundo mejor. Ellos son los regalos de la imaginación que curan algo del sufrimiento soportado por la humanidad durante siglos.


Notas al pie

62. ¿Importa que se trate de una proyección sobre las cosas, mientras actúe dándoles valor a las palabras? En el patriarcado hemos creído que las mujeres eran pasivas al ceder ante los hombres, pero lo que hacían era darles valor a los hombres por implicación. Los tipos de ceder como en el caso de las manzanas, las montañas, el pájaro cantando en el árbol o la niña golpeando la bola son lo suficientemente similares como para dar valor a las palabras-regalo que ocupan sus lugares aun cuando son acciones o partes muy diferentes del mundo. Las ideas abstractas (e.g., la justicia) y las creaturas fantásticas (e.g., los unicornios) ponen incluso menor resistencia al ser reemplazados. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

63. Leyendo acerca del punto de vista filosófico sobre la labor del cuidado que hace la mujer, puedo comprender la frase de Marx acerca del lenguaje como concientización práctica que existe para otros y que, por lo tanto, existe para mí. La labor de cuidar es una concientización práctica—el lenguaje es uno de sus aspectos generales. Sobre la perspectiva del cuidado, véase Sara Ruddick, Maternal Thinking, Ballantine Books, Nueva York, 1990. En un contexto económico más específico, Nancy Folbre, Who Pays for the Kids?, Routledge, Londres y Nueva York, 1994. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

64. ‘Valor de uso’ es una categoría del mercado definida en oposición a ‘valor de intercambio’, y también se opone a la acción de regalar. Los regalos son bienes con un origen y un destino, son parte de una relación humana. Desde el punto de vista del paradigma del intercambio el valor de uso es algo que tiene un potencial general e indiferente para satisfacer las necesidades humanas —algo ‘nombrado’ con dinero y objetivado como propiedad. El valor de uso es el prerrequisito del valor de intercambio, que al mismo tiempo se da como un producto ajeno al proceso del regalo, afuera de la ‘fibra’ de regalar. Desde el punto de vista del paradigma del regalo, los valores de uso forman parte de un proceso más completo que involucra a las personas. Dado que después del intercambio, las personas usan bienes para satisfacer las necesidades, se rompe la relación con el productor como fuente original de los productos generalmente. Es más, en el capitalismo, los productores no producen valores de uso como regalos sino como bienes por los que la gente tendrá que pagar para usarlos. Se agradece al mercado, al proceso de intercambio en sí mismo. Es indudable que la lógica del regalo es fuerte y podemos encontrarla en el fenómeno del ‘nombre de la marca’ que identifica el origen de los bienes en una compañía específica como si fuera un regalo, recreando una relación humana artificial con el que ‘da’ para que los que ‘reciben’ compren más. Las ofertas, las gangas y los regalos presentan una dinámica parecida. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

65. La práctica de compartir la comida estaba ampliamente difundida entre los hombres en la prehistoria. Los arqueólogos masculados suelen ver la cacería como algo más importante para el dasarrollo del hombre. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

66. En su libro Marxism and the Philosophy of Language, Nueva York, Seminar Press, 1973 [1930], V. N. Volosinov afirma: «Cada etapa en el desarrollo de una sociedad tiene su círculo propio y específico de bienes, que sólo son objeto de atención para esa sociedad, y que se los puede dotar con un acento evaluador de la atención. Sólo los bienes en ese círculo podrán adquirir la formación de signos y convertirse en objetos de la comunicación semiótica». Y ese objeto «... debe asociarse con los prerrequisitos socioeconómicos vitales para la existencia de ese grupo». pp. 21-23. Pienso también en las pinturas prehistóricas de las cavernas, que eran pintadas (se cree ahora) con la boca —escupiendo la pintura en las paredes— como lo hacen actualmente algunos aborígenes australianos pintores de cavernas. La pintura es escupida (atribuida) a la pared y luego es vista. La analogía, que me parece más fuerte que pintar con las manos o con pinceles, viene de la alteración fisiológica de la respiración y de la saliva que se produce al escupir la pintura. La aceleración de la respiración o el incremento de la saliva puede servir como un ‘anclaje’ psicológico para dar acento a los valores y a las atribuciones, que siempre se dan en nuestra experiencia pero de los cuales no somos conscientes. La atribución y la apreciación (y proyección) del valor a través del lenguaje coincidiría entonces con los énfasis hechos mediante las alteraciones de la respiración. La respiración también implica recibir (inhalando) y dar (exhalando). Vuelva a la nota al pie del texto.↩

67. En su capítulo «Exchanging» en The Order of Things, An Arqueology of the Human Sciences, Vintage Books, Nueva York, 1994 [1966], Michel Foucault analiza el valor dentro del paradigma de intercambio como ‘atributo’, ‘aprecio’ y ‘articulación’. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

68. Véase Karl Marx, Critique of Political Economy, Charles H. Kerr & Co., Chicago, 1904 [1859], (pp. 274-292), para un análisis del carácter relativo de la producción y el consumo, de la especificación de las necesidades a través de la producción que las satisface y de la especificación de la producción de las clases de necesidades que deben ser satisfechas. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

69. Creo que estas relaciones con las diferentes necesidades están por debajo de los valores ‘puramente diferenciales’ que Saussure reconoce como el principio abstracto que organiza la langue. Se usan diferentes clases de cosas en diferentes procesos de regalar, para satisfacer diferentes clases de necesidades y permitir que diferentes palabras tomen su lugar como regalos comunicativos. Los casos de homonimia y de sinonimia no son problemáticos mientras su mutua exclusión se mantenga en el plano fonético y las necesidades que deban ser satisfechas sean claramente diferentes entre sí. El valor por las posiciones mutuamente excluyentes que se encuentran en el langue es la estructura de las instituciones derivadas de la masculación, como la OBN (Old Boys Network) o la propiedad privada. Las jerarquías tienen estructuras similares a las de los términos que subordinan o se subordinan de acuerdo con la generalidad y la inclusión. Por ejemplo, una palabra subordinante sería ‘planta’, que es más general e incluye palabras subordinadas como ‘flor’, ‘árbol’, ‘enredadera’. A su vez, la palabra ‘flor’ subordina por ser más general que ‘rosa’, ‘dalia’ o ‘mimosa’. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

70. La metáfora postal: remitente (codificador), paquete (mensaje) y receptor (decodificador), es la acción de regalar vista como ‘correo’. Un código es una colección compartida de ‘marcas’ que un grupo ‘tiene’ y otro grupo ‘no tiene’. Codificar y decodificar, enviar y recibir un mensaje son metáforas de empacar y abrir un regalo. De hecho, otra característica de la economía del regalo en nuestra sociedad (además de los cuidados maternales) es el enviar y recibir regalos para celebrar los cumpleaños, las navidades, etc. Acerca de los regalos celebratorios, véase David Cheal, The Gift Economy, Routledge, Londres, 1988. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

71. Creo que lo que los semiólogos llaman ‘señales naturales’ también pueden ser interpretadas como regalos, aunque los comportamientos en que son útiles para los animales pueden ser menos complejos que los de nosotros. Las flores a través de su color y su olor dicen a los insectos «Aquí está el nectar». El color y el olor son regalos secundarios, que demuestran el regalo material del nectar. El regalo depende del receptor para su existencia como un regalo. La nube negra es un regalo (una señal natural) para todos los que puedan utilizarla para llegar a casa ántes de que empiece la lluvia. El árbol cayendo en el bosque es un regalo a cualquier persona que pueda utilizarlo en sí. Recientemente oí una canción medioambiental de los árboles cayendo en la selva tropical. Vuelva a la nota al pie del texto.↩

72. 11 The Journal of the International Association for Feminist Economics (IAFFE) Feminist Economics, Diana Strassman ed., empezó en 1995 y es publicado por Routledge, Nueva York. Vuelva a la nota al pie del texto.↩